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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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escudo para nosotros para guardarnos <strong>de</strong> los dardos <strong>de</strong> fuego que revolotean abundantes a nuestro<br />

alre<strong>de</strong>dor. Aunque no ha prometido dar riquezas y dignida<strong>de</strong>s, ha prometido dar gracia y gloria a<br />

todos los que <strong>la</strong>s procuran <strong>de</strong> <strong>la</strong> manera que Él <strong>de</strong>signó. ¿Y qué es <strong>la</strong> gracia, sino el cielo iniciado<br />

aquí abajo, en el conocimiento, amor y servicio <strong>de</strong> Dios? ¿Qué es <strong>la</strong> gloria sino completar esta dicha<br />

al ser hechos como Él y gozar <strong>de</strong> Él parar siempre? Cuidémonos <strong>de</strong> andar rectamente y, entonces,<br />

confiemos en Dios para que nos dé todo lo que es bueno para nosotros. —Si no po<strong>de</strong>mos ir a <strong>la</strong> casa<br />

<strong>de</strong> Dios, vamos por fe al Señor <strong>de</strong> <strong>la</strong> casa; en Él seremos felices y tranquilos. Realmente dichoso es<br />

el hombre que, cualquiera sean sus circunstancias externas, confía en el Señor <strong>de</strong> los ejércitos, el<br />

Dios <strong>de</strong> Jacob.<br />

SALMO LXXXV<br />

Versículos 1—7. Oraciones por <strong>la</strong> continuación <strong>de</strong> <strong>la</strong>s misericordias anteriores. 8—13. Confianza<br />

en <strong>la</strong> bondad <strong>de</strong> Dios.<br />

Vv. 1—7. La sensación <strong>de</strong> <strong>la</strong>s aflicciones presentes no <strong>de</strong>be anu<strong>la</strong>r el recuerdo <strong>de</strong> misericordias<br />

anteriores. El favor <strong>de</strong> Dios es <strong>la</strong> fuente <strong>de</strong> <strong>la</strong> felicidad para <strong>la</strong>s naciones y para <strong>la</strong>s personas en<br />

particu<strong>la</strong>r. Cuando Dios perdona el pecado, lo cubre; y cuando cubre el pecado <strong>de</strong> su pueblo, lo<br />

cubre todo. Véase qué es el perdón <strong>de</strong>l pecado. Por compasión a nosotros, cuando Cristo nuestro<br />

Intercesor se ha puesto <strong>de</strong><strong>la</strong>nte <strong>de</strong> ti, tú has apartado tu ira. —Cuando estamos reconciliados con<br />

Dios, entonces, y solo entonces, po<strong>de</strong>mos esperar el consuelo <strong>de</strong> que esté reconciliado con nosotros.<br />

Él muestra misericordia a quienes da salvación; porque <strong>la</strong> salvación es <strong>de</strong> pura misericordia. El<br />

pueblo <strong>de</strong>l Señor pue<strong>de</strong> esperar aflicciones agudas y tediosas cuando comete pecado; pero cuando<br />

regresan a Él con oración humil<strong>de</strong>, los hace regocijarse en Él nuevamente.<br />

Vv. 8—13. Tar<strong>de</strong> o temprano Dios hab<strong>la</strong>rá <strong>de</strong> paz a su pueblo. Si no manda <strong>la</strong> paz externa, no<br />

obstante sugerirá paz interna hab<strong>la</strong>ndo a nuestros corazones por su Espíritu. La paz se <strong>de</strong>c<strong>la</strong>ra sólo<br />

sobre los que abandonan el pecado. Todo pecado es necedad, especialmente <strong>de</strong>scarriarse; <strong>la</strong> necedad<br />

más gran<strong>de</strong> es volver al pecado. —Ciertamente <strong>la</strong> salvación <strong>de</strong> Dios está cerca no importa cuáles<br />

sean nuestras dificulta<strong>de</strong>s y angustias. También, está asegurada su honra para que <strong>la</strong> gloria pueda<br />

habitar en nuestra tierra. Y <strong>la</strong> verdad <strong>de</strong> <strong>la</strong>s promesas se muestra por <strong>la</strong> misericordia divina <strong>de</strong> enviar<br />

al Re<strong>de</strong>ntor. —La justicia divina está ahora satisfecha por <strong>la</strong> gran expiación. Cristo, el camino, <strong>la</strong><br />

verdad y <strong>la</strong> vida, surgió <strong>de</strong> <strong>la</strong> tierra cuando tomó sobre sí nuestra naturaleza, y <strong>la</strong> justicia divina lo<br />

miró comp<strong>la</strong>cida y satisfecha. Por amor a Él se da toda buena dádiva, especialmente su Espíritu<br />

Santo, a los que lo pi<strong>de</strong>n. Por medio <strong>de</strong> Cristo, el pecador perdonado se vuelve fructífero en buenas<br />

obras, y mirando <strong>la</strong> justicia <strong>de</strong>l Salvador, y confiando en Él, encuentra sus pies puestos en <strong>la</strong> senda<br />

<strong>de</strong> sus pasos. La justicia es una segura dirección, para encontrar y seguir a Dios.<br />

SALMO LXXXVI<br />

Versículos 1—7. El salmista alega su fervor y <strong>la</strong> misericordia <strong>de</strong> Dios como razones para que<br />

seaescuchada su oración. 8—17. Renueva sus pedidos <strong>de</strong> socorro y consuelo.<br />

Vv. 1—7. Nuestra pobreza y miseria, cuando se sienten, son un po<strong>de</strong>roso argumento a nuestro favor<br />

ante el trono <strong>de</strong> <strong>la</strong> gracia. La mejor autopreservación es encomendarnos al cuidado <strong>de</strong> Dios. Yo soy

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