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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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parte <strong>de</strong> su iglesia visible por los pecados <strong>de</strong> el<strong>la</strong>, y el ¡ay! caerá sobre ellos cuando retire su<br />

presencia, gloria y protección.<br />

CAPÍTULO XII<br />

Versículos 1—16. El cautiverio que se aproxima. 17—20. Un emblema <strong>de</strong> <strong>la</strong> consternación <strong>de</strong> los<br />

judíos. 21—28. Respuestas a <strong>la</strong>s objeciones <strong>de</strong> los bur<strong>la</strong>dores.<br />

Vv. 1—16. Por los preparativos para irse y su salida a través <strong>de</strong> <strong>la</strong> pared <strong>de</strong> su casa en el anochecer,<br />

como quien está <strong>de</strong>seoso <strong>de</strong> escapar <strong>de</strong>l enemigo, el profeta significó <strong>la</strong> conducta y <strong>de</strong>stino <strong>de</strong><br />

Se<strong>de</strong>quías. —Cuando Dios nos ha liberado, <strong>de</strong>bemos glorificarle y edificar al prójimo, reconociendo<br />

nuestros pecados. Aquellos que por <strong>la</strong>s aflicciones son llevados a esto, se les hace saber que Dios es<br />

el Señor, y pue<strong>de</strong>n ayudar a llevar al prójimo para que Le conozcan.<br />

Vv. 17—20. El profeta <strong>de</strong>be comer y beber preocupado y temeroso, temb<strong>la</strong>ndo, para expresar <strong>la</strong><br />

condición <strong>de</strong> los <strong>de</strong> Jerusalén durante el sitio. Cuando los ministros hab<strong>la</strong>n <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>de</strong>strucción que<br />

viene para los pecadores, <strong>de</strong>ben hab<strong>la</strong>r como los que conocen los terrores <strong>de</strong>l Señor. Las aflicciones<br />

son felices si nos mejoran en el conocimiento <strong>de</strong> Dios, por penosas que sean para <strong>la</strong> carne y <strong>la</strong><br />

sangre.<br />

Vv. 21—28. De esa paciencia <strong>de</strong> Dios, que <strong>de</strong>biera haberlos llevado a arrepentirse, los judíos se<br />

endurecieron en el pecado. No servirá <strong>de</strong> disculpa por hab<strong>la</strong>r mal, alegar que es un dicho común. —<br />

No hay sino un paso entre nosotros y una eternidad espantosa; por tanto, nos concierne prepararnos<br />

para el estado futuro. Nadie será capaz <strong>de</strong> ponerse por sí mismo en el día malo a menos que busque<br />

<strong>la</strong> paz con el Señor.<br />

CAPÍTULO XIII<br />

Versículos 1—9. Juicios duros contra los profetas mentirosos. 10—16. La insuficiencia <strong>de</strong> su obra.<br />

17—23. Ayes contra <strong>la</strong>s profetisas falsas.<br />

Vv. 1—9. Cuando Dios da <strong>la</strong> garantía <strong>de</strong> hacer algo, da sabiduría. Lo que ellos entregaban no era lo<br />

que habían visto u oído, como es lo que entregan los ministros <strong>de</strong> Cristo. No eran profetas que<br />

oraran, no tenían re<strong>la</strong>ción con Dios; se ocupaban en agradar a <strong>la</strong> gente, no <strong>de</strong> hacerles el bien; no<br />

resistían el pecado. Ha<strong>la</strong>gaban a <strong>la</strong> gente con esperanzas vanas. Los tales ensanchan <strong>la</strong> brecha,<br />

haciendo que los hombres piensen que merecen <strong>la</strong> vida eterna, cuando <strong>la</strong> ira <strong>de</strong> Dios está sobre ellos.<br />

Vv. 10—16. Un profeta falso edificó el muro, dio <strong>la</strong> i<strong>de</strong>a que Jerusalén triunfaría y con eso se<br />

hizo aceptable. Otros hicieron aún más creíble y promisorio el asunto; pintaron el muro que habían<br />

edificado los primeros; pero se <strong>de</strong>sengañarían antes <strong>de</strong> mucho tiempo cuando su obra fuera <strong>de</strong>molida<br />

por <strong>la</strong> tormenta <strong>de</strong> <strong>la</strong> justa ira <strong>de</strong> Dios, cuando el ejército cal<strong>de</strong>o <strong>de</strong>vastó <strong>la</strong> tierra. Las esperanzas <strong>de</strong><br />

paz y felicidad, no garantizadas por <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra <strong>de</strong> Dios, engañan a los hombres; como un muro bien<br />

pintado, pero mal construido.

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