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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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Salvador y esperan en Él con lectura, meditación y oración diaria. Los hijos <strong>de</strong>l mundo encuentran<br />

tiempo para diversiones vanas, sin <strong>de</strong>scuidar lo que ellos consi<strong>de</strong>ran cosa necesaria. ¿No se<br />

<strong>de</strong>muestra <strong>de</strong>sprecio <strong>de</strong> <strong>la</strong>s instrucciones <strong>de</strong> <strong>la</strong> Sabiduría cuando <strong>la</strong> gente que profesa santidad, busca<br />

excusas para <strong>de</strong>scuidar los medios <strong>de</strong> gracia? Cristo es Sabiduría y Él es Vida para todos los<br />

creyentes; no po<strong>de</strong>mos obtener el favor <strong>de</strong> Dios a menos que hallemos a Cristo y seamos hal<strong>la</strong>dos en<br />

Él. Se engañan los que ofen<strong>de</strong>n a Cristo; el pecado es malo para el alma. Los pecadores mueren<br />

porque quieren morir, lo que justifica a Dios cuando Él juzga.<br />

CAPÍTULO IX<br />

Versículos 1—12. Las invitaciones <strong>de</strong> <strong>la</strong> Sabiduría. 13—18. Las invitaciones <strong>de</strong> <strong>la</strong> necedad.<br />

Vv. 1—12. Cristo ha preparado or<strong>de</strong>nanzas a <strong>la</strong>s cuales se recibe a su pueblo, y por <strong>la</strong>s cuales aquí se<br />

alimentan los que creen en Él, y a<strong>de</strong>más reciben mansiones celestiales en el más allá. Los ministros<br />

<strong>de</strong>l evangelio siguen invitando a los huéspe<strong>de</strong>s. El l<strong>la</strong>mamiento es general y no excluye a nadie que<br />

no se excluya por sí mismo. Nuestro Salvador no vino a l<strong>la</strong>mar a los justos sino a los pecadores; no a<br />

los sabios según sus propios ojos, que dicen que ven. Debemos evitar <strong>la</strong> compañía y los p<strong>la</strong>ceres<br />

necios <strong>de</strong>l impío o nunca disfrutaremos los p<strong>la</strong>ceres <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida santa. Es vano procurar <strong>la</strong> compañía<br />

<strong>de</strong> los impíos con <strong>la</strong> esperanza <strong>de</strong> hacerles bien; es mucho más probable que seamos corrompidos<br />

por ellos. No basta con abandonar al necio; <strong>de</strong>bemos juntarnos con los que andan en sabiduría. No<br />

hay verda<strong>de</strong>ra sabiduría, sino en el camino <strong>de</strong> <strong>la</strong> religión, no hay vida verda<strong>de</strong>ra, sino al final <strong>de</strong> este<br />

camino. —Aquí está <strong>la</strong> felicidad <strong>de</strong> quienes lo abrazan. El hombre no pue<strong>de</strong> darle provecho a Dios;<br />

todo es para nuestro propio bien. Obsérvese <strong>la</strong> vergüenza y ruina <strong>de</strong> los que no lo respetan. Dios no<br />

es el Autor <strong>de</strong>l pecado: y Satanás pue<strong>de</strong> tentar so<strong>la</strong>mente, no pue<strong>de</strong> forzar. Tú llevarás <strong>la</strong> pérdida <strong>de</strong><br />

aquello <strong>de</strong> que te bur<strong>la</strong>ste: se agregará a tu con<strong>de</strong>nación.<br />

Vv. 13—18. ¡Cuán diligente es el tentador para seducir al pecado a <strong>la</strong>s almas <strong>de</strong>sprevenidas! El<br />

p<strong>la</strong>cer sensual carnal sel<strong>la</strong> <strong>la</strong> conciencia y apaga <strong>la</strong>s chispas <strong>de</strong> <strong>la</strong> convicción <strong>de</strong> pecado. Este<br />

tentador no tiene una razón firme que ofrecer; y don<strong>de</strong> el<strong>la</strong> consigue el dominio <strong>de</strong> un alma, se<br />

pier<strong>de</strong> y olvida todo conocimiento <strong>de</strong> <strong>la</strong>s cosas santas. El<strong>la</strong> es muy violenta y presionadora. —<br />

Tenemos que procurar y orar por <strong>la</strong> sabiduría verda<strong>de</strong>ra, porque Satanás tiene muchas formas <strong>de</strong><br />

alejar nuestra alma <strong>de</strong> Cristo. No sólo <strong>la</strong>s lujurias mundanas y <strong>la</strong>s seductoras abandonadas resultan<br />

fatales para el alma <strong>de</strong> los hombres; los falsos maestros con doctrinas que ha<strong>la</strong>gan el orgullo y dan<br />

libertad a <strong>la</strong>s lujurias, <strong>de</strong>struyen a miles. Atraen especialmente a los que han recibido sólo<br />

impresiones serias parciales. Las profundida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> Satanás son abismos <strong>de</strong>l infierno, y el pecado, sin<br />

remordimiento, es ruina, ruina sin remedio. Salomón muestra el anzuelo: quienes le creen no se<br />

meterán con <strong>la</strong> carnada. Contémplese el p<strong>la</strong>cer robado, engañoso, insatisfactorio, vacío y miserable<br />

que propone el pecado; nuestras almas <strong>de</strong>seen tanto el goce eterno <strong>de</strong> Cristo, que en <strong>la</strong> tierra vivamos<br />

para Él diariamente por fe, y no antes <strong>de</strong> mucho, con Él en <strong>la</strong> gloria.<br />

CAPÍTULO X<br />

En todos los Proverbios tenemos que buscar algo que está más allá <strong>de</strong>l primer sentido <strong>de</strong>l pasaje, y<br />

en esto encontraremos que se refiere a Cristo. Él es <strong>la</strong> Sabiduría tan a menudo mencionada en este<br />

libro.

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