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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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Vv. 1—9. Cristo envió a sus doce discípulos, a los que entonces ya eran capaces <strong>de</strong> enseñar al<br />

prójimo lo que habían recibido <strong>de</strong>l Señor. No <strong>de</strong>ben estar ansiosos <strong>de</strong> esperar <strong>la</strong> estima <strong>de</strong> <strong>la</strong> gente<br />

por <strong>la</strong> apariencia externa. Deben ir como están. —El Señor Jesús es <strong>la</strong> fuente <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r y autoridad a<br />

quien <strong>de</strong>ben someterse todas <strong>la</strong>s criaturas <strong>de</strong> una u otra manera; y si Él va con <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra <strong>de</strong> sus<br />

ministros en po<strong>de</strong>r, para librar pecadores <strong>de</strong> <strong>la</strong> esc<strong>la</strong>vitud <strong>de</strong> Satanás, pue<strong>de</strong>n tener <strong>la</strong> seguridad <strong>de</strong><br />

que Él se ocupará <strong>de</strong> sus necesida<strong>de</strong>s. Cuando <strong>la</strong> verdad y el amor van unidos, y aun así <strong>la</strong> gente<br />

rechaza y <strong>de</strong>sprecia el mensaje <strong>de</strong> Dios, <strong>de</strong>ja sin excusa a los hombres y se vuelve testimonio contra<br />

ellos. —La conciencia culpable <strong>de</strong> Hero<strong>de</strong>s estaba lista para concluir que Jesús fue levantado <strong>de</strong> los<br />

muertos. Deseaba ver a Jesús, y ¿por qué no fue y lo vio? Probablemente por pensar que estaba por<br />

<strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> Él o porque no <strong>de</strong>seaba tener más reprensiones por su pecado. Al postergarlo se endureció<br />

su corazón y cuando vio a Jesús, estaba tan prejuiciado contra Él como los <strong>de</strong>más, Lucas xxiii, 11.<br />

Vv. 10—17. La gente siguió a Jesús y aunque era inoportuno el momento, les dio lo que<br />

necesitaban. Él les habló <strong>de</strong>l reino <strong>de</strong> Dios. Sanó a los que necesitaban salud. Con cinco panes y dos<br />

peces Cristo alimentó a cinco mil hombres. Él cuida que nada bueno falte a los que le temen y le<br />

sirven fielmente. Cuando recibimos consuelo por medio <strong>de</strong> criaturas, <strong>de</strong>bemos reconocer que lo<br />

recibimos <strong>de</strong> Dios, y que somos indignos <strong>de</strong> recibirlo; que todo, y todo el consuelo que tengamos en<br />

ello, lo <strong>de</strong>bemos a <strong>la</strong> mediación <strong>de</strong> Cristo por quien ha sido quitada <strong>la</strong> maldición. La bendición <strong>de</strong><br />

Cristo hará que poco sirva <strong>de</strong> mucho. Él satisface a toda alma hambrienta, <strong>la</strong> satisface<br />

abundantemente con <strong>la</strong> abundancia <strong>de</strong> su casa. —Se recogieron <strong>la</strong>s sobras: en <strong>la</strong> casa <strong>de</strong> nuestro<br />

Padre hay pan suficiente y para guardar. No estamos limitados ni escasos en Cristo.<br />

Vv. 18—27. Consuelo in<strong>de</strong>cible es que nuestro Señor Jesús sea el Ungido <strong>de</strong> Dios; esto significa<br />

que fue <strong>de</strong>signado para ser el Mesías y que está calificado para ello. Jesús hab<strong>la</strong> <strong>de</strong> sus sufrimientos<br />

y muerte. Tan lejos como <strong>de</strong>ben estar sus discípulos <strong>de</strong> pensar en evitarle sus sufrimientos, así <strong>de</strong>ben<br />

prepararse para sufrir ellos mismos. A menudo nos topamos con cruces en el camino <strong>de</strong>l <strong>de</strong>ber; y<br />

aunque no <strong>de</strong>bemos echárnos<strong>la</strong>s sobre <strong>la</strong> cabeza, cuando están puestas para nosotros, <strong>de</strong>bemos<br />

tomar<strong>la</strong>s y llevar<strong>la</strong>s como Cristo. Algo es bueno o malo para nosotros según sea bueno o malo para<br />

nuestras almas. El cuerpo no pue<strong>de</strong> estar feliz si el alma estará infeliz en el otro mundo, pero el alma<br />

pue<strong>de</strong> estar feliz aunque el cuerpo esté sumamente afligido y oprimido en este mundo. Nunca<br />

<strong>de</strong>bemos avergonzarnos <strong>de</strong> Cristo y su evangelio.<br />

Vv. 28—36. La transfiguración <strong>de</strong> Cristo fue una muestra <strong>de</strong> <strong>la</strong> gloria con que vendrá a juzgar al<br />

mundo; y fue un l<strong>la</strong>mado a sus discípulos para sufrir por Él. La oración es un <strong>de</strong>ber transfigurador,<br />

transformador que hace bril<strong>la</strong>r el rostro. Nuestro Señor Jesús, en su transfiguración, estaba dispuesto<br />

a hab<strong>la</strong>r <strong>de</strong> su muerte y <strong>de</strong> sus sufrimientos. En <strong>la</strong>s glorias más gran<strong>de</strong>s en <strong>la</strong> tierra recor<strong>de</strong>mos que<br />

en este mundo no tenemos ciudad permanente. —¡Cuánta necesidad tenemos <strong>de</strong> orar a Dios<br />

pidiendo <strong>la</strong> gracia vivificadora! Aunque los discípulos podrían ser los testigos <strong>de</strong> esta señal <strong>de</strong>l cielo,<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> un momento fueron <strong>de</strong>spertados para dar un re<strong>la</strong>to completo <strong>de</strong> lo que pasó. No saben lo<br />

que dicen los que hab<strong>la</strong>n <strong>de</strong> hacer tabernáculos en <strong>la</strong> tierra para los santos glorificados en el cielo.<br />

Vv. 37—42. ¡Cuán <strong>de</strong>plorable es el caso <strong>de</strong> este niño! Estaba bajo el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> un espíritu<br />

maligno. Las enfermeda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> esa naturaleza son más aterradoras que <strong>la</strong>s que surgen <strong>de</strong> simples<br />

causas naturales. ¡Cuánta maldad hace Satanás cuando toma posesión <strong>de</strong> una persona! Pero<br />

bienaventurados son los que tienen acceso a Cristo! Él pue<strong>de</strong> hacer por nosotros lo que no pue<strong>de</strong>n<br />

los discípulos. Una pa<strong>la</strong>bra <strong>de</strong> Cristo sanó al niño y cuando nuestros hijos se recobran <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

enfermedad consue<strong>la</strong> recibirlos como sanados por <strong>la</strong> mano <strong>de</strong> Cristo.<br />

Vv. 43—50. Esta predicción <strong>de</strong> los sufrimientos <strong>de</strong> Cristo era bastante c<strong>la</strong>ra, pero los discípulos<br />

no <strong>la</strong> entendieron, porque no concordaba con sus i<strong>de</strong>as. Un pequeñuelo es el símbolo por el cual

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