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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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Vv. 25—32. Matusalén significa ―cuando él muera, vendrá como un dardo‖, o ‗un envío‘ a saber<br />

el diluvio que vino el año en que murió Matusalén. Vivió 969 años <strong>la</strong> vida más <strong>la</strong>rga <strong>de</strong> un hombre<br />

sobre <strong>la</strong> tierra; pero aun el que viva más <strong>de</strong>be morir al fin. —Noé significa <strong>de</strong>scanso; sus padres le<br />

dieron ese nombre, con <strong>la</strong> perspectiva <strong>de</strong> que él fuera una gran bendición para su generación.<br />

Observe <strong>la</strong> queja <strong>de</strong> su padre acerca <strong>de</strong>l estado ca<strong>la</strong>mitoso <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida humana, <strong>de</strong>bido a <strong>la</strong> entrada <strong>de</strong>l<br />

pecado y a <strong>la</strong> maldición por el pecado. Toda nuestra vida se gasta en trabajar y nuestro tiempo se<br />

llena con esfuerzo continuo. Por haber mal<strong>de</strong>cido Dios a <strong>la</strong> tierra, lo más que algunos pue<strong>de</strong>n hacer,<br />

con el mayor cuidado y aflicciones, es obtener una dura manutención <strong>de</strong> ésta. Lamec esperaba alivio<br />

por el nacimiento <strong>de</strong> este hijo: ―Este nos aliviará <strong>de</strong> nuestras obras‖. Eso significa no sólo el <strong>de</strong>seo y<br />

expectativa que generalmente tienen los padres tocante a sus hijos, <strong>de</strong> que ellos sean consuelo y<br />

ayuda para ellos, aunque a menudo resultan ser otra cosa; sino que también significa una perspectiva<br />

<strong>de</strong> algo más. ¿Cristo es nuestro? ¿El cielo es nuestro? En nuestro afán y aflicción necesitamos<br />

mejores conso<strong>la</strong>dores que <strong>la</strong>s más caras re<strong>la</strong>ciones y <strong>la</strong> más prometedora <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>ncia; po<strong>de</strong>mos<br />

buscar y hal<strong>la</strong>r consuelo en Cristo.<br />

CAPÍTULO VI<br />

Versículos 1—7. La maldad <strong>de</strong>l mundo que provocó <strong>la</strong> ira <strong>de</strong> Dios. 8—11. Noé hal<strong>la</strong> gracia. 12—<br />

21. Anuncio <strong>de</strong>l diluvio a Noé—Instrucciones sobre el arca. 22. Fe y obediencia <strong>de</strong> Noé.<br />

Vv. 17. La cosa más notable acerca <strong>de</strong>l mundo antiguo es su <strong>de</strong>strucción por el diluvio. Se nos<br />

cuenta <strong>la</strong> abundante iniquidad <strong>de</strong> ese mundo malo: <strong>la</strong> justa ira <strong>de</strong> Dios y su santa resolución <strong>de</strong><br />

castigarlo. En todas <strong>la</strong>s épocas ha habido una maldición específica <strong>de</strong> Dios para el matrimonio entre<br />

un profesante <strong>de</strong> <strong>la</strong> verda<strong>de</strong>ra religión y sus enemigos <strong>de</strong>c<strong>la</strong>rados. El mal ejemplo <strong>de</strong>l cónyuge impío<br />

corrompe o hiere mucho al otro. Se acaba <strong>la</strong> religión <strong>de</strong> <strong>la</strong> familia y los niños son educados<br />

conforme a <strong>la</strong>s máximas mundanas <strong>de</strong>l progenitor que no tiene temor <strong>de</strong> Dios. Si profesamos ser<br />

hijos e hijas <strong>de</strong>l Señor Todopo<strong>de</strong>roso, no <strong>de</strong>bemos casarnos sin su consentimiento. Él no nos dará su<br />

bendición, si preferimos <strong>la</strong> belleza, <strong>la</strong> inteligencia, <strong>la</strong> riqueza o los honores mundanales a <strong>la</strong> fe y <strong>la</strong><br />

santidad. —El Espíritu <strong>de</strong> Dios contendió con los hombres enviando a Enoc, Noé y quizá a otros,<br />

para que les predicaran; esperaba mostrar su gracia a pesar <strong>de</strong> sus rebeliones <strong>de</strong>spertando temor y<br />

convicción en sus conciencias. Pero el Señor <strong>de</strong>c<strong>la</strong>ró que su Espíritu no siempre conten<strong>de</strong>ría así con<br />

los hombres; Él los <strong>de</strong>jaría endurecerse en el pecado y madurar para <strong>la</strong> <strong>de</strong>strucción. Esto lo<br />

<strong>de</strong>terminó Él porque el hombre era carne: no sólo frágil y débil, sino carnal y <strong>de</strong>pravado, habiendo<br />

usado mal los po<strong>de</strong>res nobles <strong>de</strong> su alma para satisfacer sus inclinaciones corruptas. —Dios ve toda<br />

<strong>la</strong> maldad que hay entre los hijos <strong>de</strong> los hombres; no <strong>la</strong> pue<strong>de</strong>n ocultar <strong>de</strong> Él ahora; y si no se<br />

arrepienten <strong>de</strong> el<strong>la</strong>, será dada a conocer por Él <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> poco. Indudablemente <strong>la</strong> maldad <strong>de</strong> un<br />

pueblo es gran<strong>de</strong>, cuando los pecadores notorios son hombres célebres entre ellos. Muchísimo<br />

pecado se cometía en todas partes por toda c<strong>la</strong>se <strong>de</strong> personas. Cualquiera podía ver que <strong>la</strong> maldad <strong>de</strong>l<br />

hombre era gran<strong>de</strong>: pero Dios vio que toda imaginación o propósito <strong>de</strong> los pensamientos <strong>de</strong>l corazón<br />

<strong>de</strong>l hombre era <strong>de</strong> continuo so<strong>la</strong>mente el mal. Esto era <strong>la</strong> raíz amarga, <strong>la</strong> fuente corrupta. El corazón<br />

era engañoso y perverso; los principios eran corruptos; los hábitos y <strong>la</strong>s disposiciones, ma<strong>la</strong>s. Sus<br />

intenciones y p<strong>la</strong>nes eran malvados. Ellos hacían el mal <strong>de</strong>liberadamente, y se <strong>la</strong>s ingeniaban para<br />

hacer perversida<strong>de</strong>s. No había bien entre ellos. Dios vio <strong>la</strong> maldad <strong>de</strong>l hombre como quien es herido<br />

y maltratado por el<strong>la</strong>. La vio como un padre tierno ve <strong>la</strong> necedad y porfía <strong>de</strong> un hijo rebel<strong>de</strong> y<br />

<strong>de</strong>sobediente, cosa que le aflige y le hace <strong>de</strong>sear no haber tenido hijos. Las pa<strong>la</strong>bras usadas aquí son<br />

muy notables; <strong>la</strong>s usa según el entendimiento <strong>de</strong> los hombres y no significan que Dios pueda<br />

cambiar o sentirse infeliz. ¿Dios odia así nuestro pecado? Y nosotros, ¿no <strong>de</strong>biéramos afligirnos <strong>de</strong><br />

corazón por eso? ¡Oh, que podamos mirar a Aquel a quien hemos afligido, y <strong>la</strong>mentar! —Dios se

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