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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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Su bondad es inmensa, porque ha dado <strong>la</strong> tierra a los hijos <strong>de</strong> los hombres para su uso. Las almas <strong>de</strong><br />

los fieles siguen a<strong>la</strong>bándole <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> ser libradas <strong>de</strong> <strong>la</strong>s cargas <strong>de</strong> <strong>la</strong> carne, pero el cuerpo muerto<br />

no pue<strong>de</strong> a<strong>la</strong>bar a Dios; <strong>la</strong> muerte pone fin a nuestro glorificarle en este mundo <strong>de</strong> pruebas y<br />

conflictos. Otros están muertos, y por ello, se pone fin a su servicio; procuremos, por tanto, hacer lo<br />

más por Dios. No sólo lo haremos nosotros, sino comprometeremos a otros para hacerlo; para que le<br />

a<strong>la</strong>ben cuando nosotros nos hayamos ido. Señor, tú eres el único objeto <strong>de</strong> fe y amor. Ayúdanos a<br />

a<strong>la</strong>barte mientras vivimos y cuando muramos, que tu nombre sea el primero y el último en nuestros<br />

<strong>la</strong>bios: y que el dulce sabor <strong>de</strong> tu nombre refresque nuestras almas para siempre.<br />

SALMO CXVI<br />

Versículos 1—9. El salmista <strong>de</strong>c<strong>la</strong>ra su amor por el Señor. 10—19. Su <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> ser agra<strong>de</strong>cido.<br />

Vv. 1—9. Tenemos muchas razones para amar al Señor, pero son más afectadas por su benignidad<br />

cuando nos alivia <strong>de</strong> angustias profundas. Cuando el pobre pecador <strong>de</strong>spierta y toma conciencia <strong>de</strong><br />

su estado, y teme que pronto <strong>de</strong>ba caer bajo <strong>la</strong> justa ira <strong>de</strong> Dios, entonces tiene problemas y pesares.<br />

Que los tales invoquen al Señor para que libre sus almas, y hal<strong>la</strong>rán que es bondadoso y fiel a su<br />

promesa. La ignorancia o <strong>la</strong> culpa no obstaculizarán su salvación, cuando <strong>de</strong>positen su confianza en<br />

el Señor. Que todos hablemos <strong>de</strong> Dios cómo lo hemos hal<strong>la</strong>do, y ¿alguna vez lo hemos hal<strong>la</strong>do <strong>de</strong><br />

otro modo que no sea justo y bueno? Es por su misericordia que no somos consumidos. Los<br />

trabajados y cargados vayan a Él, para que encuentren <strong>de</strong>scanso para sus almas; y si se les quita<br />

completamente el reposo, que se apresuren a regresar recordando con cuánta generosidad los ha<br />

tratado el Señor. Debemos consi<strong>de</strong>rarnos obligados a andar como en su presencia. Gran misericordia<br />

es que seamos resguardados <strong>de</strong> que nos trague el exceso <strong>de</strong> dolor. Gran misericordia <strong>de</strong> Dios que nos<br />

sostenga con su diestra para que no seamos vencidos ni <strong>de</strong>rrotados por <strong>la</strong> tentación. Pero cuando<br />

entremos en el reposo celestial, se completará <strong>la</strong> liberación <strong>de</strong>l pecado y <strong>de</strong> <strong>la</strong> tristeza;<br />

contemp<strong>la</strong>remos <strong>la</strong> gloria <strong>de</strong>l Señor y andaremos en su presencia con un <strong>de</strong>leite que ahora no<br />

po<strong>de</strong>mos concebir.<br />

Vv. 10—19. Cuando estemos confundidos, es mejor mantener nuestra paz, porque ten<strong>de</strong>mos a<br />

hab<strong>la</strong>r <strong>de</strong>sconsi<strong>de</strong>radamente. Sin embargo, pue<strong>de</strong> haber fe verda<strong>de</strong>ra don<strong>de</strong> hay obras <strong>de</strong><br />

incredulidad; pero entonces prevalecerá <strong>la</strong> fe; siendo humil<strong>la</strong>dos por nuestra <strong>de</strong>sconfianza en <strong>la</strong><br />

pa<strong>la</strong>bra <strong>de</strong> Dios, experimentaremos su fi<strong>de</strong>lidad a el<strong>la</strong>. —¿Qué pue<strong>de</strong> el pecador perdonado, o qué<br />

pue<strong>de</strong>n quienes han sido librados <strong>de</strong> trastornos o angustias, rendirle al Señor por sus beneficios? No<br />

po<strong>de</strong>mos aprovecharnos <strong>de</strong> Él en ninguna forma. El mejor <strong>de</strong> nosotros es indigno <strong>de</strong> su aceptación,<br />

pero <strong>de</strong>bemos consagrarnos a su servicio, nosotros mismos, y todo lo que tenemos. —Yo tomaré <strong>la</strong><br />

copa <strong>de</strong> <strong>la</strong> salvación; yo presentaré <strong>la</strong>s libaciones <strong>de</strong>signadas por <strong>la</strong> ley, como señal <strong>de</strong> gratitud a<br />

Dios, y me regocijaré en <strong>la</strong> bondad <strong>de</strong> Dios para conmigo. Recibir <strong>la</strong> copa <strong>de</strong> <strong>la</strong> aflicción; esa copa,<br />

<strong>la</strong> copa amarga que es santificada para los santos, <strong>de</strong> modo que para ellos es copa <strong>de</strong> salvación; es un<br />

medio <strong>de</strong> salud espiritual. La copa <strong>de</strong> conso<strong>la</strong>ción; recibiré los beneficios que Dios me otorga como<br />

<strong>de</strong> su mano y gustaré su amor en ellos, no sólo como porción <strong>de</strong> mi herencia en el otro mundo, sino<br />

<strong>de</strong> mi copa en este. —Que los <strong>de</strong>más sirvan a los amos que quieran, yo soy verda<strong>de</strong>ramente tu<br />

siervo. Hay dos maneras en que los hombres llegan a ser siervos. Por nacimiento. Señor, yo nací en<br />

tu casa; yo soy el hijo <strong>de</strong> tu sierva y, por tanto, soy tuyo. Gran misericordia es ser hijo <strong>de</strong> padres<br />

santos. Por re<strong>de</strong>nción. Señor, tú has soltado mis ataduras, tú me <strong>de</strong>scargaste <strong>de</strong> el<strong>la</strong>s, por tanto, yo<br />

soy tu siervo. Las ataduras que soltaste me unirán más firmes a ti. Hacer el bien es el sacrificio con<br />

el cual Dios se comp<strong>la</strong>ce; y <strong>de</strong>be acompañar a <strong>la</strong> acción <strong>de</strong> gracias dirigida a su nombre. ¿Por qué<br />

<strong>de</strong>bemos ofrecer al Señor eso que nada nos cuesta? El salmista pagará ahora sus votos; él no

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