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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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más, los humil<strong>la</strong> para que sientan su indignidad. Un corazón orgulloso sin humil<strong>la</strong>r no soportaría<br />

esto; el<strong>la</strong> lo convirtió en argumento para validar su petición. —El estado <strong>de</strong> esta mujer es un<br />

emblema <strong>de</strong>l estado <strong>de</strong>l pecador, profundamente consciente <strong>de</strong> <strong>la</strong> miseria <strong>de</strong> su alma. Lo mínimo <strong>de</strong><br />

Cristo es precioso para un creyente, hasta <strong>la</strong>s mismas migajas <strong>de</strong>l Pan <strong>de</strong> vida. De todas <strong>la</strong>s gracias,<br />

es <strong>la</strong> fe <strong>la</strong> que más honra a Cristo; por tanto, <strong>de</strong> todas <strong>la</strong>s gracias, Cristo honra más a <strong>la</strong> fe. Él le sanó<br />

a <strong>la</strong> hija. Él habló y fue hecho. De aquí los que buscan ayuda <strong>de</strong>l Señor, y no reciben respuesta <strong>de</strong><br />

gracia, aprendan a convertir aun su indignidad y <strong>de</strong>saliento en ruegos <strong>de</strong> misericordia.<br />

Vv. 29—39. Cualquiera sea nuestro caso, <strong>la</strong> única manera <strong>de</strong> encontrar bienestar y alivio es<br />

<strong>de</strong>jarlo a los pies <strong>de</strong> Cristo, someterlo a Él y referirlo a su disposición. Los que quieren salud<br />

espiritual <strong>de</strong> Cristo, <strong>de</strong>ben ser gobernados como a Él le agrada. Véase el trabajo que ha hecho el<br />

pecado: a cuanta variedad <strong>de</strong> enfermeda<strong>de</strong>s están sometidos los cuerpos humanos. Aquí había tales<br />

enfermeda<strong>de</strong>s que <strong>la</strong> fantasía no podía siquiera suponer su causa ni su curación; sin embargo,<br />

estaban sujetas al mando <strong>de</strong> Cristo. Las curas espirituales que obra Cristo son maravillosas. Cuando<br />

hace que <strong>la</strong>s almas ciegas vean por fe, el mudo hable por <strong>la</strong> oración, el rengo y el manco an<strong>de</strong>n en<br />

santa obediencia, es para maravil<strong>la</strong>rse. —Su po<strong>de</strong>r también fue mostrado a <strong>la</strong> multitud en <strong>la</strong><br />

abundante provisión que hizo para ellos: <strong>la</strong> manera es muy semejante a lo anterior. Todos comieron<br />

y quedaron satisfechos. Cristo llena a quienes alimenta. Con Cristo hay pan suficiente y para<br />

guardar; provisiones <strong>de</strong> gracia para más <strong>de</strong> los que <strong>la</strong> buscan, y para quienes buscan más. —Cristo<br />

<strong>de</strong>spidió a <strong>la</strong> gente. Aunque los había alimentado dos veces, no <strong>de</strong>ben esperar mi<strong>la</strong>gros para<br />

encontrar su pan diario. Vuelvan a casa a sus ocupaciones y a sus mesas. Señor, aumenta nuestra fe,<br />

y perdona nuestra incredulidad, enseñándonos a vivir <strong>de</strong> tu plenitud y tu abundancia para todas <strong>la</strong>s<br />

cosas que pertenecen a esta vida y a <strong>la</strong> veni<strong>de</strong>ra.<br />

CAPÍTULO XVI<br />

Versículos 1—4. Los fariseos y los saduceos pi<strong>de</strong>n señal. 5—12. Jesús advierte contra <strong>la</strong> doctrina<br />

<strong>de</strong> los fariseos. 13—20. El testimonio <strong>de</strong> Pedro <strong>de</strong> que Jesús era el Cristo. 21—23. Cristo<br />

predice sus sufrimientos y repren<strong>de</strong> a Pedro. 24—28. La necesidad <strong>de</strong> negarse a sí mismo.<br />

Vv. 1—4. Los fariseos y los saduceos se oponían unos a otros en principios y conducta, pero se<br />

unieron contra Cristo. Pero <strong>de</strong>seaban una señal <strong>de</strong> su propia elección: <strong>de</strong>spreciaron <strong>la</strong>s señales que<br />

aliviaban <strong>la</strong> necesidad <strong>de</strong>l enfermo y angustiado, y pidieron otra cosa que gratificara <strong>la</strong> curiosidad<br />

<strong>de</strong>l orgulloso. Gran hipocresía es buscar señales <strong>de</strong> nuestra propia invención, cuando pasamos por<br />

alto <strong>la</strong>s señales or<strong>de</strong>nadas por Dios.<br />

Vv. 5—12. Cristo hab<strong>la</strong> <strong>de</strong> cosas espirituales con un símil y los discípulos lo entien<strong>de</strong>n mal,<br />

como <strong>de</strong> cosas carnales. Tomó a mal que ellos pensaran que Él se preocupaba tanto <strong>de</strong>l pan como<br />

ellos; que estuvieran tan poco familiarizados con su manera <strong>de</strong> predicar. Entonces entendieron ellos<br />

lo que quería <strong>de</strong>cir. Cristo enseña por el Espíritu <strong>de</strong> sabiduría en el corazón, abriendo el<br />

entendimiento al Espíritu <strong>de</strong> reve<strong>la</strong>ción en <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra.<br />

Vv. 13—20. Pedro dijo, por sí mismo y por sus hermanos, que estaban seguros <strong>de</strong> que nuestro<br />

Señor era el Mesías prometido, el Hijo <strong>de</strong>l Dios vivo. Esto muestra que creían que Jesús era más que<br />

hombre. Nuestro Señor afirma que Pedro era bienaventurado, porque <strong>la</strong> enseñanza <strong>de</strong> Dios lo hacía<br />

diferente <strong>de</strong> sus compatriotas incrédulos. —Cristo agrega que lo l<strong>la</strong>ma Pedro, aludiendo a su<br />

estabilidad o firmeza para profesar <strong>la</strong> verdad. La pa<strong>la</strong>bra traducida ―roca‖ no es <strong>la</strong> misma pa<strong>la</strong>bra<br />

―Pedro‖, sino una <strong>de</strong> significado simi<strong>la</strong>r. Nada pue<strong>de</strong> ser más erróneo que suponer que Cristo

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