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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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contra levantaron a Moisés y su ley. Podrían enten<strong>de</strong>r, si no cerraran voluntariamente sus ojos a <strong>la</strong><br />

luz, que Dios los librará por medio <strong>de</strong> este Jesús <strong>de</strong> una esc<strong>la</strong>vitud peor que <strong>la</strong> <strong>de</strong> Egipto. Aunque los<br />

hombres prolongan sus miserias, el Señor cuidará, no obstante, <strong>de</strong> sus siervos y concretará sus<br />

<strong>de</strong>signios <strong>de</strong> misericordia.<br />

Vv. 30—41. Los hombres se engañan si piensan que Dios no pue<strong>de</strong> hacer lo que ve que es bueno<br />

en alguna parte; pue<strong>de</strong> llevar al <strong>de</strong>sierto a su pueblo, y ahí hab<strong>la</strong>rles <strong>de</strong> consuelo. Se apareció a<br />

Moisés en una l<strong>la</strong>ma <strong>de</strong> fuego, pero el arbusto no se consumía, lo cual representaba al estado <strong>de</strong><br />

Israel en Egipto, don<strong>de</strong>, aunque estaban en el fuego <strong>de</strong> <strong>la</strong> aflicción, no fueron consumidos. También<br />

pue<strong>de</strong> mirarse como tipo <strong>de</strong> <strong>la</strong> asunción <strong>de</strong> <strong>la</strong> naturaleza humana por Cristo, y <strong>de</strong> <strong>la</strong> unión <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

naturaleza divina y humana. —La muerte <strong>de</strong> Abraham, Isaac y Jacob no pue<strong>de</strong> romper <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción<br />

<strong>de</strong>l pacto entre Dios y ellos. Nuestro Salvador prueba, por esto, el estado futuro, Mateo xxii, 31.<br />

Abraham ha muerto, pero Dios aún es su Dios, por tanto, Abraham aún vive. Ahora bien, esta es <strong>la</strong><br />

vida y <strong>la</strong> inmortalidad que es sacada a <strong>la</strong> luz por el evangelio. —Esteban muestra aquí que Moisés<br />

fue tipo eminente <strong>de</strong> Cristo, como libertador <strong>de</strong> Israel. Dios se compa<strong>de</strong>ce <strong>de</strong> los problemas <strong>de</strong> su<br />

Iglesia y <strong>de</strong> los gemidos <strong>de</strong> su pueblo perseguido; y <strong>la</strong> liberación <strong>de</strong> ellos brota <strong>de</strong> su compasión. Esa<br />

liberación es tipo <strong>de</strong> lo que hizo Cristo cuando bajó <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el cielo por nosotros, los hombres, y para<br />

nuestra salvación. Este Jesús, al que ahora rechazaron como sus padres rechazaron a Moisés, es el<br />

mismo que Dios levantó para ser Príncipe y Salvador. Nada resta <strong>de</strong> <strong>la</strong> justa honra <strong>de</strong> Moisés al <strong>de</strong>cir<br />

que él solo fue un instrumento y que es infinitamente opacado por Jesús. —Al afirmar que Jesús<br />

<strong>de</strong>bía cambiar <strong>la</strong>s costumbres <strong>de</strong> <strong>la</strong> ley ceremonial, Esteban distaba tanto <strong>de</strong> b<strong>la</strong>sfemar contra Moisés<br />

que, en realidad, le honraba <strong>de</strong>mostrando cómo se cumplió <strong>la</strong> profecía <strong>de</strong> Moisés, que era tan c<strong>la</strong>ra.<br />

Dios, que les dio esas costumbres mediante su siervo Moisés, podía sin duda cambiar <strong>la</strong> costumbre<br />

por medio <strong>de</strong> su Hijo Jesús. Pero Israel <strong>de</strong>sechó a Moisés y <strong>de</strong>seaba volver a <strong>la</strong> esc<strong>la</strong>vitud; <strong>de</strong> esta<br />

manera, en general los hombres no obe<strong>de</strong>cerán a Jesús porque aman este presente mundo malo y se<br />

regocijan en sus obras e inventos.<br />

Vv. 42—50. Esteban reprochó a los judíos <strong>la</strong> ido<strong>la</strong>tría <strong>de</strong> sus padres a <strong>la</strong> que Dios los entregó<br />

como castigo por haberlo abandonado antes. No fue una <strong>de</strong>shonra, sino honra para Dios que el<br />

tabernáculo cediera paso al templo; ahora es así, que el templo terrenal dé paso al espiritual; y así<br />

será cuando, al fin, el templo espiritual ceda el paso al eterno. Todo el mundo es el templo <strong>de</strong> Dios,<br />

don<strong>de</strong> está presente en todas partes, y lo llena con su gloria; entonces, ¿qué necesidad tiene <strong>de</strong> un<br />

templo don<strong>de</strong> manifestarse? Estas cosas muestran su eterno po<strong>de</strong>r y <strong>de</strong>idad. Pero como el cielo es su<br />

trono y <strong>la</strong> tierra es estrado <strong>de</strong> sus pies, ninguno <strong>de</strong> nuestros servicios benefician al que hizo todas <strong>la</strong>s<br />

cosas. Después <strong>de</strong> <strong>la</strong> naturaleza humana <strong>de</strong> Cristo, el corazón quebrantado y espiritual es el templo<br />

más valioso para Él.<br />

Vv. 51—53. Parece que Esteban iba a proseguir <strong>de</strong>mostrando que el templo y el servicio <strong>de</strong>l<br />

templo <strong>de</strong>bían llegar a su fin, y que ce<strong>de</strong>r el paso a <strong>la</strong> adoración <strong>de</strong>l Padre en espíritu y en verdad<br />

sería para gloria <strong>de</strong> ambos, pero se dio cuenta <strong>de</strong> que ellos no lo soportarían. Por tanto, se calló, y<br />

por el Espíritu <strong>de</strong> sabiduría, valor y po<strong>de</strong>r, reprendió fuertemente a sus perseguidores. Cuando<br />

argumentos y verda<strong>de</strong>s c<strong>la</strong>ras provocan a los opositores <strong>de</strong>l evangelio, se les <strong>de</strong>be mostrar su culpa y<br />

peligro. Ellos, como sus padres, eran obcecados y soberbios. En nuestros corazones pecaminosos<br />

hay lo que siempre resiste al Espíritu Santo, una carne cuyo <strong>de</strong>seo es contra el Espíritu, y batal<strong>la</strong><br />

contra sus movimientos; pero, en el corazón <strong>de</strong> los elegidos <strong>de</strong> Dios esa resistencia es vencida<br />

cuando llega <strong>la</strong> plenitud <strong>de</strong>l tiempo. Ahora el evangelio era ofrecido, no por ángeles, sino por el<br />

Espíritu Santo, pero ellos no lo abrazaron porque estaban resueltos a no cumplir con Dios, ya fuera<br />

en su ley o en su evangelio. La culpa <strong>de</strong> ellos les c<strong>la</strong>vó el corazón, y buscaron alivio asesinando a<br />

quien los reprendía, en lugar <strong>de</strong> llorar y pedir misericordia.

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