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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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Vv. 42—54. Mientras más miraba el profeta <strong>la</strong>s <strong>de</strong>so<strong>la</strong>ciones, más se entristecía. —He aquí una<br />

pa<strong>la</strong>bra <strong>de</strong> consuelo. Mientras seguían llorando, seguían esperando; y ninguno esperaría socorro <strong>de</strong><br />

nadie sino <strong>de</strong>l Señor.<br />

Vv. 55—66. La fe viene como vencedora, porque en estos versículos el profeta concluye con<br />

algo <strong>de</strong> consuelo. La oración es el aliento <strong>de</strong>l hombre nuevo, que inha<strong>la</strong> el aire <strong>de</strong> <strong>la</strong> misericordia en<br />

<strong>la</strong>s peticiones y lo exha<strong>la</strong> en a<strong>la</strong>banzas; prueba y mantiene <strong>la</strong> vida espiritual. Él silenció sus temores<br />

y aquietó sus espíritus. Tú dijiste: No temas. Este fue el lenguaje <strong>de</strong> <strong>la</strong> gracia <strong>de</strong> Dios, por el<br />

testimonio <strong>de</strong> su Espíritu en sus espíritus. ¿Y qué son todas nuestras penas comparadas con <strong>la</strong>s <strong>de</strong>l<br />

Re<strong>de</strong>ntor? Él libra a su pueblo <strong>de</strong> todo problema, y revive a su Iglesia <strong>de</strong> toda persecución. Él<br />

salvará a los creyentes con salvación eterna, mientras sus enemigos perecerán con <strong>de</strong>strucción<br />

eterna.<br />

CAPÍTULO IV<br />

El estado <strong>de</strong>plorable <strong>de</strong> <strong>la</strong> nación en contraste con su antigua prosperidad.<br />

Vv. 1—12. ¡Qué cambio hay aquí! El pecado mancha <strong>la</strong> belleza <strong>de</strong> <strong>la</strong>s potesta<strong>de</strong>s más exaltadas y <strong>de</strong><br />

los dones más excelentes, pero el oro, probado en el fuego, que Cristo conce<strong>de</strong>, nunca nos será<br />

quitado; su aspecto externo pue<strong>de</strong> ser opacado, pero su valor real nunca pue<strong>de</strong> ser cambiado. —Los<br />

horrores <strong>de</strong>l sitio y <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>de</strong>strucción <strong>de</strong> Jerusalén se <strong>de</strong>scriben otra vez. Contemp<strong>la</strong>ndo <strong>la</strong>s tristes<br />

consecuencias <strong>de</strong>l pecado en <strong>la</strong> Iglesia <strong>de</strong> antes, consi<strong>de</strong>remos seriamente lo que <strong>la</strong>s mismas causas<br />

pue<strong>de</strong>n acarrear justamente ahora a <strong>la</strong> Iglesia. Pero, Señor, aunque nos alejamos <strong>de</strong> ti en rebelión,<br />

aun vuelve a nosotros, y vuelve a ti nuestros corazones, para que podamos temer tu nombre. Ven a<br />

nosotros, bendícenos con <strong>de</strong>spertar, conversión, renovación y gracia que confirma.<br />

Vv. 13—20. Nada madura más para su ruina a un pueblo, ni llena más rápido su medida, que los<br />

pecados <strong>de</strong> sacerdotes y profetas. El mismo rey no pue<strong>de</strong> escapar, porque <strong>la</strong> venganza divina lo<br />

persigue. Nuestro único Rey ungido es <strong>la</strong> vida <strong>de</strong> nuestras almas; po<strong>de</strong>mos vivir a salvo bajo su<br />

sombra, y regocijarnos en Él en medio <strong>de</strong> nuestros enemigos, porque Él es el Dios verda<strong>de</strong>ro y <strong>la</strong><br />

vida eterna.<br />

Vv. 21, 22. Aquí se anuncia que se pondrá fin a los trastornos <strong>de</strong> Sion. No <strong>de</strong> <strong>la</strong> plenitud <strong>de</strong>l<br />

castigo merecido, sino <strong>de</strong> lo que Dios ha <strong>de</strong>terminado infligir. —Se pondrá fin a los triunfos <strong>de</strong><br />

Edom. Todos los problemas <strong>de</strong> <strong>la</strong> Iglesia y <strong>de</strong>l creyente pronto se terminarán. Se acerca <strong>la</strong><br />

con<strong>de</strong>nación <strong>de</strong> sus enemigos. El Señor sacará sus pecados a <strong>la</strong> luz y ellos yacerán en pena eterna.<br />

Aquí Edom representa a todos los enemigos <strong>de</strong> <strong>la</strong> Iglesia. La corrupción y el pecado <strong>de</strong> Israel, lo cual<br />

el profeta ha <strong>de</strong>mostrado que es universal, justifica los juicios <strong>de</strong>l Señor. Muestra <strong>la</strong> necesidad <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

gracia en Cristo Jesús, que el pecado y <strong>la</strong> corrupción <strong>de</strong> toda <strong>la</strong> humanidad hicieron tan necesaria.<br />

CAPÍTULO V<br />

La nación judía suplica el favor divino.

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