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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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hacer don<strong>de</strong> estuviera <strong>la</strong> sangre. La sangre <strong>de</strong> Cristo es <strong>la</strong> protección <strong>de</strong>l creyente <strong>de</strong> <strong>la</strong> ira <strong>de</strong> Dios,<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> maldición <strong>de</strong> <strong>la</strong> ley, y <strong>de</strong> <strong>la</strong> con<strong>de</strong>nación <strong>de</strong>l infierno, Romanos viii, 1. 3. El comer<br />

solemnemente el cor<strong>de</strong>ro era un tipo <strong>de</strong> nuestro <strong>de</strong>ber hacia Cristo en el evangelio. El cor<strong>de</strong>ro<br />

pascual no era sólo para contemp<strong>la</strong>rlo, sino para comerlo. Así, por fe tenemos que apropiarnos <strong>de</strong><br />

Cristo; y recibir fuerza y alimento espiritual <strong>de</strong> Él, como <strong>de</strong> nuestra comida; véase Juan vi, 53, 55.<br />

Era para ser comido todo; los que por fe se alimentan <strong>de</strong> Cristo, <strong>de</strong>ben hacerlo <strong>de</strong> un Cristo total:<br />

<strong>de</strong>be tomar a Cristo y su yugo, a Cristo y su cruz, y asimismo a Cristo y su corona. Tenía que ser<br />

comido <strong>de</strong> una so<strong>la</strong> vez, <strong>de</strong> inmediato, sin <strong>de</strong>jar nada para <strong>la</strong> mañana. Hoy se ofrece a Cristo y <strong>de</strong>be<br />

ser recibido en tanto se dice hoy, antes que durmamos el sueño <strong>de</strong> <strong>la</strong> muerte. Tenía que ser comido<br />

con hierbas amargas, recordando <strong>la</strong> amargura <strong>de</strong> <strong>la</strong> esc<strong>la</strong>vitud en Egipto; nosotros <strong>de</strong>bemos<br />

alimentarnos <strong>de</strong> Cristo con dolor y con el corazón quebrantado, recordando el pecado. Cristo será<br />

dulce para nosotros si el pecado es amargo. Tenía que comerse <strong>de</strong> pie con el bordón en <strong>la</strong> mano,<br />

listos para partir. Cuando nos alimentamos <strong>de</strong> Cristo por fe, <strong>de</strong>bemos abandonar el reinado y el<br />

dominio <strong>de</strong>l pecado; liberarnos <strong>de</strong>l mundo y <strong>de</strong> todo lo que en él hay; abandonarlo todo por Cristo y<br />

no consi<strong>de</strong>rarlo como mal negocio, Hebreos xiii, 13, 14. La fiesta <strong>de</strong> los panes sin levadura era un<br />

tipo <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida cristiana, 1 Corintios v, 7, 8. Habiendo recibido a Cristo Jesús el Señor <strong>de</strong>bemos<br />

gozarnos continuamente en Cristo Jesús. Ninguna c<strong>la</strong>se <strong>de</strong> obra <strong>de</strong>be hacerse, esto es, no admitir ni<br />

albergar afanes, que no concuer<strong>de</strong>n con este santo gozo, o que lo rebajen. Los judíos eran muy<br />

estrictos en cuanto a que en <strong>la</strong> Pascua nada <strong>de</strong> levadura <strong>de</strong>bía hal<strong>la</strong>rse en sus casas. Debe ser una<br />

fiesta que se observa con caridad, sin <strong>la</strong> levadura <strong>de</strong> <strong>la</strong> malicia; y con sinceridad, sin <strong>la</strong> levadura <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

hipocresía. Era una or<strong>de</strong>nanza perpetua: en <strong>la</strong> medida que vivamos <strong>de</strong>bemos seguir alimentándonos<br />

<strong>de</strong> Cristo, regocijándonos en Él siempre, y mencionando con gratitud <strong>la</strong>s gran<strong>de</strong>s cosas que Él ha<br />

hecho por nosotros.<br />

Vv. 21—28. Esa noche, cuando los primogénitos iban a ser <strong>de</strong>struidos, ningún israelita <strong>de</strong>bía<br />

salir por <strong>la</strong>s puertas hasta que fueran l<strong>la</strong>mados a marcharse <strong>de</strong> Egipto. Su seguridad se <strong>de</strong>bía a <strong>la</strong><br />

sangre rociada. Si <strong>de</strong>jaban esa protección, lo hacían a su propio riesgo. Ellos <strong>de</strong>bían permanecer<br />

a<strong>de</strong>ntro esperando <strong>la</strong> salvación <strong>de</strong> Jehová; es bueno hacerlo. En el tiempo veni<strong>de</strong>ro tenían que<br />

enseñar cuidadosamente a sus hijos el significado <strong>de</strong> este servicio. Es bueno que los niños pregunten<br />

acerca <strong>de</strong> <strong>la</strong>s cosas <strong>de</strong> Dios; los que buscan el camino lo hal<strong>la</strong>rán. Observar anualmente esta<br />

solemnidad era: —1. Mirar atrás para recordar cuántas cosas gran<strong>de</strong>s Dios había hecho por ellos y<br />

por sus padres. Las misericordias antiguas para con nosotros o para con nuestros padres no se <strong>de</strong>ben<br />

olvidar para que Dios sea a<strong>la</strong>bado y nuestra fe en Él sea fortalecida. —2. Tenía el propósito <strong>de</strong> mirar<br />

a<strong>de</strong><strong>la</strong>nte como prenda <strong>de</strong>l gran sacrificio <strong>de</strong>l Cor<strong>de</strong>ro <strong>de</strong> Dios en el cumplimiento <strong>de</strong>l tiempo. Cristo,<br />

nuestra Pascua, fue sacrificado por nosotros; su muerte fue nuestra vida.<br />

Vv. 29—36. Las tinieb<strong>la</strong>s mantuvieron a los egipcios en ansiedad y horror durante tres días y con<br />

sus noches; ahora, su reposo lo interrumpe una ca<strong>la</strong>midad mucho más terrible. La p<strong>la</strong>ga atacó a sus<br />

primogénitos, el gozo y esperanza <strong>de</strong> sus familias. Ellos habían dado muerte a los hijos <strong>de</strong> los<br />

hebreos, ahora Dios mataba a los suyos. Abarcó <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el trono al ca<strong>la</strong>bozo: príncipe y campesino<br />

quedan al mismo nivel ante los juicios <strong>de</strong> Dios. El ángel <strong>de</strong>structor, como mensajero <strong>de</strong>l dolor, entró<br />

a cada vivienda que no tenía <strong>la</strong> señal <strong>de</strong> <strong>la</strong> sangre. Realizó su diligencia espantosa sin <strong>de</strong>jar casa en<br />

que no hubiera un muerto. Imaginaos, entonces, el c<strong>la</strong>mor que corrió por <strong>la</strong> tierra <strong>de</strong> Egipto, el <strong>la</strong>rgo<br />

y estri<strong>de</strong>nte aullido <strong>de</strong> agonía que estalló en cada vivienda. Así será en <strong>la</strong> hora espantosa en que el<br />

Hijo <strong>de</strong>l hombre visite a los pecadores con el juicio final. Los hijos <strong>de</strong> Dios, sus primogénitos, se<br />

salvaron. Mejor es que los hombres se sometan primero a <strong>la</strong>s condiciones <strong>de</strong> Dios, porque Él nunca<br />

seguirá <strong>la</strong>s <strong>de</strong> ellos. —Ahora el orgullo <strong>de</strong> Faraón es abatido y se rin<strong>de</strong>. La pa<strong>la</strong>bra <strong>de</strong> Dios es <strong>la</strong> que<br />

permanece; nada sacamos con disputar o con <strong>la</strong> tardanza en someternos. El terror <strong>de</strong> los egipcios<br />

consiguió el favor y <strong>la</strong> rápida partida <strong>de</strong> Israel. Así, pues, el Señor cuidó que les fueran pagados los<br />

sa<strong>la</strong>rios duramente ganados y <strong>la</strong> gente les proveyó para el viaje.

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