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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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tinieb<strong>la</strong>s, por gracia se convierten en luz en el Señor. Las tinieb<strong>la</strong>s hubieran estado siempre sobre el<br />

hombre caído si el Hijo <strong>de</strong> Dios no hubiera venido para darnos entendimiento, 1 Juan v. 20. La luz<br />

que Dios quiso, <strong>la</strong> aprobó. Dios separó <strong>la</strong> luz <strong>de</strong> <strong>la</strong>s tinieb<strong>la</strong>s, pues, ¿qué comunión tiene <strong>la</strong> luz con<br />

<strong>la</strong>s tinieb<strong>la</strong>s? En los cielos hay perfecta luz y ningunas tinieb<strong>la</strong>s; en el infierno, <strong>la</strong> oscuridad es<br />

absoluta y no hay un rayo <strong>de</strong> luz. El día y <strong>la</strong> noche son <strong>de</strong>l Señor; usemos ambos para su honra: cada<br />

día en el trabajo para Él y <strong>de</strong>scansando en Él cada noche. Meditando día y noche en su ley.<br />

Vv. 6—13. La tierra estaba <strong>de</strong>so<strong>la</strong>da, pero por una pa<strong>la</strong>bra se llenó <strong>de</strong> <strong>la</strong>s riquezas <strong>de</strong> Dios, que<br />

todavía son suyas. Aunque se permite al hombre su uso, son <strong>de</strong> Dios y para su servicio y honor<br />

<strong>de</strong>ben usarse. La tierra, a su mandato, produce pasto, hierbas y frutos. Dios <strong>de</strong>be tener <strong>la</strong> gloria <strong>de</strong><br />

todo el provecho que recibimos <strong>de</strong>l producto <strong>de</strong> <strong>la</strong> tierra. Si tenemos interés en Él, que es <strong>la</strong> Fuente,<br />

por <strong>la</strong> gracia, nos regocijaríamos en Él cuando se secan los arroyos temporales <strong>de</strong> <strong>la</strong> misericordia.<br />

Vv. 14—19. El cuarto día <strong>de</strong> trabajo da cuenta <strong>de</strong> <strong>la</strong> creación <strong>de</strong>l sol, <strong>la</strong> luna y <strong>la</strong>s estrel<strong>la</strong>s. Todo<br />

es obra <strong>de</strong> Dios. Se hab<strong>la</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong>s estrel<strong>la</strong>s tal como aparecen antes nuestros ojos, sin <strong>de</strong>cir su cantidad,<br />

naturaleza, lugar, tamaño o movimientos; <strong>la</strong>s Escrituras no fueron hechas para satisfacer <strong>la</strong><br />

curiosidad ni para hacernos astrónomos, sino para conducirnos a Dios y hacernos santos. Las luces<br />

<strong>de</strong>l cielo fueron hechas para servirle a Él; lo hacen fielmente y bril<strong>la</strong>n a su tiempo sin faltar.<br />

Nosotros estamos como luces en este mundo para servir a Dios; pero, ¿respon<strong>de</strong>mos en manera<br />

simi<strong>la</strong>r a <strong>la</strong> finalidad para <strong>la</strong> que fuimos creados? No: nuestra luz no resp<strong>la</strong>n<strong>de</strong>ce ante Dios como sus<br />

luces bril<strong>la</strong>n ante nosotros. Hacemos uso <strong>de</strong> <strong>la</strong> creación <strong>de</strong> nuestro Amo, pero nos importa poco <strong>la</strong><br />

obra <strong>de</strong> nuestro Amo.<br />

Vv. 20—25. Dios mandó que se hicieran los peces y <strong>la</strong>s aves. Él mismo ejecutó esta or<strong>de</strong>n. Los<br />

insectos, que son más numerosos que <strong>la</strong>s aves y <strong>la</strong>s bestias, y tan curiosos, parecen haber sido parte<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> obra <strong>de</strong> este día. La sabiduría y el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l Creador son admirables tanto en una hormiga<br />

como en un elefante. —El po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> <strong>la</strong> provi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> Dios preserva todas <strong>la</strong>s cosas y <strong>la</strong> feracidad es<br />

el efecto <strong>de</strong> su bendición.<br />

Vv. 26—28. El hombre fue hecho <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> todas <strong>la</strong>s criaturas: esto era tanto un honor como<br />

un favor para él. Sin embargo, el hombre fue hecho el mismo día que <strong>la</strong>s bestias; su cuerpo fue<br />

hecho <strong>de</strong> <strong>la</strong> misma tierra que el <strong>de</strong> el<strong>la</strong>s; y mientras él está en el cuerpo, habita en <strong>la</strong> misma tierra con<br />

el<strong>la</strong>s. ¡No permita Dios que dándole gusto al cuerpo y a sus <strong>de</strong>seos, nos hagamos como <strong>la</strong>s bestias<br />

que perecen! El hombre fue hecho para ser una criatura diferente <strong>de</strong> todas <strong>la</strong>s que habían sido hechas<br />

hasta entonces. En él tenían que unirse <strong>la</strong> carne y el espíritu, el cielo y <strong>la</strong> tierra. Dios dijo: ―Hagamos<br />

al hombre‖. El hombre, cuando fue hecho, fue creado para glorificar al Padre, Hijo y Espíritu Santo.<br />

En ese gran nombre somos bautizados pues a ese gran nombre <strong>de</strong>bemos nuestro ser. Es el alma <strong>de</strong>l<br />

hombre <strong>la</strong> que lleva especialmente <strong>la</strong> imagen <strong>de</strong> Dios. —El hombre fue hecho recto, Eclesiastés vii.<br />

29. Su entendimiento veía c<strong>la</strong>ra y verda<strong>de</strong>ramente <strong>la</strong>s cosas divinas; no había yerros ni<br />

equivocaciones en su conocimiento; su voluntad consentía <strong>de</strong> inmediato a <strong>la</strong> voluntad <strong>de</strong> Dios en<br />

todas <strong>la</strong>s cosas. Sus afectos eran normales y no tenía malos <strong>de</strong>seos ni pasiones <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>nadas. Sus<br />

pensamientos eran fácilmente llevados a temas sublimes y quedaban fijos en ellos. Así <strong>de</strong> santos, así<br />

<strong>de</strong> felices, eran nuestros primeros padres cuando tenían <strong>la</strong> imagen <strong>de</strong> Dios en ellos. ¡Pero cuán<br />

<strong>de</strong>sfigurada está <strong>la</strong> imagen <strong>de</strong> Dios en el hombre! ¡Quiera el Señor renovar<strong>la</strong> en nuestra alma por su<br />

gracia!<br />

Vv. 29, 30. Las hierbas y <strong>la</strong>s frutas <strong>de</strong>ben ser <strong>la</strong> comida <strong>de</strong>l hombre, incluido el maíz y todos los<br />

productos <strong>de</strong> <strong>la</strong> tierra. Que el pueblo <strong>de</strong> Dios ponga sobre Él su carga y no se afane por qué comerán<br />

ni qué beberán. El que alimenta <strong>la</strong>s aves <strong>de</strong>l cielo no permitirá que sus hijitos pasen hambre.

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