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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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Debemos cumplir nuestro <strong>de</strong>ber y, luego, <strong>de</strong>jarlo a Dios. La promesa es muy dulce: Él hará que<br />

ocurra lo que le encomendaste, sea lo que sea.<br />

Vv. 7—20. Satisfagámonos con que Dios hará que todo obre para nuestro bien. No nos agitemos<br />

por lo que vemos en este mundo. Un espíritu afanoso, <strong>de</strong>scontento está expuesto a muchas<br />

tentaciones. Porque en todos los aspectos, lo poco que se asigna al justo, es más conso<strong>la</strong>dor y<br />

provechoso que todas <strong>la</strong>s riquezas mal obtenidas y engañosas <strong>de</strong> los impíos. Viene <strong>de</strong> una mano <strong>de</strong><br />

amor especial. Dios provee abundantemente y bien, no sólo para sus siervos que trabajan, sino para<br />

sus siervos que esperan. Tienen lo que es mejor que <strong>la</strong> riqueza, paz mental, paz con Dios, y entonces,<br />

paz en Dios; esa paz que el mundo no pue<strong>de</strong> dar y el mundo no pue<strong>de</strong> tener. Dios conoce los días<br />

<strong>de</strong>l creyente. Nada <strong>de</strong> <strong>la</strong> obra <strong>de</strong> un día quedará sin recompensa. Su tiempo en <strong>la</strong> tierra se cuenta por<br />

días, que pronto terminará <strong>la</strong> cuenta; pero <strong>la</strong> felicidad celestial será para siempre. —Esto será un<br />

verda<strong>de</strong>ro sustento para los creyentes en <strong>la</strong>s épocas ma<strong>la</strong>s. Quienes <strong>de</strong>scansan sobre <strong>la</strong> Roca <strong>de</strong> los<br />

siglos, no tienen razón para envidiar al malo su apoyo en cañas cascadas.<br />

Vv. 21—33. El Señor nuestro Dios requiere que actuemos con justicia y <strong>de</strong>mos a todos lo<br />

<strong>de</strong>bido. Gran pecado es que los que pue<strong>de</strong>n, nieguen el pago <strong>de</strong> <strong>de</strong>udas justas; gran miseria es no<br />

po<strong>de</strong>r pagar<strong>la</strong>s. El que es verda<strong>de</strong>ramente misericordioso siempre será misericordioso. Debemos<br />

abandonar nuestros pecados; apren<strong>de</strong>r a hacer el bien y aferrarnos a eso. Esta es <strong>la</strong> verda<strong>de</strong>ra<br />

religión. —La bendición <strong>de</strong> Dios es el manantial, <strong>la</strong> dulzura, y <strong>la</strong> seguridad <strong>de</strong> todos nuestros<br />

p<strong>la</strong>ceres terrenales. Y si estamos seguros <strong>de</strong> esto, no estamos seguros <strong>de</strong> que no nos faltará bien<br />

alguno en este mundo. Por su gracia y por el Espíritu Santo, Él dirige los pensamientos, los afectos y<br />

los <strong>de</strong>signios <strong>de</strong> los hombres buenos. Por su provi<strong>de</strong>ncia Él pasa por encima <strong>de</strong> los hechos como<br />

para hacer sencillo el camino <strong>de</strong> ellos. No siempre les muestra un tramo extenso <strong>de</strong> su camino, sino<br />

que los guía paso a paso, como se guían los niños. Dios los guardará <strong>de</strong> ser <strong>de</strong>struidos por sus caídas,<br />

sea en pecado o en problemas, aunque <strong>la</strong> caída en pecado será sumamente dolorosa. —Pocos, si es<br />

que hay alguien, han conocido a un creyente coherente, o a sus hijos, reducido a una <strong>de</strong>sesperada y<br />

miserable necesidad. Dios no abandona en <strong>la</strong> aflicción a sus santos; y sólo el justo habitará por<br />

siempre en el cielo; esa será su morada eterna. Un hombre bueno pue<strong>de</strong> caer en <strong>la</strong>s manos <strong>de</strong> un<br />

mensajero <strong>de</strong> Satanás y ser dolorosamente afectado, pero Dios no lo <strong>de</strong>jará en <strong>la</strong>s manos <strong>de</strong> su<br />

enemigo.<br />

Vv. 34—40. El <strong>de</strong>ber es nuestro y <strong>de</strong>bemos ocuparnos <strong>de</strong> él; pero los acontecimientos son <strong>de</strong><br />

Dios, <strong>de</strong>bemos <strong>de</strong>jar en sus manos disposición <strong>de</strong> ellos. —¡Qué cuadro impactante es el <strong>de</strong> los<br />

versículos 35, 36, acerca <strong>de</strong> más <strong>de</strong> uno <strong>de</strong> los prósperos enemigos <strong>de</strong> Dios! Pero Dios <strong>de</strong>struye<br />

notablemente los proyectos <strong>de</strong> los impíos prósperos, especialmente <strong>de</strong> los perseguidores. —Nadie es<br />

perfecto en sí mismo, pero los creyentes lo son en Cristo Jesús. Si todos los días <strong>de</strong> los santos<br />

continúan siendo tenebrosos y nub<strong>la</strong>dos, su día <strong>de</strong> morir pue<strong>de</strong> resultar conso<strong>la</strong>dor y ponerse<br />

bril<strong>la</strong>nte su sol. O si <strong>de</strong>ben ponerse bajo una nube, <strong>de</strong> todos modos su estado futuro será <strong>de</strong> paz<br />

perdurable. La salvación <strong>de</strong>l justo será obra <strong>de</strong>l Señor. Él los ayudará a cumplir sus <strong>de</strong>beres, a llevar<br />

sus cargas; les ayudará a soportar bien sus problemas, y lograr el bien a través <strong>de</strong> ellos, y en el<br />

tiempo <strong>de</strong>bido, los librará <strong>de</strong> sus problemas. Entonces que los pecadores se alejen <strong>de</strong>l mal y hagan el<br />

bien; que se arrepientan, abandonen el pecado, y confíen en <strong>la</strong> misericordia <strong>de</strong> Dios por medio <strong>de</strong><br />

Jesucristo. Tomen ellos su yugo sobre sí y aprendan <strong>de</strong> Él, para que puedan habitar por siempre en el<br />

cielo. Notemos <strong>la</strong>s escenas finales <strong>de</strong> diferentes personajes, y siempre <strong>de</strong>pendamos <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

misericordia <strong>de</strong> Dios.<br />

SALMO XXXVIII

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