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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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cielo. ¿Es toda una para nosotros, sea que <strong>la</strong> compartamos con el malo <strong>la</strong>s miserias <strong>de</strong> su fin postrero<br />

o con el <strong>de</strong>leite eternos que coronará a los creyentes?<br />

CAPÍTULO III<br />

Versículos 1—6. Exhortaciones a <strong>la</strong> obediencia y <strong>la</strong> fe. 7—12. A <strong>la</strong> piedad y a realzar <strong>la</strong>s<br />

aflicciones. 13—20. Para ganar sabiduría. 21—26. Guía <strong>de</strong> <strong>la</strong> Sabiduría. 27—35. El impío y el<br />

justo.<br />

Vv. 1—6. Comúnmente se pue<strong>de</strong> disfrutar <strong>de</strong> salud y paz en el camino <strong>de</strong> <strong>la</strong> obediencia por fe <strong>de</strong> los<br />

mandamientos <strong>de</strong> Dios; y aunque nuestros días no sean <strong>la</strong>rgos en <strong>la</strong> tierra, viviremos por siempre en<br />

el cielo. —Que <strong>la</strong> misericordia y <strong>la</strong> verdad no te abandonen; <strong>la</strong> misericordia <strong>de</strong> Dios al prometer, y<br />

su verdad al hacer: vive conforme a el<strong>la</strong>s, mantén tu interés en el<strong>la</strong>s, y toma el consuelo <strong>de</strong> el<strong>la</strong>s. —<br />

Debemos confiar en el Señor con todo nuestro corazón creyendo que Él es capaz y sabio para hacer<br />

lo mejor. Quienes se conocen a sí mismos, encuentran que su entendimiento es una caña rota, <strong>la</strong> cual<br />

fal<strong>la</strong> si se apoyan en el<strong>la</strong>. No tengas intenciones <strong>de</strong> nada que no sea lícito y ruega a Dios que te dirija<br />

en todo caso, aunque parezca muy sencillo. En todos nuestros caminos que resultan agradables, en<br />

que ganamos nuestro argumento, <strong>de</strong>bemos reconocer con gratitud a Dios. En todos nuestros caminos<br />

que resulten <strong>de</strong>sagradables y que están f<strong>la</strong>nqueados <strong>de</strong> espinas, <strong>de</strong>bemos reconocer a Dios con<br />

sumisión. La promesa es que Él en<strong>de</strong>rezará tus sendas; así que tu camino será seguro, bueno, y feliz<br />

al final.<br />

Vv. 7—12. No hay mayor enemigo <strong>de</strong>l temor <strong>de</strong>l Señor en el corazón que <strong>la</strong> soberbia propia <strong>de</strong><br />

nuestra sabiduría. La pru<strong>de</strong>ncia y <strong>la</strong> sobriedad que enseña <strong>la</strong> religión, tien<strong>de</strong>n no sólo a <strong>la</strong> salud <strong>de</strong>l<br />

alma, sino también a <strong>la</strong> salud <strong>de</strong>l cuerpo. La riqueza mundana es sólo sustancia <strong>de</strong> ma<strong>la</strong> calidad,<br />

pero, tal como es, <strong>de</strong>bemos honrar a Dios con el<strong>la</strong>; y los que hacen el bien con lo que tienen, tendrán<br />

más para hacer más bien. —Si el Señor nos visitara con pruebas y enfermeda<strong>de</strong>s, no olvi<strong>de</strong>mos que<br />

<strong>la</strong> exhortación nos hab<strong>la</strong> como a niños por nuestro bien. No <strong>de</strong>bemos <strong>de</strong>sfallecer en <strong>la</strong> aflicción, por<br />

pesada y <strong>la</strong>rga que sea, ni <strong>de</strong>jarnos llevar por <strong>la</strong> <strong>de</strong>sesperación, ni usar malos medios para aliviarnos.<br />

El padre corrige al hijo que ama, porque lo ama y <strong>de</strong>sea que sea sabio y bueno. Las aflicciones<br />

distan mucho <strong>de</strong> dañar a los hijos <strong>de</strong> Dios porque, por gracia <strong>de</strong> Dios, fomentan <strong>la</strong> santidad <strong>de</strong> ellos.<br />

Vv. 13—20. Ninguna joya preciosa ni los tesoros terrenales son dignos <strong>de</strong> compararse con <strong>la</strong><br />

sabiduría verda<strong>de</strong>ra, sea que se consi<strong>de</strong>ren los intereses <strong>de</strong>l tiempo o los <strong>de</strong> <strong>la</strong> eternidad. Debemos<br />

hacer <strong>de</strong> <strong>la</strong> sabiduría nuestro negocio; <strong>de</strong>bemos aventurar todo en el<strong>la</strong>, y disponernos a <strong>de</strong>jar todo<br />

por el<strong>la</strong>. —Esta Sabiduría es el Señor Jesucristo y su salvación, procurada y obtenida por fe y<br />

oración. Si no fuera por <strong>la</strong> incredulidad, <strong>la</strong> pecaminosidad y <strong>la</strong> indiferencia remanentes, nosotros<br />

encontraríamos agradables a todos nuestros caminos, y pacíficas nuestras sendas, porque <strong>la</strong>s suyas<br />

son así. Sin embargo, con <strong>de</strong>masiada frecuencia nos salimos <strong>de</strong> el<strong>la</strong>s para nuestro propio daño y<br />

dolor. —Cristo es esa Sabiduría por quien fueron hechos los mundos, y aún están siendo; dichosos<br />

aquellos para quienes Él es hecho sabiduría <strong>de</strong> Dios. Él tiene todo para cumplir todas sus promesas.<br />

Vv. 21—26. No soportemos que se vayan <strong>de</strong> nosotros <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras <strong>de</strong> Cristo; retengamos <strong>la</strong> sana<br />

sabiduría y discreción; entonces andaremos seguros en sus caminos. La vida natural y todo lo que a<br />

el<strong>la</strong> le correspon<strong>de</strong>, estará bajo <strong>la</strong> protección <strong>de</strong> <strong>la</strong> provi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> Dios; <strong>la</strong> vida espiritual y todos sus<br />

intereses, bajo <strong>la</strong> protección <strong>de</strong> su gracia, <strong>de</strong> modo que seremos resguardados <strong>de</strong> caer en pecado o en<br />

problemas.

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