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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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plenitud <strong>de</strong> Dios. Debemos ocuparnos <strong>de</strong> que seamos vasos santos. A cada cual a quien apruebe Dios<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> Iglesia será <strong>de</strong>dicado al servicio <strong>de</strong> su Maestro, y <strong>de</strong> este modo será equipado para su uso.<br />

Vv. 22—26. Mientras más sigamos lo que es bueno, más rápido y más lejos huiremos <strong>de</strong> lo<br />

malo. Mantener <strong>la</strong> comunión <strong>de</strong> los santos nos sacará <strong>de</strong> <strong>la</strong> comunión con <strong>la</strong>s obras infructuosas <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong>s tinieb<strong>la</strong>s. Nótese cuán a menudo el apóstol advierte contra los <strong>de</strong>bates en <strong>la</strong> religión; lo cual<br />

<strong>de</strong>muestra con seguridad que <strong>la</strong> religión consiste más en creer y practicar lo que Dios requiere que<br />

en disputas sutiles. Son ineptos para enseñar los que son dados a esforzarse, y son fieros y osados.<br />

Enseñanza, no persecución, tal es el método <strong>de</strong> <strong>la</strong>s Escrituras para tratar a los que están en error. —<br />

El mismo Dios que da <strong>la</strong> reve<strong>la</strong>ción <strong>de</strong> <strong>la</strong> verdad, por su gracia nos lleva a reconocerlo, <strong>de</strong> lo<br />

contrario nuestros corazones seguirían rebelándose contra ello. No existe el ―por si acaso‖ en cuanto<br />

a que Dios perdone a los que se arrepienten, pero no po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>cir que dará arrepentimiento a los<br />

que se oponen a su voluntad. —Los pecadores son metidos en una trampa, y en <strong>la</strong> peor trampa,<br />

porque es <strong>de</strong>l diablo; ellos son sus esc<strong>la</strong>vos. Si alguno anhe<strong>la</strong> liberación, que recuer<strong>de</strong> que no pue<strong>de</strong><br />

escapar excepto por arrepentimiento, que es <strong>la</strong> dádiva <strong>de</strong> Dios; que <strong>de</strong>bemos pedirlo a Él con oración<br />

fervorosa y perseverante.<br />

CAPÍTULO III<br />

Versículos 1—9. El apóstol predice <strong>la</strong> aparición <strong>de</strong> peligrosos enemigos <strong>de</strong>l evangelio. 10—13.<br />

Propone su propio ejemplo a Timoteo. 14—17. Le exhorta a que siga <strong>la</strong>s doctrinas aprendidas<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong>s Sagradas Escrituras.<br />

Vv. 1—9. Aun en <strong>la</strong> época <strong>de</strong>l evangelio habría tiempos peligrosos a causa <strong>de</strong> persecuciones <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

afuera, más aun por <strong>la</strong>s corrupciones internas. A los hombres les gusta acce<strong>de</strong>r a sus propias<br />

concupiscencias más que comp<strong>la</strong>cer a Dios y cumplir su <strong>de</strong>ber. Cuando todo hombre anhe<strong>la</strong> lo que<br />

pue<strong>de</strong> obtener y ansía conservar lo que tiene, esto hace que los hombres sean peligrosos, los unos<br />

para los otros. Cuando los hombres no temen a Dios, no consi<strong>de</strong>ran al hombre. Cuando los hijos son<br />

<strong>de</strong>sobedientes con sus padres, esto hace que los tiempos sean peligrosos. Los hombres son impíos y<br />

sin temor <strong>de</strong> Dios porque son ingratos ante <strong>la</strong>s misericordias <strong>de</strong> Dios. Abusamos <strong>de</strong> <strong>la</strong>s dádivas <strong>de</strong><br />

Dios si <strong>la</strong>s hacemos alimento y combustible <strong>de</strong> nuestras concupiscencias. Los tiempos también son<br />

peligrosos cuando los padres carecen <strong>de</strong> afecto natural por sus hijos. Cuando los hombres no mandan<br />

sus propios espíritus sólo <strong>de</strong>sprecian lo bueno y honroso. Dios tiene que ser amado por encima <strong>de</strong><br />

todo, pero <strong>la</strong> mente carnal, llena <strong>de</strong> enemistad contra Él, prefiere cualquier cosa antes que a Él,<br />

especialmente al p<strong>la</strong>cer carnal. Una forma <strong>de</strong> piedad es muy diferente <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r; los cristianos <strong>de</strong>ben<br />

alejarse <strong>de</strong> los que son hal<strong>la</strong>dos hipócritas. Tales personas se han encontrado <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> <strong>la</strong> iglesia<br />

externa, en todo lugar y en todos los tiempos. —Siempre ha habido hombres astutos que, con<br />

pretensiones y ha<strong>la</strong>gos, se infiltran en el favor y <strong>la</strong> confianza <strong>de</strong> los que son <strong>de</strong>masiado crédulos,<br />

ignorantes y fantasiosos. Todos <strong>de</strong>bemos estar siempre aprendiendo a conocer al Señor, pero estos<br />

siguen cualquier noción nueva, pero nunca buscan <strong>la</strong> verdad como es en Jesús. Como los magos<br />

egipcios, estos eran hombres <strong>de</strong> mentes corrompidas, prejuiciados contra <strong>la</strong> verdad, y carecen <strong>de</strong> fe.<br />

Pero aunque el espíritu <strong>de</strong> error pueda estar libre por un tiempo, Satanás no pue<strong>de</strong> engañar a <strong>la</strong>s<br />

naciones e iglesias más allá <strong>de</strong> lo que Dios permite.<br />

Vv. 10—13. Mientras mejor conozcamos <strong>la</strong> doctrina <strong>de</strong> Cristo, enseñada por los apóstoles, más<br />

íntimamente nos aferraremos a el<strong>la</strong>. Cuando conocemos sólo en parte <strong>la</strong>s aflicciones <strong>de</strong> los<br />

creyentes, eso nos tienta a que <strong>de</strong>clinemos <strong>la</strong> causa por <strong>la</strong> cual ellos sufren. Suele permitirse una<br />

forma <strong>de</strong> piedad, una profesión <strong>de</strong> fe cristiana, sin una vida santa, mientras <strong>la</strong> profesión sincera <strong>de</strong> <strong>la</strong>

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