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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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<strong>de</strong>l cuerpo; <strong>la</strong> locura que es <strong>la</strong> enfermedad más gran<strong>de</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> mente; y <strong>la</strong> posesión <strong>de</strong>moníaca que es<br />

<strong>la</strong> <strong>de</strong>sgracia y ca<strong>la</strong>midad más gran<strong>de</strong>s <strong>de</strong> todas; pero Cristo sanó todo y, así, al curar <strong>la</strong>s<br />

enfermeda<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l cuerpo <strong>de</strong>mostró que su gran misión al mundo era curar los males espirituales. El<br />

pecado es enfermedad, dolencia y tormento <strong>de</strong>l alma: Cristo vino a quitar el pecado y, así, curar el<br />

alma.<br />

CAPÍTULO V<br />

Versículos 1, 2. El sermón <strong>de</strong>l monte. 3—12. Quienes son bienaventurados. 13—16. Exhortaciones<br />

y advertencias. 17—20. Cristo vino a confirmar <strong>la</strong> ley. 21—26. El sexto mandamiento. 27—32.<br />

El séptimo mandamiento. 33—37. El tercer mandamiento. 38—42. La ley <strong>de</strong>l Talión. 43—48.<br />

La ley <strong>de</strong> amor, explicada.<br />

Vv. 1, 2. Nadie hal<strong>la</strong>rá felicidad en este mundo o en el veni<strong>de</strong>ro si no <strong>la</strong> busca en Cristo por el<br />

gobierno <strong>de</strong> su pa<strong>la</strong>bra. Él les enseñó lo que era el mal que ellos <strong>de</strong>bían aborrecer, y cual es el bien<br />

que <strong>de</strong>ben buscar y en el cual abundar.<br />

Vv. 3—12. Aquí nuestro Salvador da ocho características <strong>de</strong> <strong>la</strong> gente bienaventurada que para<br />

nosotros representan <strong>la</strong>s gracias principales <strong>de</strong>l cristiano. —1. Los pobres en espíritu son<br />

bienaventurados. Estos llevan sus mentes a su condición cuando es baja. Son humil<strong>de</strong>s y pequeños<br />

según su propio criterio. Ven su necesidad, se duelen por su culpa y tienen sed <strong>de</strong> un Re<strong>de</strong>ntor. El<br />

reino <strong>de</strong> <strong>la</strong> gracia es <strong>de</strong> los tales; el reino <strong>de</strong> <strong>la</strong> gloria es para ellos. —2. Los que lloran son<br />

bienaventurados. Parece ser aquí se trata esa tristeza santa que obra verda<strong>de</strong>ro arrepentimiento,<br />

vigi<strong>la</strong>ncia, mente humil<strong>de</strong> y <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia continua para ser aceptado por <strong>la</strong> misericordia <strong>de</strong> Dios en<br />

Cristo Jesús, con búsqueda constante <strong>de</strong>l Espíritu Santo para limpiar el mal residual. El cielo es el<br />

gozo <strong>de</strong> nuestro Señor; un monte <strong>de</strong> gozo, hacia el cual nuestro camino atraviesa un valle <strong>de</strong><br />

lágrimas. Tales dolientes serán conso<strong>la</strong>dos por su Dios. —3. Los mansos son bienaventurados. Los<br />

mansos son los que se someten cal<strong>la</strong>damente a Dios; los que pue<strong>de</strong>n tolerar insultos; son cal<strong>la</strong>dos o<br />

<strong>de</strong>vuelven una respuesta b<strong>la</strong>nda; los que, en su paciencia, conservan el dominio <strong>de</strong> sus almas, cuando<br />

escasamente tienen posesión <strong>de</strong> alguna otra cosa. Estos mansos son bienaventurados aun en este<br />

mundo. La mansedumbre fomenta <strong>la</strong> riqueza, el consuelo y <strong>la</strong> seguridad, aun en este mundo. —4.<br />

Los que tienen hambre y sed <strong>de</strong> justicia son bienaventurados. La justicia está aquí puesta por todas<br />

<strong>la</strong>s bendiciones espirituales. Estas son compradas para nosotros por <strong>la</strong> justicia <strong>de</strong> Cristo, confirmadas<br />

por <strong>la</strong> fi<strong>de</strong>lidad <strong>de</strong> Dios. Nuestros <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> bendiciones espirituales <strong>de</strong>ben ser fervientes. Aunque<br />

todos los <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> gracia no son gracia, sin embargo, un <strong>de</strong>seo como este es un <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> los que son<br />

creados por Dios y Él no abandonará a <strong>la</strong> obra <strong>de</strong> Sus manos. —5. Los misericordiosos son<br />

bienaventurados. Debemos no sólo soportar nuestras aflicciones con paciencia, sino que <strong>de</strong>bemos<br />

hacer todo lo que podamos por ayudar a los que estén pasando miserias. Debemos tener compasión<br />

por <strong>la</strong>s almas <strong>de</strong>l prójimo, y ayudarles; compa<strong>de</strong>cer a los que estén en pecado, y tratar <strong>de</strong> sacarlos<br />

como tizones fuera <strong>de</strong>l fuego. —6. Los limpios <strong>de</strong> corazón son bienaventurados, porque verán a<br />

Dios. Aquí son plenamente <strong>de</strong>scritas y unidas <strong>la</strong> santidad y <strong>la</strong> dicha. Los corazones <strong>de</strong>ben ser<br />

purificados por <strong>la</strong> fe y mantenidos para Dios. Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio. Nadie sino el<br />

limpio es capaz <strong>de</strong> ver a Dios, ni el cielo se promete para el impuro. Como Dios no tolera mirar <strong>la</strong><br />

iniquidad, así ellos no pue<strong>de</strong>n mirar su pureza. —7. Los pacificadores son bienaventurados. Ellos<br />

aman, <strong>de</strong>sean y se <strong>de</strong>leitan en <strong>la</strong> paz; y les agrada tener quietud. Mantienen <strong>la</strong> paz para que no sea<br />

rota y <strong>la</strong> recuperan cuando es quebrantada. Si los pacificadores son bienaventurados, ¡ay <strong>de</strong> los que<br />

quebrantan <strong>la</strong> paz! —8. Los que son perseguidos por causa <strong>de</strong> <strong>la</strong> justicia son bienaventurados. Este<br />

dicho es peculiar <strong>de</strong>l cristianismo; y se enfatiza con mayor intensidad que el resto. Sin embargo,

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