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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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convencidos que pensaran lo que será al final <strong>de</strong> esto. Los terrores <strong>de</strong>l Señor son sus flechas; y su ira<br />

es comparada con <strong>la</strong>s ascuas encendidas <strong>de</strong>l enebro, que tienen un calor feroz y mantienen por<br />

mucho tiempo el fuego. Esta es <strong>la</strong> porción <strong>de</strong> <strong>la</strong> lengua falsa; porque todo el que ama y hace<br />

mentiras, tendrá su porción en el <strong>la</strong>go que hierve eternamente.<br />

Vv. 5—7. Muy penoso es para el hombre bueno ser arrojado y mantenido en compañía <strong>de</strong><br />

impíos, <strong>de</strong> los cuales espera estar separado para siempre. Véase aquí el carácter <strong>de</strong>l hombre bueno;<br />

prefiere vivir pacíficamente con todos los hombres. Y sigamos a David en cuanto figura <strong>de</strong> Cristo;<br />

en nuestra angustia c<strong>la</strong>memos al Señor y Él nos oirá. Vayamos en pos <strong>de</strong> <strong>la</strong> paz y <strong>la</strong> santidad<br />

luchando por vencer con el bien el mal.<br />

SALMO CXXI<br />

La seguridad <strong>de</strong> los santos.<br />

No <strong>de</strong>bemos confiar en los hombres ni en los medios, instrumentos ni causas secundarias.<br />

¿Depen<strong>de</strong>ré <strong>de</strong> <strong>la</strong> fuerza <strong>de</strong> los montes? ¿De los príncipes y gran<strong>de</strong>s hombres? No; mi confianza está<br />

únicamente en Dios. O <strong>de</strong>bemos levantar los ojos por encima <strong>de</strong> los montes; <strong>de</strong>bemos mirar al Dios<br />

que hace que todas <strong>la</strong>s cosas terrenales sean lo que son para nosotros. Debemos ver toda nuestro<br />

socorro en Dios; <strong>de</strong> Él <strong>de</strong>bemos esperarlo en su propio tiempo y manera. —Este salmo nos enseña a<br />

conso<strong>la</strong>rnos en el Señor cuando <strong>la</strong>s dificulta<strong>de</strong>s y los peligros son más gran<strong>de</strong>s. Sabiduría<br />

omnipotente es <strong>la</strong> que p<strong>la</strong>nifica y fuerza omnipotente es <strong>la</strong> que obra <strong>la</strong> seguridad <strong>de</strong> quienes se ponen<br />

bajo <strong>la</strong> protección <strong>de</strong> Dios. Él es Cuidador <strong>de</strong>spierto y vigi<strong>la</strong>nte; nunca se agota; no sólo no se<br />

duerme; ni siquiera se adormece. Bajo esta sombra po<strong>de</strong>mos sentarnos <strong>de</strong>leitados y seguros. Él<br />

siempre está cerca <strong>de</strong> su pueblo para su protección y renovación. —La diestra es <strong>la</strong> mano que<br />

trabaja; que se vuelvan a su <strong>de</strong>ber y hal<strong>la</strong>rán a Dios preparado para prosperarlos. Él cuida que su<br />

pueblo no caiga. Tú no serás herido por ataques directos, ni por los intentos secretos <strong>de</strong> tus<br />

enemigos. El Señor impedirá el mal que temes y santificará, eliminará o iluminará el mal que<br />

sentiste. Él preservará el alma para que no sea contaminada por el pecado ni perturbada por <strong>la</strong><br />

aflicción; <strong>la</strong> preservará <strong>de</strong> perecer eternamente. Te sostendrá en <strong>la</strong> vida y en <strong>la</strong> muerte; saliendo a tu<br />

trabajo en <strong>la</strong> mañana <strong>de</strong> tu vida, y al regresar a tu casa, a tu reposo cuando el crepúsculo <strong>de</strong> <strong>la</strong> vejez<br />

te l<strong>la</strong>me a entrar. Es una protección vitalicia. El Espíritu que es el Preservador y Conso<strong>la</strong>dor <strong>de</strong> ellos,<br />

habitará para siempre con ellos. Que seamos hal<strong>la</strong>dos en nuestra obra, seguros <strong>de</strong> que <strong>la</strong>s<br />

bendiciones prometidas en este Salmo son nuestras.<br />

SALMO CXXII<br />

Versículos 1—5. Estima por Jerusalén. 6—9. Preocupación por su bienestar.<br />

Vv. 1—5. El p<strong>la</strong>cer y el provecho <strong>de</strong> los medios <strong>de</strong> gracia <strong>de</strong>ben hacernos <strong>de</strong>spreciar los problemas<br />

y <strong>la</strong> fatiga al dirigirnos a ellos; y <strong>de</strong>bemos vivificarnos unos a otros en lo que es bueno. Debemos<br />

<strong>de</strong>sear que nuestros amigos cristianos, cuando tienen alguna buena obra entre manos, nos l<strong>la</strong>men y<br />

nos lleven con ellos. ¡Con cuánta disposición <strong>de</strong>biéramos pensar en <strong>la</strong> Jerusalén celestial! ¡Con<br />

cuánta alegría <strong>de</strong>biéramos llevar <strong>la</strong> cruz y acoger bien a <strong>la</strong> muerte, esperando una corona <strong>de</strong> gloria!<br />

—Jerusalén es l<strong>la</strong>mada <strong>la</strong> ciudad hermosa. Es un tipo <strong>de</strong> <strong>la</strong> iglesia <strong>de</strong>l evangelio que está con<strong>de</strong>nsada

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