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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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doble. Pero sea que el Señor ate <strong>la</strong>s manos <strong>de</strong> los hombres o afecte a sus corazones, <strong>de</strong> modo que no<br />

nos hieran, <strong>la</strong> liberación es por igual suya; es prueba <strong>de</strong> su amor y anticipo <strong>de</strong> nuestra salvación y<br />

<strong>de</strong>be hacernos agra<strong>de</strong>cidos.<br />

CAPÍTULO XXV<br />

Versículos 1. La muerte <strong>de</strong> Samuel. 2—11. El pedido <strong>de</strong> David; <strong>la</strong> negación grosera <strong>de</strong> Nabal. 12—<br />

17. La intención <strong>de</strong> David <strong>de</strong> <strong>de</strong>struir a Nabal. 18—31. Abigail lleva un regalo a David. 32—39.<br />

Él se tranquiliza—Nabal muere. 39—44. David toma por esposa a Abigail.<br />

V. 1. Todo Israel <strong>la</strong>mentó a Samuel y tenían razón. Él oraba diariamente por ellos. Tienen corazones<br />

duros quienes pue<strong>de</strong>n enterrar a los ministros fieles sin pena, los que no sienten como pérdida suya a<br />

quienes han orado por ellos, y les han enseñado el camino <strong>de</strong>l Señor.<br />

Vv. 2—11. No hubiéramos sabido <strong>de</strong> Nabal si nada hubiera pasado entre él y David. Obsérvese<br />

su nombre, Nabal, ―necio‖, porque eso significa. Las riquezas hacen que los hombres se vean<br />

gran<strong>de</strong>s ante los ojos <strong>de</strong>l mundo, pero para quien ve correctamente, Nabal se veía muy bajo. No tenía<br />

honor ni honestidad; era vulgar, <strong>de</strong> mal temperamento e irritable; malo en sus hechos, duro y<br />

opresor; hombre que no le importaba qué frau<strong>de</strong> o violencia usaba para ganar y atesorar. ¡Qué poca<br />

razón tenemos para anhe<strong>la</strong>r <strong>la</strong> riqueza <strong>de</strong> este mundo, cuando un vulgar como Nabal tiene<br />

abundancia, y hombres tan buenos como David sufren necesidad! —David puso como argumento los<br />

bondadosos servicios dispensados a los pastores <strong>de</strong> Nabal. Consi<strong>de</strong>rando que los hombres <strong>de</strong> David<br />

estaban en angustia y en <strong>de</strong>uda, inquietos y con escasez <strong>de</strong> provisiones, fue <strong>la</strong> buena administración<br />

<strong>de</strong> David lo que les impidió saquear. Nabal se <strong>de</strong>jó llevar por el apasionamiento, como tien<strong>de</strong>n a<br />

hacerlo los hombres codiciosos, cuando se le pidió algo, pensando así cubrir un pecado con otro; y,<br />

maltratando al pobre, se excusan para no socorrerlos. Pero Dios no pue<strong>de</strong> ser bur<strong>la</strong>do. Que esto nos<br />

ayu<strong>de</strong> a soportar los reproches y los malentendidos con paciencia y buen ánimo, y nos haga<br />

flexibles; con frecuencia ha sido <strong>la</strong> suerte <strong>de</strong> los excelentes <strong>de</strong> <strong>la</strong> tierra. —Nabal insiste mucho en <strong>la</strong><br />

propiedad <strong>de</strong> <strong>la</strong>s provisiones <strong>de</strong> su mesa. ¿No pue<strong>de</strong> hacer con lo suyo como le p<strong>la</strong>zca? Erramos si<br />

pensamos que somos señores absolutos <strong>de</strong> lo que tenemos y que po<strong>de</strong>mos hacer lo que nos p<strong>la</strong>zca<br />

con ello. No; no somos sino mayordomos, y <strong>de</strong>bemos usarlo como se nos manda, recordando que no<br />

es nuestro sino <strong>de</strong> Aquel que nos lo encomendó.<br />

Vv. 12—17. Dios es bueno con el malo e ingrato, ¿por qué nosotros no po<strong>de</strong>mos ser como Él?<br />

David <strong>de</strong>cidió <strong>de</strong>struir a Nabal y todo lo que le pertenecía. ¿Es esta tu voz, oh David? ¿Había estado<br />

tanto tiempo en <strong>la</strong> escue<strong>la</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> aflicción, don<strong>de</strong> <strong>de</strong>bió apren<strong>de</strong>r <strong>la</strong> paciencia y, sin embargo, sigue<br />

tan apasionado? En otros momentos, era sereno y consi<strong>de</strong>rado, pero se enar<strong>de</strong>ce tanto por unas pocas<br />

pa<strong>la</strong>bras duras, que procura <strong>de</strong>struir una familia entera. ¿Qué es <strong>de</strong> los mejores hombres, cuando<br />

Dios los <strong>de</strong>ja librados a sí mismos, para que puedan saber lo que hay en sus corazones? ¡Qué<br />

necesario es orar, Señor, no nos metas en tentación!<br />

Vv. 18—31. Abigail expió con un regalo <strong>la</strong> negativa <strong>de</strong> Nabal al pedido <strong>de</strong> David. La conducta<br />

<strong>de</strong> el<strong>la</strong> fue muy sumisa. La sumisión pacifica gran<strong>de</strong>s ofensas. El<strong>la</strong> se pone en el lugar <strong>de</strong> un<br />

penitente, y <strong>de</strong> alguien que ruega. No podía excusar <strong>la</strong> conducta <strong>de</strong> su marido. El<strong>la</strong> no <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong><br />

sus razonamientos, sino <strong>de</strong> <strong>la</strong> gracia <strong>de</strong> Dios para ab<strong>la</strong>ndar a David y espera que <strong>la</strong> gracia obre<br />

po<strong>de</strong>rosamente. Le dice que estaba por <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> él vengarse <strong>de</strong> un enemigo tan débil y <strong>de</strong>spreciable<br />

como Nabal, que así como no le haría ningún bien, tampoco podía hacerle mal alguno. —El<strong>la</strong><br />

predice el final glorioso <strong>de</strong> los problemas presentes <strong>de</strong> David. Dios preservará tu vida; por tanto, no

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