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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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CAPÍTULO V<br />

Versículos 1—9. El <strong>de</strong>sagrado <strong>de</strong>l Faraón—El aumenta <strong>la</strong>s tareas <strong>de</strong> los israelitas. 10—23. Los<br />

sufrimientos <strong>de</strong> los israelitas—La queja <strong>de</strong> Moisés a Dios.<br />

Vv. 1—9. Dios reconocerá a su pueblo aunque pobres y <strong>de</strong>spreciados y encontrará un tiempo para<br />

<strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r su causa. Faraón trató con <strong>de</strong>sprecio todo lo que oyó. Él no tenía conocimiento <strong>de</strong> Jehová,<br />

ni temor <strong>de</strong> Él, ni amor por Él y, por tanto, se negó a obe<strong>de</strong>cerle. Así, pues, el orgullo, <strong>la</strong> ambición,<br />

<strong>la</strong> codicia y el conocimiento político <strong>de</strong> Faraón lo endurecieron para su propia <strong>de</strong>strucción. Lo que<br />

pidieron Moisés y Aarón era muy razonable, so<strong>la</strong>mente ir a tres días <strong>de</strong> viaje por el <strong>de</strong>sierto y eso<br />

para una buena diligencia. Sacrificaremos al Señor nuestro Dios. Faraón fue muy irracional al <strong>de</strong>cir<br />

que <strong>la</strong> gente hab<strong>la</strong>ba <strong>de</strong> ir a sacrificar porque estaba ociosa. Así, tergiversó sus pa<strong>la</strong>bras para tener un<br />

pretexto para aumentar sus cargas. En el presente encontramos a muchos que están más dispuestos a<br />

culpar a su prójimo por pasar unas pocas horas en el servicio <strong>de</strong> Dios, apartados <strong>de</strong> sus negocios<br />

mundanos, que a culpar a quienes dan el doble <strong>de</strong> su tiempo a p<strong>la</strong>ceres pecaminosos. —La or<strong>de</strong>n <strong>de</strong><br />

Faraón fue bárbara. Hasta Moisés y Aarón <strong>de</strong>bían cargarse. Los perseguidores se comp<strong>la</strong>cen en<br />

<strong>de</strong>spreciar a los ministros y ponerles dificulta<strong>de</strong>s. Debía hacerse <strong>la</strong> cantidad habitual <strong>de</strong> <strong>la</strong>drillos sin<br />

<strong>la</strong> provisión acostumbrada <strong>de</strong> paja para mezc<strong>la</strong>r con el barro. De esta manera los hombres iban a ser<br />

cargados con tanto trabajo que, si lo hacían, el esfuerzo los quebrantaría, y si no lo hacían, serían<br />

castigados.<br />

Vv. 10—23. Los capataces egipcios eran muy severos. Véase cuánta necesidad tenemos <strong>de</strong> orar<br />

para ser librados <strong>de</strong> los hombres malos. Los jefes <strong>de</strong> los trabajadores se quejaron justamente al<br />

Faraón pero éste se burló <strong>de</strong> ellos. La maldad <strong>de</strong> Satanás a menudo representa el servicio y <strong>la</strong><br />

adoración <strong>de</strong> Dios como tarea a<strong>de</strong>cuada sólo para quienes nada tienen que hacer y actividad sólo<br />

para ociosos, aunque es <strong>de</strong>ber aun <strong>de</strong> quienes más ocupados están en el mundo. —Los que son<br />

diligentes en ofrecer sus sacrificios al Señor, escaparán, ante Dios, <strong>de</strong>l <strong>de</strong>stino <strong>de</strong>l siervo perezoso,<br />

aunque no escapen <strong>de</strong> los hombres. —Los israelitas <strong>de</strong>bieran haberse humil<strong>la</strong>do ante Dios y haber<br />

tomado sobre sí mismos <strong>la</strong> vergüenza <strong>de</strong> su pecado pero, en cambio, pelearon contra quienes iban a<br />

ser sus libertadores. Moisés volvió al Señor. Sabía que lo que había dicho y hecho era por or<strong>de</strong>n <strong>de</strong><br />

Dios y, por tanto, ape<strong>la</strong> a Él. Cuando nos encontramos en cualquier momento confundidos en el<br />

camino <strong>de</strong> nuestro <strong>de</strong>ber, <strong>de</strong>bemos ir a Dios y exponer nuestro caso ante Él por medio <strong>de</strong> <strong>la</strong> oración<br />

fervorosa. Los <strong>de</strong>sengaños <strong>de</strong> nuestro trabajo no <strong>de</strong>ben alejarnos <strong>de</strong> nuestro Dios; más bien<br />

<strong>de</strong>beríamos reflexionar en <strong>la</strong> razón por qué han sido enviados.<br />

CAPÍTULO VI<br />

Versículos 1—9. Dios renueva su promesa. 10—13. Moisés y Aarón enviados nuevamente a<br />

Faraón. 14—30. El parentesco <strong>de</strong> Moisés y Aarón.<br />

Vv. 1—9. Muy probablemente prosperemos en nuestros intentos <strong>de</strong> glorificar a Dios y ser útiles a<br />

los hombres cuando aprendamos por experiencia que nada po<strong>de</strong>mos hacer por nosotros mismos, y si<br />

toda nuestra <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia está en Él y toda nuestra expectativa sea <strong>de</strong> Él. Moisés había estado<br />

esperando lo que Dios iba a hacer, pero ahora verá lo que hará Él. Ahora Dios sería conocido por su<br />

nombre, Jehová, esto es, el Dios que hace lo prometido y termina su obra. —Dios quería <strong>la</strong> felicidad<br />

<strong>de</strong> ellos: Yo los tomaré como mi pueblo, un pueblo peculiar y Yo seré vuestro Dios. No necesitamos<br />

pedir ni tener más que esto para hacernos felices. Él quiere su gloria: Uste<strong>de</strong>s sabrán que Yo soy

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