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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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SALMO XCV<br />

Versículos 1—7. (parte). Una exhortación para a<strong>la</strong>bar a Dios 7—11. Advertencia a no tentarlo.<br />

Vv. 1—7. Cada vez que vamos a <strong>la</strong> presencia <strong>de</strong> Dios <strong>de</strong>bemos ir con acción <strong>de</strong> gracias. El Señor<br />

<strong>de</strong>be ser a<strong>la</strong>bado; no nos falta tema, y bueno sería que no nos faltase corazón. ¡Cuán gran<strong>de</strong> es Dios,<br />

a quién pertenece toda <strong>la</strong> tierra y su plenitud, que dirige todo y dispone <strong>de</strong> todo! —El Señor Jesús a<br />

quien aquí se nos enseña a a<strong>la</strong>bar, es Dios gran<strong>de</strong>; el Dios omnipotente es uno <strong>de</strong> sus títulos, y Dios<br />

sobre todo, bendito por siempre. A Él se ha dado toda potestad en el cielo y en <strong>la</strong> tierra. Él es nuestro<br />

Dios y <strong>de</strong>bemos a<strong>la</strong>barlo. Él es nuestro Salvador y autor <strong>de</strong> nuestra bendición. La iglesia <strong>de</strong>l<br />

evangelio es su rebaño, Cristo es el gran buen pastor <strong>de</strong> los creyentes; Él los buscó cuando estaban<br />

perdidos y los trajo a su redil.<br />

Vv. 7—11. Cristo convoca a su pueblo a que escuche su voz. Le l<strong>la</strong>máis Amo, Maestro o Señor,<br />

entonces sed su pueblo voluntario y obediente. Oíd <strong>la</strong> voz <strong>de</strong> su doctrina, <strong>de</strong> su ley, ambas <strong>de</strong> su<br />

Espíritu: oíd y obe<strong>de</strong>ced; oíd y rendíos. La voz <strong>de</strong> Cristo <strong>de</strong>be ser oída hoy. Este día <strong>de</strong> oportunidad<br />

no durará siempre; utilizadlo mientras se dice hoy. Oír <strong>la</strong> voz <strong>de</strong> Cristo es lo mismo que creer. La<br />

dureza <strong>de</strong>l corazón está en el fondo <strong>de</strong> toda <strong>de</strong>sconfianza <strong>de</strong>l Señor. —Los pecados <strong>de</strong>l prójimo<br />

<strong>de</strong>ben ser advertencias para que nosotros no sigamos sus pasos. Las murmuraciones <strong>de</strong> Israel<br />

quedaron escritas para nuestra admonición. Dios no está sometido a pasiones como <strong>la</strong>s nuestras, pero<br />

está muy airado con el pecado y los pecadores. Ciertamente es malo lo que merece tal recompensa; y<br />

sus amenazas son tan seguras como sus promesas. Tomemos conciencia <strong>de</strong> los males <strong>de</strong> nuestro<br />

corazón que nos lleva a <strong>de</strong>scarriarnos <strong>de</strong>l Señor. —Hay un reposo or<strong>de</strong>nado para los creyentes, el<br />

reposo <strong>de</strong> <strong>la</strong> renovación eterna empezado en esta vida y perfeccionado en <strong>la</strong> vida veni<strong>de</strong>ra. Este es el<br />

reposo que Dios l<strong>la</strong>ma su reposo.<br />

SALMO XCVI<br />

Versículos 1—9. Un l<strong>la</strong>mado a todo el pueblo para que a<strong>la</strong>be a Dios. 10—13. El gobierno y el<br />

juicio <strong>de</strong> Dios.<br />

Vv. 1—9. Cuando Cristo terminó su obra en <strong>la</strong> tierra y fue recibido en gloria en el cielo, <strong>la</strong> iglesia<br />

empezó a cantarle un nuevo cántico y a ben<strong>de</strong>cir su nombre. Sus apóstoles y evangelistas mostraron<br />

su salvación entre los paganos, sus maravil<strong>la</strong>s entre toda <strong>la</strong> gente. —Toda <strong>la</strong> tierra es aquí<br />

convocadas a adorar al Señor. Debemos adorarle en <strong>la</strong> belleza <strong>de</strong> <strong>la</strong> santidad, como Dios en Cristo,<br />

reconciliando al mundo consigo mismo. Se dicen cosas gloriosas <strong>de</strong> Él como motivo y tema <strong>de</strong><br />

a<strong>la</strong>banza.<br />

Vv. 10—13. Tenemos que esperar y orar por el tiempo en que Cristo reinará en justicia sobre<br />

todas <strong>la</strong>s naciones. Él reinará en el corazón <strong>de</strong> los hombres por el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> <strong>la</strong> verdad y <strong>de</strong>l Espíritu<br />

<strong>de</strong> justicia. Su venida se acerca; este Rey, este Juez está ante <strong>la</strong> puerta, pero aún no ha llegado. —El<br />

Señor aceptará <strong>la</strong>s a<strong>la</strong>banzas <strong>de</strong> todos los que procuran fomentar el reino <strong>de</strong> Cristo. El mar no pue<strong>de</strong><br />

sino rugir, y no sabemos cómo pue<strong>de</strong>n los árboles <strong>de</strong>l bosque <strong>de</strong>mostrar que se regocijan, pero el que<br />

escudriña los corazones sabe cuál es <strong>la</strong> mente <strong>de</strong>l Espíritu y entien<strong>de</strong> <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras, el lenguaje<br />

quebrado <strong>de</strong>l más débil. —Cristo vendrá a juzgar <strong>la</strong> tierra, a ejecutar <strong>la</strong> justa venganza contra sus<br />

enemigos y a cumplir <strong>la</strong>s promesas más gran<strong>de</strong>s dadas a su pueblo. Entonces, ¿qué somos nosotros?<br />

¿Ese día será bien acogido por nosotros? Si este no es nuestro caso, empecemos ahora a prepararnos

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