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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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Vv. 27—33. Estas cosas están escritas para que creamos que Jesús es el Cristo, el Hijo <strong>de</strong> Dios.<br />

Los mi<strong>la</strong>gros <strong>de</strong> nuestro Señor nos aseguran que no fue vencido, sino que fue vencedor. Ahora, los<br />

discípulos están convencidos que Jesús es el Cristo; están en condiciones <strong>de</strong> soportar si saben <strong>de</strong> sus<br />

sufrimientos, los cuales Cristo empieza aquí a dárselos a conocer. —Él ve lo errado en lo que<br />

<strong>de</strong>cimos y hacemos, <strong>de</strong> lo cual nosotros mismos no tenemos conciencia, y sabe <strong>de</strong> qué espíritu<br />

somos, aun cuando nosotros no. La sabiduría <strong>de</strong>l hombre es necedad si preten<strong>de</strong> limitar los consejos<br />

divinos. Pedro no entendía correctamente <strong>la</strong> naturaleza <strong>de</strong>l reino <strong>de</strong> Cristo.<br />

Vv. 34—38. Se da noticia frecuente <strong>de</strong> <strong>la</strong> gran aglomeración que había en torno a Cristo para que<br />

ayudara en diversos casos. A todos les correspon<strong>de</strong> saber esto, si esperan que sane sus almas. Ellos<br />

no <strong>de</strong>ben ser indulgentes a <strong>la</strong> comodidad <strong>de</strong> <strong>la</strong> carne. Como <strong>la</strong> felicidad <strong>de</strong>l cielo con Cristo es<br />

suficiente para compensar <strong>la</strong> pérdida <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida misma por amor a Él, así si se gana todo el mundo<br />

por medio <strong>de</strong>l pecado no compensa <strong>la</strong> <strong>de</strong>strucción <strong>de</strong>l alma por el pecado. Llega el día en que <strong>la</strong><br />

causa <strong>de</strong> Cristo aparecerá tan gloriosa, como ahora algunos <strong>la</strong> creen poca cosa y <strong>de</strong>spreciable.<br />

Pensemos en esa época y veamos todo objeto terrenal como lo veremos en ese gran día.<br />

CAPÍTULO IX<br />

Versículos 1—13. La transfiguración. 14—29. Expulsión <strong>de</strong> un espíritu maligno. 30—40.<br />

Reprensión a los apóstoles. 41—50. Se <strong>de</strong>be preferir el dolor al pecado.<br />

Vv. 1—13. He aquí una predicción <strong>de</strong> <strong>la</strong> proximidad inmediata <strong>de</strong>l reino <strong>de</strong> Cristo. Un vistazo <strong>de</strong> ese<br />

reino se dio en <strong>la</strong> transfiguración <strong>de</strong> Cristo. ¡Bueno es alejarse <strong>de</strong>l mundo y estar a so<strong>la</strong>s con Cristo;<br />

qué bueno es estar con Cristo glorificado en el cielo con todos los santos! Pero cuando <strong>la</strong>s cosas nos<br />

salen bien, somos dados a no preocuparnos por el prójimo, y en <strong>la</strong> plenitud <strong>de</strong> nuestros <strong>de</strong>leites,<br />

olvidamos <strong>la</strong>s muchas necesida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> nuestros hermanos. Dios reconoce a Jesús y lo acepta como su<br />

amado Hijo, y está dispuesto a aceptarnos en Él. Por tanto, hemos <strong>de</strong> reconocerle y aceptarle como<br />

nuestro amado Salvador, y <strong>de</strong>bemos rendirnos para que Él nos man<strong>de</strong>. —Cristo no <strong>de</strong>ja al alma<br />

cuando el gozo y los consuelos <strong>la</strong> <strong>de</strong>jan. Jesús explica a los discípulos <strong>la</strong> profecía sobre Elías. Esto se<br />

prestaba para mal enten<strong>de</strong>r a Juan el Bautista.<br />

Vv. 14—29. El padre <strong>de</strong>l joven sufriente mostró <strong>la</strong> falta <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> los discípulos; pero Cristo<br />

hace que atribuya su <strong>de</strong>silusión a <strong>la</strong> falta <strong>de</strong> fe. Mucho se promete si creemos. Si tú no pue<strong>de</strong>s creer,<br />

es posible que tu duro corazón sea ab<strong>la</strong>ndado, curadas tus enfermeda<strong>de</strong>s espirituales, y débil como<br />

eres, pue<strong>de</strong>s resistir hasta el fin. —Los que se quejan <strong>de</strong> incredulidad, <strong>de</strong>ben mirar a Cristo pidiendo<br />

gracia que les ayuda contra eso, y su gracia será suficiente para ellos. A quién Cristo sana, lo cura<br />

eficazmente. Pero Satanás no quiere ser expulsado <strong>de</strong> quienes han sido sus esc<strong>la</strong>vos por mucho<br />

tiempo, y cuando no pue<strong>de</strong> engañar o <strong>de</strong>struir al pecador, le causa todo el terror que pue<strong>de</strong>. Los<br />

discípulos no <strong>de</strong>ben pensar que siempre harán su obra con <strong>la</strong> misma facilidad; algunos servicios<br />

exigen algo más que dolores corrientes.<br />

Vv. 30—40. El tiempo <strong>de</strong>l sufrimiento <strong>de</strong> Cristo se acercaba. Si hubiera sido entregado en <strong>la</strong>s<br />

manos <strong>de</strong> <strong>de</strong>monios y ellos hubieran hecho esto, no hubiese sido tan raro; sin embargo, resulta<br />

sorpren<strong>de</strong>nte que sean hombres quienes traten tan vergonzosamente al Hijo <strong>de</strong>l Hombre, que vino a<br />

redimirlos y salvarlos. Nótese que cuando Cristo hab<strong>la</strong>ba <strong>de</strong> su muerte siempre hab<strong>la</strong>ba <strong>de</strong> su<br />

resurrección, <strong>la</strong> cual quitaba <strong>de</strong> sí el reproche <strong>de</strong> <strong>la</strong> muerte y <strong>de</strong>biera quitar <strong>la</strong> tristeza a sus<br />

discípulos. Muchos siguen siendo ignorantes porque les da vergüenza preguntar. ¡Qué cosa! Aunque<br />

el Salvador enseña tan c<strong>la</strong>ramente <strong>la</strong>s cosas que correspon<strong>de</strong>n a su amor y gracia, los hombres están

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