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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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para pecar, provocan a Dios. Los pecados <strong>de</strong>l pueblo profesante <strong>de</strong> Dios los hace presa fácil <strong>de</strong> sus<br />

enemigos. Ellos no se atreven a mostrarse. Los santos pue<strong>de</strong>n regocijarse en <strong>la</strong> esperanza <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

misericordia <strong>de</strong> Dios, aunque <strong>la</strong>s vean sólo en <strong>la</strong> promesa: los pecadores <strong>de</strong>ben <strong>la</strong>mentar <strong>de</strong> miedo a<br />

los juicios <strong>de</strong> Dios, aunque los vean sólo en <strong>la</strong>s advertencias. —Son lo peor <strong>de</strong> los rebel<strong>de</strong>s, y todos<br />

corruptores. Los pecadores pronto se convierten en tentadores. Son comparados con el fierro que se<br />

supone <strong>de</strong> buen metal en sí, pero resulta ser todo escoria. Nada predominará para apartarlos <strong>de</strong> sus<br />

pecados. Serán l<strong>la</strong>mados p<strong>la</strong>ta rechazada, inútil y sin valor. Cuando <strong>la</strong>s advertencias, <strong>la</strong>s<br />

correcciones, <strong>la</strong>s reprensiones y todos los medios <strong>de</strong> gracia no renuevan a los hombres, éstos serán<br />

<strong>de</strong>jados a <strong>la</strong> miseria eterna, rechazados por Dios. Entonces, roguemos orando que nosotros seamos<br />

refinados por el Señor, como se refina <strong>la</strong> p<strong>la</strong>ta.<br />

CAPÍTULO VII<br />

Versículos 1—16. Vana es <strong>la</strong> confianza en el templo. 17—20. La provocación por persistir en <strong>la</strong><br />

ido<strong>la</strong>tría. 21—28. Dios justifica sus tratos con ellos, 29—34. y amenaza venganza.<br />

Vv. 1—16. No aprovecharán <strong>la</strong>s observancias, <strong>la</strong>s profesiones o <strong>la</strong>s supuestas reve<strong>la</strong>ciones si los<br />

hombres no enmiendan sus caminos y sus hechos. Nadie pue<strong>de</strong> preten<strong>de</strong>r interés en <strong>la</strong> salvación<br />

gratuita si se permite practicar un pecado conocido o vivir <strong>de</strong>scuidando el <strong>de</strong>ber conocido. Ellos<br />

pensaban que el templo que profanaron sería su protección, pero todos los que siguen en pecado<br />

porque <strong>la</strong> gracia ha abundado, o para que abun<strong>de</strong> <strong>la</strong> gracia, hacen <strong>de</strong> Cristo un ministro <strong>de</strong>l pecado; y<br />

<strong>la</strong> cruz <strong>de</strong> Cristo, correctamente entendida, es el remedio más eficaz contra tales sentimientos<br />

venenosos. El Hijo <strong>de</strong> Dios se dio por nuestras transgresiones para mostrar <strong>la</strong> excelencia <strong>de</strong> <strong>la</strong> ley<br />

divina, y el mal <strong>de</strong>l pecado. Nunca pensemos que po<strong>de</strong>mos hacer mal sin sufrir.<br />

Vv. 17—20. Los judíos se enorgullecían en mostrar celo por sus ídolos. Aun <strong>de</strong> este mal ejemplo<br />

aprendamos a ser fervientes en el servicio <strong>de</strong> nuestro Dios. Pensemos que es un honor ser empleado<br />

por Dios en cualquier obra. Seamos tan diligentes y tan cuidadosos para enseñar a nuestros hijos <strong>la</strong><br />

verdad <strong>de</strong> Dios como muchos lo son para enseñar los misterios <strong>de</strong> <strong>la</strong> iniquidad. —La ten<strong>de</strong>ncia<br />

directa <strong>de</strong> este pecado es <strong>la</strong> malicia contra Dios, pero se herirán a sí mismos. Y hal<strong>la</strong>rán que no hay<br />

escapatoria. La ira <strong>de</strong> Dios es fuego inextinguible.<br />

Vv. 21—28. Dios muestra que requiere obediencia <strong>de</strong> ellos. Lo que Dios mandó fue: Escuchad<br />

con diligencia <strong>la</strong> voz <strong>de</strong>l Señor vuestro Dios. La promesa es muy alentadora. Dejad que <strong>la</strong> voluntad<br />

<strong>de</strong> Dios sea vuestra reg<strong>la</strong>, y su favor será vuestra dicha. Dios estaba <strong>de</strong>sagradado con <strong>la</strong><br />

<strong>de</strong>sobediencia. Nosotros enten<strong>de</strong>mos el evangelio tan poco como los judíos entendieron <strong>la</strong> ley, si<br />

pensamos que el sacrificio <strong>de</strong> Cristo disminuyó nuestra obligación <strong>de</strong> obe<strong>de</strong>cer.<br />

Vv. 29—34. Como señal <strong>de</strong> dolor y <strong>de</strong> esc<strong>la</strong>vitud, Jerusalén <strong>de</strong>be ser <strong>de</strong>gradada y separada <strong>de</strong><br />

Dios, como fue apartada para Dios. El corazón es el lugar don<strong>de</strong> Dios escogió poner su nombre,<br />

pero si el pecado tiene allí el lugar supremo y más íntimo, contaminamos el templo <strong>de</strong>l Señor. —La<br />

<strong>de</strong>strucción <strong>de</strong> Jerusalén parece aquí muy terrible. Los muertos serán muchos; habiendo ellos hecho<br />

<strong>de</strong> el<strong>la</strong> el lugar <strong>de</strong> su pecado. El mal persigue a los pecadores aun hasta <strong>la</strong> muerte. —Los que no sean<br />

curados <strong>de</strong> <strong>la</strong> alegría vana por <strong>la</strong> gracia <strong>de</strong> Dios, serán privados <strong>de</strong> toda alegría por <strong>la</strong> justicia <strong>de</strong><br />

Dios. ¡Cuántos <strong>de</strong>struyen su salud y propiedad sin quejarse cuando están comprometidos en el<br />

servicio <strong>de</strong> Satanás! Aprendamos a atesorar el gozo santo y a soltar todo lo <strong>de</strong>más aunque sea lícito.

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