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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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Vv. 1—4. Si nuestro <strong>de</strong>leite es a<strong>la</strong>bar al Señor mientras vivimos, ciertamente le a<strong>la</strong>baremos toda <strong>la</strong><br />

eternidad. Teniendo ante nosotros esta gloriosa perspectiva, ¡cuán bajas parecen <strong>la</strong>s empresas<br />

terrenales! Hay un Hijo <strong>de</strong>l hombre en quien hay ayuda, que es también el Hijo <strong>de</strong> Dios, que no le<br />

fal<strong>la</strong>rá a los que confían en Él. Pero todos los <strong>de</strong>más hijos <strong>de</strong> los hombres son como el hombre <strong>de</strong>l<br />

cual salieron que, teniendo honra, no permaneció en el<strong>la</strong>. —Dios ha dado <strong>la</strong> tierra a los hijos <strong>de</strong> los<br />

hombres, pero hay mucha inquietud al respecto. Sin embargo, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> poco <strong>de</strong> tiempo, ninguna<br />

parte <strong>de</strong> <strong>la</strong> tierra será <strong>de</strong> ellos, excepto <strong>la</strong> que contiene sus cuerpos muertos. Cuando el hombre<br />

vuelve a <strong>la</strong> tierra, en ese mismo día todos sus p<strong>la</strong>nes e intenciones se <strong>de</strong>svanecen y se van: entonces,<br />

¿en qué quedan sus expectativas?<br />

Vv. 5—10. El salmista nos anima a <strong>de</strong>positar <strong>la</strong> confianza en Dios. Debemos tener esperanza en<br />

<strong>la</strong> provi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> Dios para todo lo que necesitamos respecto <strong>de</strong> esta vida, y en <strong>la</strong> gracia <strong>de</strong> Dios<br />

para <strong>la</strong> veni<strong>de</strong>ra. El Dios <strong>de</strong>l cielo se hizo hombre para llegar a ser nuestra salvación. Aunque murió<br />

en <strong>la</strong> cruz por nuestros pecados, y fue puesto en <strong>la</strong> tumba, sus pensamientos <strong>de</strong> amor por nosotros no<br />

perecieron; se levantó <strong>de</strong> nuevo para cumplirlos. Cuando estuvo en <strong>la</strong> tierra, sus mi<strong>la</strong>gros fueron<br />

ejemplo <strong>de</strong> lo que Él sigue haciendo cada día. Otorga liberación a los cautivos atados en <strong>la</strong>s ca<strong>de</strong>nas<br />

<strong>de</strong>l pecado y <strong>de</strong> Satanás. Abre los ojos <strong>de</strong>l entendimiento. Da el pan <strong>de</strong> vida a los que tienen hambre<br />

<strong>de</strong> salvación; y es el Amigo constante <strong>de</strong>l pobre <strong>de</strong> espíritu, el in<strong>de</strong>fenso y el <strong>de</strong>sposeído. Nuestro<br />

Señor Jesús vino al mundo a socorrer al in<strong>de</strong>fenso: en Él encuentran misericordia los pobres<br />

pecadores, que son como huérfanos; su reino continuará por siempre. Entonces, corran a Él los<br />

pecadores y los creyentes se regocijen en Él. Como el Señor reinará por siempre, animémonos unos<br />

a otros a a<strong>la</strong>bar su santo nombre.<br />

SALMO CXLVII<br />

Versículos 1—11. El pueblo <strong>de</strong> Dios es exhortado a a<strong>la</strong>barle por sus misericordias y cuidados. 12—<br />

20. Por <strong>la</strong> salvación y <strong>la</strong> prosperidad <strong>de</strong> <strong>la</strong> iglesia.<br />

Vv. 1—11. A<strong>la</strong>bar a Dios es obra que tiene su paga. Es lindo; nos correspon<strong>de</strong> como criaturas<br />

racionales, mucho más como pueblo <strong>de</strong>l pacto <strong>de</strong> Dios. Por su gracia reúne a los pecadores<br />

<strong>de</strong>sechados y los lleva a su santa morada. A los que Dios sana con <strong>la</strong>s conso<strong>la</strong>ciones <strong>de</strong> su Espíritu,<br />

les hab<strong>la</strong> paz, les asegura que sus pecados son perdonados. Por esto, que también le a<strong>la</strong>ben los<br />

<strong>de</strong>más. —El conocimiento <strong>de</strong>l hombre termina pronto, pero el conocimiento <strong>de</strong> Dios es <strong>de</strong> una<br />

profundidad que no pue<strong>de</strong> ser son<strong>de</strong>ada. Aunque conoce el número <strong>de</strong> <strong>la</strong>s estrel<strong>la</strong>s, con<strong>de</strong>scien<strong>de</strong> a<br />

escuchar al pecador <strong>de</strong> corazón quebrantado. Aunque alimenta a los polluelos <strong>de</strong> cuervos, no <strong>de</strong>jará<br />

menesteroso a su pueblo que ora. —Las nubes parecen pesadas y tristes, pero sin el<strong>la</strong>s no tendríamos<br />

lluvia, por tanto, tampoco frutas. Así, <strong>la</strong>s aflicciones parecen negras y <strong>de</strong>sagradables, pero <strong>de</strong> <strong>la</strong>s<br />

nubes <strong>de</strong> aflicción vienen <strong>la</strong>s lluvias que hacen que el alma dé los frutos apacibles <strong>de</strong> justicia. El<br />

salmista se <strong>de</strong>leita, no en <strong>la</strong>s cosas en que confían y se glorían los pecadores; pero a sus ojos, <strong>la</strong><br />

consi<strong>de</strong>ración seria y apropiada <strong>de</strong> Dios es <strong>de</strong> un muy gran precio. No tenemos que dudar entre <strong>la</strong><br />

esperanza y el temor, sino actuar bajo <strong>la</strong> influencia llena <strong>de</strong> gracia <strong>de</strong> <strong>la</strong> esperanza y el temor unidos.<br />

Vv. 12—20. La iglesia, como <strong>la</strong> Jerusalén <strong>de</strong> antes, edificada y preservada por <strong>la</strong> sabiduría, el<br />

po<strong>de</strong>r y <strong>la</strong> bondad <strong>de</strong> Dios, es exhortada a a<strong>la</strong>barle por todos los beneficios y <strong>la</strong>s bendiciones que Él<br />

con<strong>de</strong>scien<strong>de</strong> a otorgarle; y estas están representadas por sus favores en el curso <strong>de</strong> <strong>la</strong> naturaleza. La<br />

pa<strong>la</strong>bra que <strong>de</strong>rrite pue<strong>de</strong> representar al evangelio <strong>de</strong> Cristo y el viento que hace fluir <strong>la</strong>s aguas, al<br />

Espíritu <strong>de</strong> Cristo, porque el Espíritu es comparado con el viento, Juan iii, 8. La gracia que convierte<br />

ab<strong>la</strong>nda al corazón que estaba conge<strong>la</strong>do, lo <strong>de</strong>rrite en lágrimas <strong>de</strong> arrepentimiento y hace que fluyan

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