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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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Versículos 1—11. Dec<strong>la</strong>ración al ofrendar <strong>la</strong>s primicias. 12—15. La oración posterior a <strong>la</strong> entrega<br />

<strong>de</strong>l diezmo <strong>de</strong>l tercer año. 16—19. Pacto entre Dios y el pueblo.<br />

Vv. 1—11. Cuando ha cumplido con nosotros sus promesas, Dios espera que nosotros lo<br />

atribuyamos a <strong>la</strong> honra <strong>de</strong> su fi<strong>de</strong>lidad. Nuestro consuelo como criaturas es doblemente dulce cuando<br />

lo vemos fluir <strong>de</strong> <strong>la</strong> fuente <strong>de</strong> <strong>la</strong> promesa. La persona que ofrendó sus primicias <strong>de</strong>be recordar y<br />

reconocer el bajo origen <strong>de</strong> <strong>la</strong> nación, <strong>de</strong> <strong>la</strong> cual era miembro. Un arameo a punto para perecer fue<br />

mi padre. Jacob es aquí l<strong>la</strong>mado arameo. Su nación en su infancia peregrinó en Egipto como<br />

extranjeros, don<strong>de</strong> sirvieron como esc<strong>la</strong>vos. Eran un pueblo pobre, oprimido y <strong>de</strong>spreciado en<br />

Egipto; y aunque se enriquecieron y crecieron, no tenían razón para sentirse orgullosos, seguros ni<br />

para olvidarse <strong>de</strong> Dios. —Debe reconocer agra<strong>de</strong>cido <strong>la</strong> gran bondad <strong>de</strong> Dios para Israel. El<br />

consuelo que tenemos en lo que disfrutamos, <strong>de</strong>biera llevarnos a vivir agra<strong>de</strong>cidos por nuestra<br />

participación en <strong>la</strong> abundancia y <strong>la</strong> paz públicas; y con <strong>la</strong>s misericordias presentes, <strong>de</strong>biéramos<br />

ben<strong>de</strong>cir al Señor por <strong>la</strong>s misericordias pasadas que recordamos, y <strong>la</strong>s misericordias futuras que<br />

aguardamos con esperanza. —Debía ofrendar su canasto <strong>de</strong> primicias. Toda cosa buena que Dios nos<br />

da, es con su voluntad <strong>de</strong> que hagamos <strong>de</strong> ello el uso más conso<strong>la</strong>dor que podamos, atribuyendo los<br />

arroyos <strong>de</strong> bendición a <strong>la</strong> Fuente <strong>de</strong> todo consuelo.<br />

Vv. 12—15. ¿Cómo podría rendir <strong>la</strong> Tierra su producto o, si lo hiciera, qué consuelo podríamos<br />

tener en eso, a menos que con ello nuestro Dios nos diese su bendición? —Todo esto representa <strong>la</strong><br />

re<strong>la</strong>ción contractual entre un Dios reconciliado y cada creyente verda<strong>de</strong>ro, y los privilegios y <strong>de</strong>beres<br />

correspondientes. Debemos estar alerta y <strong>de</strong>mostrar que, <strong>de</strong> conformidad con el pacto <strong>de</strong> gracia en<br />

Cristo Jesús, Jehová es nuestro Dios y nosotros somos su pueblo, esperando su voluntad en el<br />

cumplimiento <strong>de</strong> sus promesas <strong>de</strong> <strong>la</strong> gracia.<br />

Vv. 16—19. Aquí Moisés pone en vigencia los preceptos. Son leyes <strong>de</strong> Dios, por tanto, <strong>de</strong>béis<br />

hacer<strong>la</strong>s, pues para ese fin os fueron dadas; haced<strong>la</strong>s y sin discutir; haced<strong>la</strong>s sin retractaros; haced<strong>la</strong>s,<br />

no <strong>de</strong>scuidada e hipócritamente, sino con corazón y alma, con todo vuestro corazón y toda vuestra<br />

alma. Nosotros juramos y rompemos el compromiso más sagrado si, cuando hemos tomado al Señor<br />

para ser nuestro Dios, no tomamos conciencia <strong>de</strong> obe<strong>de</strong>cer sus mandamientos. Somos elegidos para<br />

obe<strong>de</strong>cer, 1 Pedro i, 2; elegidos para ser santos, Efesios i, 4; purificados para ser un pueblo propio,<br />

que podamos no sólo hacer buenas obras, sino ser celosos <strong>de</strong> el<strong>la</strong>, Tito ii, 14. La santidad es el<br />

verda<strong>de</strong>ro honor, y el único camino al honor eterno.<br />

CAPÍTULO XXVII<br />

Versículos 1—10. La ley <strong>de</strong>bía escribirse en piedras en <strong>la</strong> tierra prometida. 11—26. Las<br />

maldiciones que <strong>de</strong>bían pronunciarse en el monte Ebal.<br />

Vv. 1—10. Tan pronto como entraran a Canaán tenían que erigir un monumento en el cual escribir<br />

<strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras <strong>de</strong> esta ley. —Deben levantar un altar. La pa<strong>la</strong>bra y <strong>la</strong> oración <strong>de</strong>ben ir juntas. Aunque<br />

por iniciativa propia no podían levantar un altar fuera <strong>de</strong>l tabernáculo, sin embargo, por indicación<br />

<strong>de</strong> Dios podían hacerlo en ocasiones especiales. Este altar <strong>de</strong>bía ser hecho <strong>de</strong> piedras no <strong>la</strong>bradas,<br />

como <strong>la</strong>s encontraran en el campo. Cristo, nuestro Altar, <strong>la</strong> piedra cortada <strong>de</strong>l monte no con manos<br />

humanas, <strong>de</strong>sechado por los edificadores, que no tenía parecer ni hermosura, pero aceptado por Dios<br />

Padre y hecho cabeza <strong>de</strong>l ángulo. En el Antiguo Testamento están escritas <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras <strong>de</strong> <strong>la</strong> ley con<br />

<strong>la</strong> maldición anexada; lo cual nos abrumaría <strong>de</strong> terror, si en el Nuevo Testamento no tuviésemos un<br />

altar cercano, que da conso<strong>la</strong>ción. Bendito sea Dios, <strong>la</strong>s copias impresas <strong>de</strong> <strong>la</strong>s Escrituras entre

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