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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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pecador humil<strong>la</strong>do es como <strong>la</strong> <strong>de</strong>l pródigo. Es vestido con el manto <strong>de</strong> <strong>la</strong> justicia <strong>de</strong>l Re<strong>de</strong>ntor, hecho<br />

partícipe <strong>de</strong>l Espíritu <strong>de</strong> adopción, preparado por <strong>la</strong> paz <strong>de</strong> conciencia y <strong>la</strong> gracia <strong>de</strong>l evangelio para<br />

andar en los caminos <strong>de</strong> <strong>la</strong> piedad, y festejado con conso<strong>la</strong>ciones divinas. Los principios <strong>de</strong> <strong>la</strong> gracia<br />

y <strong>la</strong> santidad obran en él, para hacer y para querer.<br />

Vv. 25—32. En <strong>la</strong> última parte <strong>de</strong> esta parábo<strong>la</strong> tenemos el carácter <strong>de</strong> los fariseos, aunque no <strong>de</strong><br />

ellos solos. Establece <strong>la</strong> bondad <strong>de</strong>l Señor y <strong>la</strong> soberbia con que se recibe su bondad <strong>de</strong> gracia. Los<br />

judíos, en general, mostraron el mismo espíritu hacia los gentiles convertidos; y cantida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> ellos<br />

en toda época objetan el evangelio y a sus predicadores sobre <strong>la</strong> misma base. ¡Cómo será ese<br />

temperamento que incita al hombre a <strong>de</strong>spreciar y aborrecer a aquellos por quienes <strong>de</strong>rramó su<br />

preciosa sangre el Salvador, ésos que son objetos <strong>de</strong> <strong>la</strong> elección <strong>de</strong>l Padre, y templos <strong>de</strong>l Espíritu<br />

Santo! Esto brota <strong>de</strong>l orgullo, <strong>la</strong> preferencia <strong>de</strong>l sí mismo y <strong>la</strong> ignorancia propia <strong>de</strong>l corazón <strong>de</strong>l<br />

hombre. —La misericordia y <strong>la</strong> gracia <strong>de</strong> nuestro Dios en Cristo bril<strong>la</strong>n casi con tanto fulgor en su<br />

tierna y gentil tolerancia para con los santos beligerantes como para recibir a los pecadores pródigos<br />

que se arrepienten. Dicha in<strong>de</strong>cible <strong>de</strong> todos los hijos <strong>de</strong> Dios, que se mantienen cerca <strong>de</strong> <strong>la</strong> casa <strong>de</strong><br />

su Padre, es que estén, y estarán siempre con Él. Dicha será para los que acepten agra<strong>de</strong>cidos <strong>la</strong><br />

invitación <strong>de</strong> Cristo.<br />

CAPÍTULO XVI<br />

Versículos 1—12. La parábo<strong>la</strong> <strong>de</strong>l mayordomo injusto. 13—18. Cristo repren<strong>de</strong> <strong>la</strong> hipocresía <strong>de</strong> los<br />

fariseos codiciosos. 19—31. El rico y Lázaro.<br />

Vv. 1—12. Cualquier cosa que tengamos, su propiedad es <strong>de</strong> Dios; nosotros sólo tenemos su uso<br />

conforme a lo que manda nuestro gran Señor, y para su honra. Este mayordomo <strong>de</strong>spilfarró los<br />

bienes <strong>de</strong> su señor. Todos somos responsabless <strong>de</strong> <strong>la</strong> misma acusación; no sacamos el provecho<br />

<strong>de</strong>bido <strong>de</strong> lo que Dios nos ha encargado. El mayordomo no pue<strong>de</strong> negarlo; <strong>de</strong>be rendir cuentas e<br />

irse. Esto pue<strong>de</strong> enseñarnos que <strong>la</strong> muerte vendrá y nos privará <strong>de</strong> <strong>la</strong>s oportunida<strong>de</strong>s que tenemos<br />

ahora. El mayordomo ganará amigos <strong>de</strong> los <strong>de</strong>udores e inquilinos <strong>de</strong> su señor, eliminando una parte<br />

consi<strong>de</strong>rable <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>de</strong>uda <strong>de</strong> ellos con su señor. El señor al cual se alu<strong>de</strong> en esta parábo<strong>la</strong> no elogió el<br />

frau<strong>de</strong>, sino <strong>la</strong> política <strong>de</strong>l mayordomo. Sólo se <strong>de</strong>staca en este aspecto. Los hombres mundanos, al<br />

elegir sus objetivos son necios, pero en su actividad y perseverancia, son a menudo más sabios que<br />

los creyentes. El mayordomo injusto no se nos pone como ejemplo <strong>de</strong> engaño a su amo, ni para<br />

justificar <strong>la</strong> <strong>de</strong>shonestidad, sino para seña<strong>la</strong>r el cuidado que ponen los hombres mundanos. Bueno<br />

sería que los hijos <strong>de</strong> <strong>la</strong> luz aprendieran sabiduría <strong>de</strong> los hombres <strong>de</strong>l mundo, y siguieran con igual<br />

diligencia su mejor objetivo. —Las riquezas verda<strong>de</strong>ras significan bendiciones espirituales; y si un<br />

hombre gasta en sí mismo o acumu<strong>la</strong> lo que Dios le ha confiado, en cuanto a <strong>la</strong>s cosas externas, ¿qué<br />

prueba pue<strong>de</strong> tener <strong>de</strong> que es here<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> Dios por medio <strong>de</strong> Cristo? Las riquezas <strong>de</strong> este mundo son<br />

engañosas e inciertas. Convenzámonos que son ricos verda<strong>de</strong>ramente, y muy ricos, los que son ricos<br />

en fe, y ricos para con Dios, ricos en Cristo, en <strong>la</strong>s promesas; entonces acumulemos nuestro tesoro<br />

en el cielo y esperemos nuestra porción <strong>de</strong> allá.<br />

Vv. 13—18. Nuestro Señor agrega a esta parábo<strong>la</strong> una advertencia solemne: Uste<strong>de</strong>s no pue<strong>de</strong>n<br />

servir a Dios y al mundo, porque así <strong>de</strong> divididos son los dos intereses. Cuando nuestro Señor habló<br />

así, los fariseos codiciosos recibieron con <strong>de</strong>sprecio sus instrucciones, pero Él les advirtió que lo que<br />

ellos contendían si fuera <strong>la</strong> ley, era una lucha sobre su significado: esto muestra nuestro Señor en un<br />

ejemplo referido al divorcio. Hay muchos abogados pertinaces codiciosos que favorecen <strong>la</strong> forma <strong>de</strong>

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