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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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CAPÍTULO II<br />

Versículos 1, 2. El apóstol se dirige a <strong>la</strong> expiación <strong>de</strong> Cristo para ayuda contra <strong>la</strong>s <strong>de</strong>bilida<strong>de</strong>s<br />

pecaminosas. 3—11. Los efectos <strong>de</strong>l conocimiento salvador para producir obediencia y amor a<br />

los hermanos. 12—14. Los cristianos son tratados como hijitos, jóvenes y padres. 15—23.<br />

Todos son advertidos en contra <strong>de</strong>l amor a este mundo y contra el error. 24—29. Exhortación a<br />

permanecer firmes en <strong>la</strong> fe y <strong>la</strong> santidad.<br />

Vv. 1, 2. Tenemos un Abogado para con el Padre; uno que ha prometido, y es plenamente capaz <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r a cada uno que solicite perdón y salvación en su nombre, <strong>de</strong>pendiendo <strong>de</strong> que Él abogue<br />

por ellos. Él es ―Jesús‖, el Salvador, y ―Cristo‖, el Mesías, el Ungido. Él solo es ―el Justo‖, que<br />

recibió su naturaleza libre <strong>de</strong> pecado, y como fiador nuestro obe<strong>de</strong>ció perfectamente <strong>la</strong> ley <strong>de</strong> Dios, y<br />

así cumplió toda justicia. Todos los hombres <strong>de</strong> todo país, y a través <strong>de</strong> sucesivas generaciones,<br />

están invitados a ir a Dios a través <strong>de</strong> esta expiación absolutamente suficiente y por este camino<br />

nuevo y vivo. El evangelio, cuando se compren<strong>de</strong> y recibe correctamente, pone el corazón en contra<br />

<strong>de</strong> todo pecado y contra su práctica permitida; y al mismo tiempo, da un bendito alivio a <strong>la</strong>s<br />

conciencias heridas <strong>de</strong> los que han pecado.<br />

Vv. 3—11. ¿Qué conocimiento <strong>de</strong> Cristo pue<strong>de</strong> ser aquel que no ve que Él es digno <strong>de</strong> toda<br />

nuestra obediencia? La vida <strong>de</strong> <strong>de</strong>sobediencia muestra que no hay religión ni honestidad en el<br />

profesante. —El amor <strong>de</strong> Dios es perfeccionado en aquel que obe<strong>de</strong>ce sus mandamientos. La gracia<br />

<strong>de</strong> Dios en Él obtiene su marca verda<strong>de</strong>ra, y produce su efecto soberano tanto como pue<strong>de</strong> ser en<br />

este mundo, y esta es <strong>la</strong> regeneración <strong>de</strong>l hombre, aunque aquí nunca sea absolutamente perfecta. Sin<br />

embargo, esta observancia <strong>de</strong> los mandamientos <strong>de</strong> Cristo tiene santidad y excelencia, que si fuesen<br />

universales, harían que <strong>la</strong> tierra se pareciera al cielo mismo. —El mandamiento <strong>de</strong> amarse los unos a<br />

los otros ha tenido vigencia <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el comienzo <strong>de</strong>l mundo, pero podría consi<strong>de</strong>rarse como<br />

mandamiento nuevo al darlo a los cristianos. Era nuevo para ellos, como era nueva su situación<br />

respecto <strong>de</strong> sus motivos, reg<strong>la</strong>s y obligaciones. Siguen en estado <strong>de</strong> tinieb<strong>la</strong>s los que andan con odio<br />

y enemistad contra los creyentes. El amor cristiano nos enseña a valorar el alma <strong>de</strong> nuestro hermano<br />

y a temer todo lo que dañe su pureza y su paz. Don<strong>de</strong> haya tinieb<strong>la</strong>s espirituales, estarán<br />

entenebrecidos <strong>la</strong> mente, el juicio y <strong>la</strong> conciencia, y erraremos el camino a <strong>la</strong> vida celestial. Estas<br />

cosas exigen un serio examen <strong>de</strong> sí; y <strong>la</strong> oración ferviente para que Dios nos muestre qué somos y<br />

dón<strong>de</strong> vamos.<br />

Vv. 12—14. Como los cristianos tienen sus estados propios, tienen sus <strong>de</strong>beres peculiares; pero<br />

hay preceptos y obediencia que afectan a todos, particu<strong>la</strong>rmente el amor mutuo y el <strong>de</strong>sprecio al<br />

mundo. El discípulo sincero más joven es perdonado; <strong>la</strong> comunión <strong>de</strong> los santos va acompañada <strong>de</strong>l<br />

perdón <strong>de</strong> pecados. Los que tienen <strong>la</strong> permanencia más prolongada en <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> <strong>de</strong> Cristo necesitan<br />

aun más consejo e instrucción. Se <strong>de</strong>be escribir a los padres, y predicarles; nadie es <strong>de</strong>masiado viejo<br />

para apren<strong>de</strong>r. Pero esto vale especialmente para los jóvenes en Cristo Jesús, aunque hayan<br />

alcanzado fortaleza <strong>de</strong> espíritu y sano sentido, hayan resistido exitosamente <strong>la</strong>s primeras pruebas y<br />

tentaciones, hayan roto con <strong>la</strong>s ma<strong>la</strong>s costumbres y re<strong>la</strong>ciones, y hayan entrado por <strong>la</strong> puerta estrecha<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> conversión verda<strong>de</strong>ra. —Se vuelve a dirigir a los diferentes grupos <strong>de</strong> cristianos. Los niños en<br />

Cristo saben que Dios es su Padre: esa es su sabiduría. Los creyentes avanzados que conocen a<br />

Aquel que fue <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el comienzo, antes que este mundo fuese hecho, muy bien pue<strong>de</strong>n ser guiados<br />

por eso a renunciar a este mundo. —La gloria <strong>de</strong> <strong>la</strong>s personas jóvenes será <strong>la</strong> fortaleza en Cristo y en<br />

su gracia. Ellos vencen al maligno por <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra <strong>de</strong> Dios.

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