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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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CAPÍTULO II<br />

Versículos 1—7. El mutuo amor <strong>de</strong> Cristo y su Iglesia. 8—13. La esperanza y el l<strong>la</strong>mamiento <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

Iglesia. 14—17. El cuidado <strong>de</strong> Cristo por <strong>la</strong> Iglesia.—La fe y <strong>la</strong> esperanza <strong>de</strong> el<strong>la</strong>.<br />

Vv. 1—7. Los creyentes son hermosos porque están vestidos <strong>de</strong> <strong>la</strong> justicia <strong>de</strong> Cristo; y fragantes, por<br />

estar adornados con <strong>la</strong>s gracias <strong>de</strong> su Espíritu; ellos florecen bajo los refrescantes rayos <strong>de</strong>l Sol <strong>de</strong><br />

justicia. —El lirio es una p<strong>la</strong>nta muy noble en el Oriente; crece a consi<strong>de</strong>rable altura, pero tiene un<br />

tallo débil. La Iglesia en sí misma es débil, pero es fuerte en el que <strong>la</strong> sostiene. Las ma<strong>la</strong>s, <strong>la</strong>s hijas<br />

<strong>de</strong> este mundo que no tienen amor por Cristo, son como espinas, sin valor e inútiles, nocivas y<br />

dañinas. Las corrupciones son espinas en <strong>la</strong> carne, pero el lirio que está ahora entre espinas, será<br />

trasp<strong>la</strong>ntado a aquel paraíso don<strong>de</strong> no hay malezas ni espinas. —El mundo es un árbol estéril para el<br />

alma, pero Cristo es el fructífero. Cuando <strong>la</strong>s pobres almas están resecas bajo <strong>la</strong> convicción <strong>de</strong><br />

pecado, con los terrores <strong>de</strong> <strong>la</strong> ley, o los problemas <strong>de</strong> este mundo, cansados y muy cargados, <strong>de</strong>ben<br />

encontrar reposo en Cristo. No es suficiente pasar bajo su sombra sino que <strong>de</strong>bemos sentarnos bajo<br />

el<strong>la</strong>. Los creyentes han gustado que el Señor Jesús es bueno; sus frutos son todos los preciosos<br />

privilegios <strong>de</strong>l nuevo pacto comprados por su sangre, y comunicados por su Espíritu; promesas<br />

dulces para el creyente, y también los preceptos. Los perdones son dulces y <strong>la</strong> paz <strong>de</strong> conciencia,<br />

dulce. Si nuestras bocas están amargas por los p<strong>la</strong>ceres <strong>de</strong>l pecado, los consuelos divinos nos serán<br />

dulces. —Cristo lleva al alma a que busque y halle consuelo por medio <strong>de</strong> sus or<strong>de</strong>nanzas, que son<br />

como una casa <strong>de</strong> banquete don<strong>de</strong> sus santos festejan con Él. El amor <strong>de</strong> Cristo, manifestado por su<br />

muerte y por su pa<strong>la</strong>bra, es <strong>la</strong> ban<strong>de</strong>ra que Él <strong>de</strong>spliega, y los creyentes recurren a Él. —¡Cuánto<br />

mejor es para el alma estar enferma <strong>de</strong> amor por Cristo que cuando está saciada con el amor <strong>de</strong> este<br />

mundo! Aunque Cristo parecía haberse retirado, aún era una ayuda muy presente. Todos sus santos<br />

están en su mano, que tiernamente sostiene sus cabezas doloridas. Encontrando a Cristo así <strong>de</strong> cerca<br />

a el<strong>la</strong>, el alma se cuida mucho <strong>de</strong> que su comunión con Él sea interrumpida. Contristamos fácilmente<br />

al Espíritu con los malos temperamentos. Los que tienen consuelo, teman pecar y per<strong>de</strong>rlo.<br />

Vv. 8—13. La iglesia se comp<strong>la</strong>ce con pensamientos <strong>de</strong> ulterior comunión con Cristo. Nada<br />

fuera <strong>de</strong> eso pue<strong>de</strong> hab<strong>la</strong>r al corazón. El<strong>la</strong> lo ve venir. Esto pue<strong>de</strong> aplicarse a <strong>la</strong> perspectiva que los<br />

santos <strong>de</strong>l Antiguo Testamento tenían <strong>de</strong> <strong>la</strong> encarnación <strong>de</strong> Cristo. Viene como comp<strong>la</strong>cido con su<br />

comisión. Viene rápidamente. Aun cuando Cristo parece abandonar, no es sino por un momento;<br />

pronto retornará con benignidad eterna. —Los santos <strong>de</strong> antes lo vieron apareciendo a través <strong>de</strong> los<br />

sacrificios y <strong>la</strong>s instituciones ceremoniales. Nosotros lo vemos como a través <strong>de</strong> un vidrio en<br />

oscuridad, como se manifiesta a través <strong>de</strong> un enrejado. —Cristo invita al nuevo convertido a que se<br />

levante <strong>de</strong> <strong>la</strong> pereza y <strong>la</strong> <strong>de</strong>presión, y abandone al pecado y <strong>la</strong>s vanida<strong>de</strong>s mundanas, para unirse a Él<br />

y tener comunión con Él. El invierno pue<strong>de</strong> representar muchos años malos, pasados en <strong>la</strong><br />

ignorancia y el pecado, infértiles y miserables, o tormentas y tempesta<strong>de</strong>s que acompañaron su<br />

convicción <strong>de</strong> culpa y peligro. —Hasta <strong>la</strong>s frutas ver<strong>de</strong>s <strong>de</strong> <strong>la</strong> santidad son agradables para Aquel<br />

cuyo favor divino <strong>la</strong>s ha producido. Todas estas alentadoras prendas y pruebas <strong>de</strong>l favor divino son<br />

motivos para que el alma siga más plenamente a Cristo. Levántate, entonces, y aléjate <strong>de</strong>l mundo y<br />

<strong>la</strong> carne, ven a <strong>la</strong> comunión con Cristo. Este cambio bendito se <strong>de</strong>be totalmente a los acercamientos<br />

e influencias <strong>de</strong>l Sol <strong>de</strong> justicia.<br />

Vv. 14—17. La Iglesia es <strong>la</strong> paloma <strong>de</strong> Cristo; el<strong>la</strong> regresa a Él, como a su Noé. Cristo es <strong>la</strong><br />

Roca, el único en quien el<strong>la</strong> pue<strong>de</strong> sentirse a salvo y encontrarse segura, como tórto<strong>la</strong> en el agujero<br />

<strong>de</strong> una roca, cuando es atacada por <strong>la</strong>s aves <strong>de</strong> presa. Cristo <strong>la</strong> l<strong>la</strong>ma que venga directamente al trono<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> gracia, teniendo ahí un gran Sumo Sacerdote, para <strong>de</strong>cir cuál es su petición. Hab<strong>la</strong> libremente.<br />

No temas al rechazo ni el <strong>de</strong>sprecio. La voz <strong>de</strong> <strong>la</strong> oración es dulce y aceptable para Dios; aquellos

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