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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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Versículos 1—21. Las primeras ofrendas <strong>de</strong> Aarón por sí y por el pueblo. 22—24. Moisés y Aarón<br />

bendicen al pueblo—Cae fuego <strong>de</strong> Jehová sobre el altar.<br />

Vv. 1—21. Estos muchos sacrificios, que llegaron a su fin con <strong>la</strong> muerte <strong>de</strong> Cristo, nos enseñan que<br />

nuestro mejor servicio <strong>de</strong>be ser <strong>la</strong>vado en su sangre, y que <strong>la</strong> culpa <strong>de</strong> nuestros mejores sacrificios<br />

tiene que ser quitada por uno más puro y noble que ellos. Estemos agra<strong>de</strong>cidos <strong>de</strong> tener tal Sumo<br />

Sacerdote. —Los sacerdotes no tenían un día <strong>de</strong> <strong>de</strong>scanso en el servicio. Los sacerdotes espirituales<br />

<strong>de</strong> Dios tienen trabajo constante que requiere el <strong>de</strong>ber <strong>de</strong> cada día; los que han <strong>de</strong> rendir cuenta, con<br />

gozo <strong>de</strong>ben redimir el tiempo. —La gloria <strong>de</strong> Dios apareció a vista <strong>de</strong>l pueblo y aceptó lo que ellos<br />

habían hecho. Ahora no tenemos que esperar tales apariciones, pero Dios se acerca a quienes se<br />

acercan a Él, y <strong>la</strong>s ofrendas <strong>de</strong> <strong>la</strong> fe le son aceptables; dado que los sacrificios son espirituales, <strong>la</strong>s<br />

señales <strong>de</strong> su aceptación son igualmente espirituales. —Cuando Aarón hubo hecho todo lo que había<br />

que hacer por los sacrificios, levantó <strong>la</strong>s manos hacia el pueblo y lo bendijo. Aarón sólo podía<br />

anhe<strong>la</strong>r una bendición. Dios es el único que pue<strong>de</strong> mandar<strong>la</strong>.<br />

Vv. 22—24. Cuando finalizó <strong>la</strong> solemnidad y se dijo <strong>la</strong> bendición, Dios testificó su aceptación.<br />

Ahí vino un fuego <strong>de</strong>l Señor y consumió el sacrificio. Este fuego podía justamente haber sido<br />

precipitado sobre el pueblo consumiéndolos por sus pecados pero al consumir el sacrificio significó<br />

<strong>la</strong> aceptación <strong>de</strong> Dios <strong>de</strong> ello como expiación por el pecador. —También esto fue una figura <strong>de</strong> <strong>la</strong>s<br />

cosas buenas veni<strong>de</strong>ras. El Espíritu <strong>de</strong>scendió como fuego sobre los apóstoles. Y el <strong>de</strong>scenso <strong>de</strong> este<br />

fuego santo a nuestras almas, para encen<strong>de</strong>r en el<strong>la</strong>s afectos piadosos y <strong>de</strong>votos para con Dios, y tal<br />

celo santo que quema <strong>la</strong> carne y sus lujurias, es una prenda segura <strong>de</strong> <strong>la</strong> bondadosa aceptación <strong>de</strong><br />

nuestras personas y <strong>de</strong>sempeños por parte <strong>de</strong> Dios. Nada va a Dios sino lo que viene <strong>de</strong> Él. Debemos<br />

tener gracia, ese fuego santo, <strong>de</strong>l Dios <strong>de</strong> <strong>la</strong> gracia o, <strong>de</strong> otro modo, no po<strong>de</strong>mos servirle<br />

aceptablemente, Hebreos iv, 16; xii, 28. —El pueblo fue aceptado por este <strong>de</strong>scubrimiento <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

gloria y gracia <strong>de</strong> Dios. Ellos lo recibieron con el gozo más elevado; triunfantes en <strong>la</strong> seguridad dada<br />

a ellos <strong>de</strong> que habían tenido cerca a Dios. Y con <strong>la</strong> menor reverencia; adorando humil<strong>de</strong>mente <strong>la</strong><br />

majestad <strong>de</strong> ese Dios que así con<strong>de</strong>scendió a manifestarse a ellos. Miedo pecador <strong>de</strong> Dios es aquel<br />

que nos aleja <strong>de</strong> Él; el temor <strong>de</strong> <strong>la</strong> gracia nos hace inclinarnos ante Él.<br />

CAPÍTULO X<br />

Versículos 1, 2. El pecado y <strong>la</strong> muerte <strong>de</strong> Nadab y Abiú. 3—7. Se prohíbe a Aarón y a sus hijos que<br />

hagan duelo por Nadab y Abiú. 8—11. Prohibición <strong>de</strong>l vino a los sacerdotes cuando están al<br />

servicio <strong>de</strong>l tabernáculo. 12—20. De comer <strong>la</strong>s cosas santas.<br />

Vv. 1, 2. Después <strong>de</strong> Moisés y Aarón, nadie tenía más probabilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> ser honrado en Israel que<br />

Nadab y Abiú. Hay razón para pensar que ellos se llenaron <strong>de</strong> orgullo y que se encendieron con vino.<br />

Mientras el pueblo estaba postrado ante el Señor, adorando su presencia y gloria, ellos entraron<br />

precipitadamente al tabernáculo para quemar incienso, aunque no en el momento indicado; los dos<br />

juntos en lugar <strong>de</strong> ir uno solo, y con fuego que no fue tomado <strong>de</strong>l altar. Si lo hubieran hecho por<br />

ignorancia, se les habría permitido llevar una ofrenda por el pecado. Pero el alma que actúa<br />

presuntuosamente y con <strong>de</strong>sdén <strong>de</strong> <strong>la</strong> majestad y justicia <strong>de</strong> Dios, esa alma, será cortada. La paga <strong>de</strong>l<br />

pecado es muerte. Ellos murieron en el acto mismo <strong>de</strong> su pecado. —El pecado y el castigo <strong>de</strong> estos<br />

sacerdotes mostró <strong>la</strong> imperfección <strong>de</strong>l sacerdocio <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su comienzo mismo, y que no podía<br />

resguardar <strong>de</strong>l fuego <strong>de</strong> <strong>la</strong> ira <strong>de</strong> Dios, no siendo otra cosa que era un tipo <strong>de</strong>l sacerdocio <strong>de</strong> Cristo.

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