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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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somos llevados tan bajo, tan cerca <strong>de</strong> <strong>la</strong> muerte, que Dios no pueda levantarnos. Si nos ha salvado <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> muerte espiritual eterna, po<strong>de</strong>mos esperar que en todos nuestros pa<strong>de</strong>cimientos Él sea una ayuda<br />

muy presente para nosotros. —La provi<strong>de</strong>ncia soberana <strong>de</strong> Dios or<strong>de</strong>na así con frecuencia que los<br />

perseguidores y los opresores sean llevados a <strong>la</strong> ruina por los proyectos que formaron para <strong>de</strong>struir al<br />

pueblo <strong>de</strong> Dios. Los borrachos se matan; los pródigos mendigan; los contenciosos se acarrean mal a<br />

ellos mismos: así los pecados <strong>de</strong> los hombres pue<strong>de</strong>n leerse en sus castigos y queda c<strong>la</strong>ro para todos<br />

que <strong>la</strong> <strong>de</strong>strucción <strong>de</strong> los pecadores es <strong>de</strong> ellos mismos. Toda maldad vino originalmente con el malo<br />

<strong>de</strong>l infierno; y quienes siguen en el pecado, <strong>de</strong>ben ir a ese lugar <strong>de</strong> tormento. El verda<strong>de</strong>ro estado, <strong>de</strong><br />

naciones y <strong>de</strong> individuos, pue<strong>de</strong> estimarse correctamente por esta so<strong>la</strong> reg<strong>la</strong>: si en sus obras<br />

recuerdan u olvidan a Dios. —David exhorta al pueblo <strong>de</strong> Dios a que espere su salvación, aunque<br />

sea <strong>la</strong>rgamente diferida. Dios hará que se vea que nunca se olvidó <strong>de</strong> ellos: no es posible que se<br />

olvidara. Es raro que el hombre, polvo en su origen, pecador por su caída, al que se le recuerda<br />

continuamente ambas cosas por todo lo que hay en Él y acerca <strong>de</strong> Él, <strong>de</strong>ba aún necesitar una aguda<br />

aflicción, un grave castigo <strong>de</strong> parte <strong>de</strong> Dios, para ser llevado al conocimiento <strong>de</strong> sí mismo y hacerlo<br />

sentir quién es y lo que es.<br />

SALMO X<br />

Versículos 1—11. El salmista se queja <strong>de</strong> <strong>la</strong> maldad <strong>de</strong>l impío. 12—18. Pi<strong>de</strong> a Dios que se<br />

manifieste para alivio <strong>de</strong> su pueblo.<br />

Vv. 1—11. Los alejamientos <strong>de</strong> Dios son muy penosos para su pueblo en especial en tiempos <strong>de</strong><br />

tribu<strong>la</strong>ción. Nos alejamos <strong>de</strong> Dios por nuestra incredulidad y, luego, nos quejamos <strong>de</strong> que Dios se<br />

aleja <strong>de</strong> nosotros. —Las pa<strong>la</strong>bras apasionadas contra los hombres malos hacen más mal que bien; si<br />

hab<strong>la</strong>mos <strong>de</strong> su maldad, que sea ante el Señor, en oración; Él pue<strong>de</strong> mejorarlos. El pecador se gloría<br />

orgullosamente en su po<strong>de</strong>r y éxito. La gente ma<strong>la</strong> no busca a Dios, esto es, no lo invoca. Ellos viven<br />

sin orar, y eso es vivir sin Dios. Tienen muchos pensamientos, muchos objetos y aparatos, pero no<br />

piensan en el Señor en ninguno <strong>de</strong> ellos; no se someten a su voluntad ni buscan su gloria. La causa<br />

<strong>de</strong> esto es el orgullo. Los hombres piensan que los rebaja el ser religiosos. No podrían quebrantar<br />

todas <strong>la</strong>s leyes <strong>de</strong> <strong>la</strong> justicia y <strong>la</strong> bondad hacia el hombre, si primero no se hubieran sacudido <strong>de</strong> todo<br />

sentido <strong>de</strong> religión.<br />

Vv. 12—18. El salmista hab<strong>la</strong> con estupefacción <strong>de</strong> <strong>la</strong> maldad <strong>de</strong>l impío y <strong>la</strong> paciencia y<br />

tolerancia <strong>de</strong> Dios. Dios prepara el corazón para orar, encien<strong>de</strong> <strong>de</strong>seos piadosos, fortalece nuestra fe<br />

más santa, fija los pensamientos y suscita el afecto y, luego, en su gracia acepta <strong>la</strong> oración. La<br />

preparación <strong>de</strong>l corazón es <strong>de</strong>l Señor, y <strong>de</strong>bemos buscarlo a Él en eso. —Que el creyente pobre,<br />

afligido, perseguido o tentado recuer<strong>de</strong> que Satanás es el príncipe <strong>de</strong> este mundo y que es el padre <strong>de</strong><br />

todo impío. Los hijos <strong>de</strong> Dios no pue<strong>de</strong>n esperar bondad, verdad o justicia <strong>de</strong> <strong>la</strong>s personas que<br />

crucificaron al Señor <strong>de</strong> <strong>la</strong> gloria. Pero este Jesús, una vez sufriente, reina ahora como Rey sobre<br />

toda <strong>la</strong> tierra, y <strong>de</strong> su dominio no habrá fin. Consagrémonos a Él, confiando humil<strong>de</strong>mente en su<br />

misericordia. Él rescatará al creyente <strong>de</strong> toda tentación, y romperá el brazo <strong>de</strong> todo malvado opresor,<br />

y herirá <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> poco a Satanás bajo nuestros pies. Pero solo en el cielo será eliminado todo<br />

pecado y tentación, aunque en esta vida el creyente pruebe anticipadamente su liberación.<br />

SALMO XI

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