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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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Cristo. Entonces, procuremos mantenernos apartados <strong>de</strong>l mundo, como jardín cerrado, y evitemos <strong>la</strong><br />

conformidad con el mundo.<br />

CAPÍTULO V<br />

Versículo 1. La respuesta <strong>de</strong> Cristo. 2—8. Las <strong>de</strong>silusiones <strong>de</strong> <strong>la</strong> Iglesia acerca <strong>de</strong> su propia<br />

necedad. 9—16. Las excelencias <strong>de</strong> Cristo.<br />

V. 1. Véase cuán presto está Cristo para aceptar <strong>la</strong>s invitaciones <strong>de</strong> su pueblo. Lo poquito <strong>de</strong> bueno<br />

que hay en nosotros se per<strong>de</strong>ría si Él no lo preservara para sí. También invita a su amado pueblo a<br />

comer y beber abundantemente. Las or<strong>de</strong>nanzas en que ellos le honran son medios <strong>de</strong> gracia.<br />

Vv. 2—8. Las iglesias y los creyentes, por indiferencia y seguridad, provocan a Cristo para<br />

retirarse. Debemos notar nuestros ronquidos y el <strong>de</strong>scontrol temperamental. —Cristo l<strong>la</strong>ma para<br />

<strong>de</strong>spertarnos, l<strong>la</strong>ma con su pa<strong>la</strong>bra y Espíritu, l<strong>la</strong>ma con aflicciones y por nuestra conciencia; <strong>de</strong> ahí<br />

Apocalipsis iii, 20. Cuando no pensamos en Cristo, Él ya piensa en nosotros. El amor <strong>de</strong> Cristo por<br />

nosotros <strong>de</strong>biera comprometernos con Él aun en <strong>la</strong>s instancias supremas <strong>de</strong> negarnos a nosotros<br />

mismos; y con eso sólo po<strong>de</strong>mos salir ganando. Las almas indiferentes tratan con marcada insolencia<br />

a Jesucristo. —Otro no pudo ser enviado para abrir <strong>la</strong> puerta. Cristo nos l<strong>la</strong>ma, pero no nos importa o<br />

preten<strong>de</strong>mos que no tenemos fuerzas o no tenemos tiempo y pensamos que po<strong>de</strong>mos ser<br />

disculpados. Disculparse es tomarse a Cristo a <strong>la</strong> ligera. Desprecian a Cristo los que no tienen<br />

corazones para enfrentar un golpe <strong>de</strong> frío, o salir <strong>de</strong>l tibio lecho por amor <strong>de</strong> Él. Véase <strong>la</strong> po<strong>de</strong>rosa<br />

influencia <strong>de</strong> <strong>la</strong> gracia divina. Con su mano <strong>de</strong>scerraja <strong>la</strong> puerta como quien se cansa <strong>de</strong> esperar.<br />

Esto es señal <strong>de</strong> <strong>la</strong> obra <strong>de</strong>l Espíritu en el alma. —El creyente supera <strong>la</strong> indulgencia <strong>de</strong> sí mismo,<br />

busca con oración los consuelos <strong>de</strong> Cristo, y elimina todo estorbo a <strong>la</strong> comunión con Él; estas<br />

acciones <strong>de</strong>l alma están representadas por <strong>la</strong>s manos que chorrean mirra dulcemente perfumada<br />

sobre <strong>la</strong>s manijas <strong>de</strong> <strong>la</strong>s cerraduras. —¡Pero el Amado se había ido! Ausentándose Cristo enseña a su<br />

pueblo a valorar más elevadamente <strong>la</strong>s visitas <strong>de</strong> su gracia. Fíjese que el alma sigue l<strong>la</strong>mando a su<br />

Amado, a Cristo. Toda <strong>de</strong>serción no es <strong>de</strong>sesperanza. Señor, creo, aunque <strong>de</strong>bo <strong>de</strong>cir: Señor ayuda a<br />

mi incredulidad. Sus pa<strong>la</strong>bras me <strong>de</strong>rritieron, pero infeliz como era, aún así me excusé. Es muy<br />

amargo pensar en sofocar y suprimir <strong>la</strong>s convicciones cuando Dios abre nuestros ojos. El alma fue<br />

en pos <strong>de</strong> Él; no sólo oró, sino que usó medios, lo buscó en los caminos don<strong>de</strong> solía hallársele. Los<br />

vigi<strong>la</strong>ntes me hirieron. Algunos lo refieren a los que aplican mal <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra a <strong>la</strong>s conciencias<br />

vivificadas. El encargo a <strong>la</strong>s hijas <strong>de</strong> Jerusalén parece significar el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong>l creyente inquieto por<br />

<strong>la</strong>s oraciones <strong>de</strong>l cristiano más débil. Las almas vivificadas son más sensibles a los retiros <strong>de</strong> Cristo<br />

que <strong>de</strong> cualquier otro trastorno.<br />

Vv. 9—16. Aun los que tienen poca familiaridad con Cristo no pue<strong>de</strong>n sino ver belleza amable<br />

en los <strong>de</strong>más que llevan su imagen. Hay esperanzas para los que empiezan a preguntar acerca <strong>de</strong><br />

Cristo y sus perfecciones. Los cristianos que están bien familiarizados con Cristo <strong>de</strong>ben hacer todo<br />

lo que puedan para hacer que los <strong>de</strong>más conozcan algo <strong>de</strong> Él. —La gloria divina lo hace<br />

verda<strong>de</strong>ramente bello a ojos <strong>de</strong> todos los que están iluminados para discernir <strong>la</strong>s cosas espirituales.<br />

Él es b<strong>la</strong>nco en <strong>la</strong> inocencia inmacu<strong>la</strong>da <strong>de</strong> su vida; rojo en los sufrimientos sangrientos por que pasó<br />

en su muerte. Esta <strong>de</strong>scripción <strong>de</strong> <strong>la</strong> persona <strong>de</strong>l Amado formaría, en el lenguaje figurativo <strong>de</strong><br />

aquel<strong>la</strong> época, un retrato <strong>de</strong> belleza <strong>de</strong> <strong>la</strong> persona y <strong>de</strong> <strong>la</strong> gracia <strong>de</strong> sus modales, pero <strong>la</strong> precisión <strong>de</strong><br />

algunas <strong>de</strong> esas alusiones pue<strong>de</strong> no ser evi<strong>de</strong>nte para nosotros. Él vendrá a ser glorificado en sus<br />

santos y a ser admirado en todo el que cree. Que su amor nos constriña a vivir para su gloria.

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