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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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pudieron ayudarlo. Nunca fueron <strong>de</strong>splegados en forma tan tremenda <strong>la</strong> naturaleza y los efectos<br />

horribles <strong>de</strong>l pecado que en aquel día, en que el amado Hijo <strong>de</strong>l Padre colgó <strong>de</strong> <strong>la</strong> cruz, sufriendo por<br />

el pecado, el Justo por el injusto, para llevarnos a Dios. Rindámonos voluntariamente a su servicio.<br />

Vv. 57—61. Nada <strong>de</strong> pompa ni <strong>de</strong> solemnida<strong>de</strong>s hubo en el entierro <strong>de</strong> Cristo. Como no tuvo<br />

casa propia, don<strong>de</strong> reclinar su cabeza, mientras vivió, tampoco así tuvo tumba propia, don<strong>de</strong><br />

reposara su cuerpo cuando estuvo muerto. Nuestro Señor Jesús, que no tuvo pecado propio, no tuvo<br />

tumba propia. Los judíos <strong>de</strong>terminaron que <strong>de</strong>bía tener su tumba con los malos, que <strong>de</strong>bía ser<br />

enterrado con los <strong>la</strong>drones con quienes fue crucificado, pero Dios pasó por alto eso, para que pudiera<br />

estar con los ricos en su muerte, Isaías liii, 9. Aunque al ojo humano pueda causar terror contemp<strong>la</strong>r<br />

el funeral, <strong>de</strong>biera causarnos regocijo si recordamos cómo Cristo, por su sepultación, ha cambiado <strong>la</strong><br />

naturaleza <strong>de</strong> <strong>la</strong> tumba para los creyentes. Debemos imitar siempre el entierro <strong>de</strong> Cristo estando<br />

continuamente ocupados en el funeral espiritual <strong>de</strong> nuestros pecados.<br />

Vv. 62—66. Los principales sacerdotes y fariseos estaban en tratos con Pi<strong>la</strong>to para asegurar el<br />

sepulcro, cuando <strong>de</strong>bieran haber estado <strong>de</strong>dicados a sus <strong>de</strong>vociones por ser el día <strong>de</strong> reposo judío.<br />

Esto fue permitido para que hubiera prueba cierta <strong>de</strong> <strong>la</strong> resurrección <strong>de</strong> nuestro Señor. Pi<strong>la</strong>to les dijo<br />

que podían asegurar el sepulcro tan cuidadosamente como pudieran. Sel<strong>la</strong>ron <strong>la</strong> piedra, pusieron<br />

guardias y se satisficieron con que todo lo necesario fuera realizado. Pero era necio resguardar así el<br />

sepulcro contra los pobres y débiles discípulos, por innecesario; mientras era necedad pensar en<br />

resguardarlo contra el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> Dios por fútil e insensato; sin embargo, ellos pensaron que actuaban<br />

sabiamente. El Señor pren<strong>de</strong> al sabio en su sabiduría. Así se hará que toda <strong>la</strong> ira y los p<strong>la</strong>nes <strong>de</strong> los<br />

enemigos <strong>de</strong> Cristo fomenten su gloria.<br />

CAPÍTULO XXVIII<br />

Versículos 1—8. La resurrección <strong>de</strong> Cristo. 9, 10. Aparece a <strong>la</strong>s mujeres. 11—15. Confesión <strong>de</strong> los<br />

soldados. 16—20. La comisión <strong>de</strong> Cristo para sus discípulos.<br />

Vv. 1—8. Cristo se levantó al tercer día <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su muerte; ese era el tiempo <strong>de</strong>l cual había<br />

hab<strong>la</strong>do frecuentemente. El primer día <strong>de</strong> <strong>la</strong> primera semana Dios mandó que <strong>de</strong> <strong>la</strong>s tinieb<strong>la</strong>s bril<strong>la</strong>ra<br />

<strong>la</strong> luz. En este día el que es <strong>la</strong> Luz <strong>de</strong>l mundo, salió resp<strong>la</strong>n<strong>de</strong>ciendo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>la</strong>s tinieb<strong>la</strong>s <strong>de</strong> <strong>la</strong> tumba;<br />

y este día es, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces, mencionado a menudo en el Nuevo Testamento como el día en que los<br />

cristianos celebraron religiosamente asambleas solemnes para honrar a Cristo. —Nuestro Señor<br />

Jesús podría haber quitado <strong>la</strong> piedra por su po<strong>de</strong>r, pero optó por hacerlo por medio <strong>de</strong> un ángel. —La<br />

resurrección <strong>de</strong> Cristo es el gozo <strong>de</strong> sus amigos y el terror y <strong>la</strong> confusión <strong>de</strong> sus enemigos. El ángel<br />

exhorta a <strong>la</strong>s mujeres contra sus temores. Los pecadores <strong>de</strong> Sion teman. No temáis porque su<br />

resurrección será vuestro consuelo. Nuestra comunión con Él <strong>de</strong>be ser espiritual, por fe en su<br />

pa<strong>la</strong>bra. Cuando estemos listos para hacer <strong>de</strong> este mundo nuestro hogar, y a <strong>de</strong>cir, es bueno estar<br />

aquí, recor<strong>de</strong>mos entonces que nuestro Señor Jesús no está aquí, Ha resucitado; por tanto, que<br />

nuestros corazones se eleven, y busquen <strong>la</strong>s cosas <strong>de</strong> arriba. —Ha resucitado, como dijo. Nunca<br />

pensemos que es raro lo que <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra <strong>de</strong> Cristo nos ha dicho que esperemos; sean los sufrimientos<br />

<strong>de</strong> este tiempo presente o <strong>la</strong> gloria que va a ser reve<strong>la</strong>da. Pue<strong>de</strong> tener buen efecto en nosotros mirar<br />

por fe el lugar don<strong>de</strong> yace el Señor. —Id pronto. Fue bueno estar ahí, pero los siervos <strong>de</strong> Dios tienen<br />

asignada otra obra. La utilidad pública tiene prioridad sobre el p<strong>la</strong>cer <strong>de</strong> <strong>la</strong> comunión secreta con<br />

Dios. Decid a los discípulos que ellos pue<strong>de</strong>n ser conso<strong>la</strong>dos en sus tristezas. —Cristo sabe don<strong>de</strong><br />

habitan sus discípulos y los visitará. Él se manifestará, por gracia, aun a aquellos que están lejos <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> abundancia <strong>de</strong> los medios <strong>de</strong> gracia. —El temor y el gozo unidos aceleraron su paso. Los

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