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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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no creen nunca entrarán en este reposo espiritual, sea el <strong>de</strong> gracia aquí o el <strong>de</strong> gloria en el más allá.<br />

Dios siempre ha <strong>de</strong>c<strong>la</strong>rado que el reposo <strong>de</strong>l hombre está en Él, y que su amor es <strong>la</strong> única dicha<br />

verda<strong>de</strong>ra <strong>de</strong>l alma; y <strong>la</strong> fe en sus promesas, por medio <strong>de</strong> su Hijo, es el único camino para entrar en<br />

aquel reposo.<br />

Vv. 11—16. Nótese <strong>la</strong> finalidad propuesta: reposo espiritual y eterno; el reposo <strong>de</strong> gracia aquí, y<br />

el <strong>de</strong> gloria en el más allá; en Cristo en <strong>la</strong> tierra; con Cristo en el cielo. Después <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>la</strong>bor <strong>de</strong>bida y<br />

diligente vendrá el reposo dulce y satisfactorio; el trabajo <strong>de</strong> ahora hará más p<strong>la</strong>centero el reposo<br />

cuando llegue. Trabajemos y estimulémonos los unos a los otros a ser diligentes en el <strong>de</strong>ber. —Las<br />

Sagradas Escrituras son <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra <strong>de</strong> Dios. Cuando Dios <strong>la</strong> insta<strong>la</strong> por su Espíritu, convence<br />

po<strong>de</strong>rosamente, convierte po<strong>de</strong>rosamente y consue<strong>la</strong> po<strong>de</strong>rosamente. Hace que sea humil<strong>de</strong> el alma<br />

que ha sido orgullosa por mucho tiempo; el espíritu perverso sea manso y obediente. Los hábitos<br />

pecaminosos que se han vuelto naturales para el alma, estando profundamente arraigados en el<strong>la</strong>, son<br />

separados y cortados por <strong>la</strong> espada. Dejará al <strong>de</strong>scubierto a los hombres sus pensamientos y<br />

propósitos, <strong>la</strong>s vilezas <strong>de</strong> muchos, los malos principios que los mueven, <strong>la</strong>s finalida<strong>de</strong>s pecaminosas<br />

para <strong>la</strong>s cuales actúan. La pa<strong>la</strong>bra mostrará al pecador todo lo que hay en su corazón. —<br />

Aferrémonos firmes <strong>la</strong>s doctrinas <strong>de</strong> <strong>la</strong> fe cristiana en nuestras cabezas, sus principios vivificantes en<br />

nuestros corazones, su confesión franca en nuestros <strong>la</strong>bios, y sometámonos a ellos en nuestras vidas.<br />

Cristo ejecutó una parte <strong>de</strong> su sacerdocio en <strong>la</strong> tierra al morir por nosotros; ejecuta <strong>la</strong> otra parte en el<br />

cielo, alegando <strong>la</strong> causa y presentando <strong>la</strong>s ofrendas <strong>de</strong> su pueblo. A criterio <strong>de</strong> <strong>la</strong> sabiduría infinita<br />

fue necesario que el Salvador <strong>de</strong> los hombres fuera uno que tuviera el sentimiento <strong>de</strong> compañero que<br />

ningún ser, salvo un congénere, pudiera tener, y por tanto era necesario que experimentara realmente<br />

todos los efectos <strong>de</strong>l pecado que pudieran separarse <strong>de</strong> su verda<strong>de</strong>ra culpa real. Dios envió a su Hijo<br />

en <strong>la</strong> semejanza <strong>de</strong> <strong>la</strong> carne <strong>de</strong> pecado, Romanos viii, 3; pero mientras más santo y puro era Él,<br />

menos dispuesto <strong>de</strong>be <strong>de</strong> haber estado a pecar en su naturaleza y más profunda <strong>de</strong>be <strong>de</strong> haber sido <strong>la</strong><br />

impresión <strong>de</strong> su mal; en consecuencia, más preocupado <strong>de</strong>be <strong>de</strong> haber estado Él por librar a su<br />

pueblo <strong>de</strong> <strong>la</strong> culpa y po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l pecado. —Debemos animarnos por <strong>la</strong> excelencia <strong>de</strong> nuestro Sumo<br />

Sacerdote para ir directamente al trono <strong>de</strong> <strong>la</strong> gracia. La misericordia y <strong>la</strong> gracia son <strong>la</strong>s cosas que<br />

queremos; misericordia que perdone todos nuestros pecados, y gracia que purifique nuestras almas.<br />

A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> nuestra <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia diaria <strong>de</strong> Dios para <strong>la</strong>s provisiones presentes, hay temporadas para<br />

<strong>la</strong>s cuales <strong>de</strong>bemos proveer en nuestras oraciones; tiempos <strong>de</strong> tentación sea por <strong>la</strong> adversidad o <strong>la</strong><br />

prosperidad, y especialmente en nuestro momento <strong>de</strong> morir. Tenemos que ir al trono <strong>de</strong> justicia con<br />

reverencia y santo temor, pero no como arrastrados, sino invitados al trono <strong>de</strong> misericordia don<strong>de</strong><br />

reina <strong>la</strong> gracia. Tenemos <strong>de</strong>nuedo sólo por <strong>la</strong> sangre <strong>de</strong> Jesús para entrar al Lugar Santísimo; Él es<br />

nuestro Abogado y ha adquirido todo lo que nuestras almas puedan <strong>de</strong>sear o querer.<br />

CAPÍTULO V<br />

Versículos 1—10. El oficio y el <strong>de</strong>ber <strong>de</strong>l sumo sacerdote están abundantemente cumplidos en<br />

Cristo. 11—14. Los hebreos cristianos son reprendidos por su poco avance en el conocimiento<br />

<strong>de</strong>l evangelio.<br />

Vv. 1—10. El Sumo Sacerdote <strong>de</strong>be ser un hombre, partícipe <strong>de</strong> nuestra naturaleza. Esto <strong>de</strong>muestra<br />

que el hombre había pecado. Porque Dios no tolerará que el hombre pecador vaya a Él por sí mismo.<br />

Pero es bienvenido a Dios todo el que vaya por medio <strong>de</strong> este Sumo Sacerdote; como valoramos <strong>la</strong><br />

aceptación con Dios, y el perdón, <strong>de</strong>bemos recurrir por fe a este Cristo Jesús, nuestro gran Sumo<br />

Sacerdote, que pue<strong>de</strong> interce<strong>de</strong>r por los que se hal<strong>la</strong>n fuera <strong>de</strong>l camino <strong>de</strong> <strong>la</strong> verdad, <strong>de</strong>l <strong>de</strong>ber y <strong>la</strong><br />

dicha; Aquel que tiene <strong>la</strong> ternura para guiarlos <strong>de</strong> vuelta <strong>de</strong>s<strong>de</strong> los <strong>de</strong>svíos <strong>de</strong>l error, el pecado y <strong>la</strong>

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