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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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nuestras almas, y levantarás nuestros cuerpos por tu po<strong>de</strong>r en el último día, cuando el dolor terrenal<br />

termine en gozo celestial y <strong>la</strong> tristeza en felicidad eterna.<br />

SALMO XVII<br />

Versículos 1—7. La integridad <strong>de</strong> David. 8—15. El carácter <strong>de</strong> sus enemigos. Su esperanza <strong>de</strong><br />

felicidad.<br />

Vv. 1—7. Este salmo es una oración. Las oraciones fingidas son estériles, pero si nuestro corazón<br />

dirige nuestras oraciones, Dios <strong>la</strong>s respon<strong>de</strong>rá con su favor. El salmista acostumbraba a orar, <strong>de</strong><br />

modo que no es su intranquilidad ni el peligro lo que principalmente lo lleva ahora a su <strong>de</strong>ber. Su fe<br />

lo anima a esperar que Dios tome nota <strong>de</strong> sus oraciones. —Una buena prueba <strong>de</strong> nuestra integridad<br />

es <strong>la</strong> constante resolución contra los pecados <strong>de</strong> <strong>la</strong> lengua y ve<strong>la</strong>r en ello. Consciente <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

propensión <strong>de</strong>l hombre a <strong>la</strong>s ma<strong>la</strong>s obras, y <strong>de</strong> sus tentaciones peculiares, David hizo <strong>de</strong> <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra<br />

<strong>de</strong> Dios su protección contra los caminos <strong>de</strong> Satanás que llevan a <strong>la</strong> <strong>de</strong>strucción. Si evitamos<br />

cuidadosamente los caminos <strong>de</strong>l pecado, será muy conso<strong>la</strong>dor en <strong>la</strong> reflexión, cuando estemos en<br />

problemas. Quienes por gracia andan en los caminos <strong>de</strong> Dios <strong>de</strong>ben pedir que su andar sea<br />

conservado en esas sendas. David ora, Señor sosténme todavía. Los que siguen y perseveran en los<br />

caminos <strong>de</strong> Dios <strong>de</strong>ben, por <strong>la</strong> fe y <strong>la</strong> oración, recibir nuevas raciones diarias <strong>de</strong> gracia y fuerza <strong>de</strong> su<br />

parte. —Muestra tus maravillosas misericordias, tus favores especiales, no misericordias comunes,<br />

pero sé bueno conmigo; haz como acostumbras a hacer a los que aman tu nombre.<br />

Vv. 8—15. Estando ro<strong>de</strong>ado por los enemigos, David ora a Dios que lo mantenga a salvo. Esta<br />

oración es una predicción <strong>de</strong> que Cristo será guardado a través <strong>de</strong> todas <strong>la</strong>s penurias y dificulta<strong>de</strong>s <strong>de</strong><br />

su humil<strong>la</strong>ción, para ser llevado a <strong>la</strong>s glorias y goces <strong>de</strong> su estado <strong>de</strong> exaltación, y es un patrón para<br />

que los cristianos entreguen a Dios el cuidado <strong>de</strong> sus almas, confiando en que Él <strong>la</strong>s preservará para<br />

su reino celestial. —Los enemigos <strong>de</strong> nuestras almas son nuestros peores enemigos. Son espada <strong>de</strong><br />

Dios que no se pue<strong>de</strong> mover sin Él, y que envaina cuando ya ha hecho su obra con ellos. Ellos son su<br />

mano por <strong>la</strong> cual castiga a su pueblo. No hay huida <strong>de</strong> <strong>la</strong> mano <strong>de</strong> Dios, sino huida a el<strong>la</strong>. Muy<br />

conso<strong>la</strong>dor es que cuando tememos el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l hombre, veamos que <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> Dios y<br />

está sometido a Él. La mayoría <strong>de</strong> los hombres miran <strong>la</strong>s cosas <strong>de</strong> este mundo como <strong>la</strong>s mejores<br />

cosas y no miran más allá, ni muestran interés por proveer para <strong>la</strong> otra vida. Las cosas <strong>de</strong> este mundo<br />

son l<strong>la</strong>madas tesoros; así se <strong>la</strong>s cuenta, pero para el alma, y comparadas con <strong>la</strong>s bendiciones eternas,<br />

son basura. El cristiano más afligido no tiene que envidiar al hombre más próspero <strong>de</strong>l mundo, que<br />

tiene su porción en esta vida. —Vestidos con <strong>la</strong> rectitud <strong>de</strong> Cristo, teniendo buen corazón y buena<br />

vida por su gracia, contemplemos por <strong>la</strong> fe el rostro <strong>de</strong> Dios, y pongámoslo siempre <strong>de</strong><strong>la</strong>nte <strong>de</strong><br />

nosotros. Cuando <strong>de</strong>spertemos cada mañana, satisfagámonos con su semejanza puesta <strong>de</strong><strong>la</strong>nte <strong>de</strong><br />

nosotros en su pa<strong>la</strong>bra, y con su semejanza estampada en nosotros por su gracia renovadora. La<br />

felicidad en el otro mundo está preparada sólo para los justificados y santificados: ellos tomarán<br />

posesión <strong>de</strong> esto cuando, en <strong>la</strong> muerte, su alma <strong>de</strong>spierte <strong>de</strong> su profundo sueño en el cuerpo, y<br />

cuando, en <strong>la</strong> resurrección, el cuerpo <strong>de</strong>spierte <strong>de</strong> su sueño en <strong>la</strong> tumba. No hay satisfacción para un<br />

alma sino en Dios y en su buena voluntad hacia nosotros, y su buena obra en nosotros; pero esa<br />

satisfacción no será perfecta hasta que vayamos al cielo.<br />

SALMO XVIII

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