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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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Quienes se arrepienten verda<strong>de</strong>ramente <strong>de</strong> sus pecados, no serán avergonzados al reconocer su<br />

arrepentimiento. También instruye a los <strong>de</strong>más sobre qué hacer y qué <strong>de</strong>cir. —David no sólo había<br />

hecho mucho; había sufrido mucho en <strong>la</strong> causa <strong>de</strong> Dios; sin embargo, huye a refugiarse en <strong>la</strong><br />

misericordia infinita <strong>de</strong> Dios, y <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> el<strong>la</strong> para tener perdón y paz. Pi<strong>de</strong> perdón por el pecado.<br />

La sangre <strong>de</strong> Cristo rociada sobre <strong>la</strong> conciencia, borra <strong>la</strong> transgresión, y, habiéndonos reconciliado<br />

con Dios, nos reconcilia con nosotros mismos. El creyente anhe<strong>la</strong> ver borrada toda <strong>la</strong> <strong>de</strong>uda <strong>de</strong> sus<br />

pecados, y limpia cada mancha; será <strong>la</strong>vado completamente <strong>de</strong> todos sus pecados; pero el hipócrita<br />

siempre tiene una reserva secreta, y preferiría que no se le tocara alguna concupiscencia favorita. —<br />

David tenía un sentido tan profundo <strong>de</strong> su pecado que estaba pensando continuamente en él, con<br />

pesar y vergüenza. Su pecado lo cometió contra Dios, cuya verdad negamos pecando<br />

voluntariamente; lo tratamos engañosamente. El penitente verda<strong>de</strong>ro siempre atribuirá <strong>la</strong>s corrientes<br />

<strong>de</strong> pecado actual a <strong>la</strong> fuente <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>de</strong>pravación original. Confiesa su corrupción original. Esta es esa<br />

necedad que está ligada al corazón <strong>de</strong>l joven, esa inclinación al mal, y el rechazo <strong>de</strong>l bien, que es <strong>la</strong><br />

carga <strong>de</strong>l regenerado y <strong>la</strong> ruina <strong>de</strong>l inconverso. —En su arrepentimiento, se le estimu<strong>la</strong> a esperar que<br />

Dios le acepte por gracia. Tú amas <strong>la</strong> verdad en lo íntimo; Dios mira esto en el pecador que se<br />

vuelve a Él. Don<strong>de</strong> haya verdad Dios dará sabiduría. Quienes sinceramente se proponen cumplir con<br />

su <strong>de</strong>ber, serán enseñados lo que correspon<strong>de</strong> a su <strong>de</strong>ber; pero esperarán el bien sólo <strong>de</strong> <strong>la</strong> gracia<br />

divina que vence <strong>la</strong> naturaleza corrupta <strong>de</strong> ellos.<br />

Vv. 7—15. Purifícame con hisopo, con <strong>la</strong> sangre <strong>de</strong> Cristo aplicada a mi alma mediante una fe<br />

viva, como el agua <strong>de</strong> <strong>la</strong> purificación se rociaba con un manojo <strong>de</strong> hisopo. La sangre <strong>de</strong> Cristo es<br />

l<strong>la</strong>mada <strong>la</strong> sangre rociada, Hebreos xii, 24. Si esta sangre <strong>de</strong> Cristo, que limpia <strong>de</strong> todo pecado, nos<br />

limpia <strong>de</strong> nuestro pecado, entonces estaremos verda<strong>de</strong>ramente limpios, Hebreos x, 2. Él no pi<strong>de</strong> ser<br />

conso<strong>la</strong>do hasta no ser limpiado primeramente; si el pecado, <strong>la</strong> raíz amarga <strong>de</strong> <strong>la</strong> tristeza, es quitado,<br />

pue<strong>de</strong> orar con fe: Permíteme tener una paz bien fundamentada, creada por ti, para que se regocijen<br />

y se consuelen los huesos quebrantados por <strong>la</strong> convicción <strong>de</strong> pecado. Escon<strong>de</strong> tu rostro <strong>de</strong> mis<br />

pecados; borra <strong>de</strong> tu libro todas mis iniquida<strong>de</strong>s; bórra<strong>la</strong>s como <strong>la</strong> nube se borra y <strong>la</strong> disipan los<br />

rayos <strong>de</strong>l sol. —El creyente <strong>de</strong>sea su renovación para santidad tanto como el gozo <strong>de</strong> su salvación.<br />

David ve, ahora más que nunca, qué corazón inmundo tiene, y lo <strong>la</strong>menta con pesar; pero entien<strong>de</strong><br />

que no está en su po<strong>de</strong>r enmendarlo y, por tanto, le ruega Dios <strong>la</strong> creación <strong>de</strong> un corazón limpio en<br />

él. Cuando el pecador siente que este cambio es necesario, y lee <strong>la</strong> promesa <strong>de</strong> Dios en ese sentido,<br />

empieza a pedirlo. Sabía que había entristecido al Espíritu Santo con su pecado y lo había provocado<br />

a alejarse. Esto es lo que él teme más que nada. —Pi<strong>de</strong> que le sean restauradas <strong>la</strong>s conso<strong>la</strong>ciones<br />

divinas. Cuando nos damos motivo para dudar <strong>de</strong> nuestro interés en <strong>la</strong> salvación, ¿cómo po<strong>de</strong>mos<br />

esperar el gozo <strong>de</strong> el<strong>la</strong>? Esto lo había <strong>de</strong>bilitado; él ora: Estoy pronto a caer ya sea en pecado o en <strong>la</strong><br />

<strong>de</strong>sesperación, por tanto, sosténme con tu Espíritu. Tu Espíritu es un Espíritu libre, en sí mismo un<br />

Agente libre que obra con libertad. Y mientras más contentos estemos en nuestro <strong>de</strong>ber, más<br />

constantes seremos en eso. ¿Qué es esto sino <strong>la</strong> libertad con que Cristo hace libre a su pueblo, en<br />

contraste con el yugo <strong>de</strong> <strong>la</strong> esc<strong>la</strong>vitud? Gá<strong>la</strong>tas v, 1. Es el Espíritu <strong>de</strong> adopción que hab<strong>la</strong> al corazón.<br />

—A quienes tienen a Dios como el Dios <strong>de</strong> <strong>la</strong> salvación, Él los librará <strong>de</strong> <strong>la</strong> culpa; porque <strong>la</strong><br />

salvación <strong>de</strong> <strong>la</strong> cual Él es Dios, es <strong>la</strong> salvación <strong>de</strong>l pecado. Por lo tanto, <strong>de</strong>bemos pedirle: Señor, tú<br />

eres el Dios <strong>de</strong> mi salvación, por tanto, líbrame <strong>de</strong>l dominio <strong>de</strong>l pecado. Y cuando se abren los<br />

<strong>la</strong>bios, ¿qué <strong>de</strong>ben <strong>de</strong>cir sino a<strong>la</strong>banzas a Dios por Su misericordia perdonadora?<br />

Vv. 16—19. Los que están totalmente convencidos <strong>de</strong> su <strong>de</strong>sgracia y peligro por el pecado, no<br />

<strong>de</strong>bieran escatimar costo alguno para obtener su remisión; pero como no pue<strong>de</strong>n dar satisfacción por<br />

el pecado, Dios no recibe <strong>de</strong> ellos ninguna satisfacción, a menos que le expresen su amor y <strong>de</strong>ber. —<br />

La buena obra hecha en todo penitente verda<strong>de</strong>ro es un espíritu quebrantado, un corazón contrito y<br />

humil<strong>la</strong>do, y pesar por el pecado. Es un corazón tierno y dócil a <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra <strong>de</strong> Dios. ¡Oh, que hubiera<br />

un corazón así en cada uno <strong>de</strong> nosotros! Dios se comp<strong>la</strong>ce por gracia en aceptar esto en lugar <strong>de</strong>

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