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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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<strong>de</strong>ben recibir su juicio. Hay mezc<strong>la</strong> <strong>de</strong> misericordia y gracia en <strong>la</strong> copa <strong>de</strong> <strong>la</strong> aflicción cuando se<br />

pone en <strong>la</strong>s manos <strong>de</strong>l pueblo <strong>de</strong> Dios; mezc<strong>la</strong> <strong>de</strong> maldición, cuando se pone en <strong>la</strong>s manos <strong>de</strong> los<br />

impíos. El pueblo <strong>de</strong> Dios tiene su cuota <strong>de</strong> ca<strong>la</strong>mida<strong>de</strong>s corrientes, pero <strong>la</strong>s heces <strong>de</strong> <strong>la</strong> copa son<br />

para los impíos. La exaltación <strong>de</strong>l Hijo <strong>de</strong> David será el tema <strong>de</strong> <strong>la</strong>s a<strong>la</strong>banzas eternas <strong>de</strong> los santos.<br />

Entonces, que los pecadores se sometan al Rey <strong>de</strong> justicia y los creyentes se regocijen en Él y le<br />

obe<strong>de</strong>zcan.<br />

SALMO LXXVI<br />

Versículos 1—6. El salmista hab<strong>la</strong> <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> Dios. 7—12. Todos tienen que temerle y confiar en<br />

Él.<br />

Vv. 1—6. ¡Dichoso pueblo es el que tiene su tierra llena <strong>de</strong>l conocimiento <strong>de</strong> Dios! ¡Felices <strong>la</strong>s<br />

personas que tienen su corazón lleno con ese conocimiento! Es <strong>la</strong> gloria y <strong>la</strong> dicha <strong>de</strong> un pueblo<br />

tener a Dios entre ellos a través <strong>de</strong> sus or<strong>de</strong>nanzas. Don<strong>de</strong> los enemigos <strong>de</strong> <strong>la</strong> iglesia se presenten<br />

con soberbia, se manifestará que Dios está por encima <strong>de</strong> ellos. Véase el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> <strong>la</strong>s reprimendas <strong>de</strong><br />

Dios. Muchos cristianos aplican con p<strong>la</strong>cer esto a <strong>la</strong>s ventajas otorgadas por el Re<strong>de</strong>ntor.<br />

Vv. 7—12. El pueblo <strong>de</strong> Dios son los mansos <strong>de</strong> <strong>la</strong> tierra, los silenciosos <strong>de</strong> <strong>la</strong> tierra, que sufren<br />

el mal, pero no lo hacen. El justo Dios parece guardar silencio por mucho tiempo, pero tar<strong>de</strong> o<br />

temprano, hará que se oiga su juicio. Vivimos en un mundo airado y provocador. A menudo<br />

sentimos mucho, y estamos listos para temer más, <strong>la</strong> ira <strong>de</strong>l hombre. Lo que no resulte para su<br />

a<strong>la</strong>banza, no será tolerado que irrumpa. Él pue<strong>de</strong> poner límites a <strong>la</strong> ira <strong>de</strong>l hombre como lo hace con<br />

el mar enfurecido; hasta aquí llegará y no más allá. —Que todos se sometan a Dios. Nuestras<br />

oraciones y a<strong>la</strong>banzas y, especialmente nuestros corazones, son los presentes que <strong>de</strong>bemos llevar al<br />

Señor. Su nombre es glorioso; y Él es el objeto apropiado <strong>de</strong> nuestro temor. Él cortará el espíritu <strong>de</strong><br />

los príncipes; Él lo soltará tan fácilmente como nosotros soltamos una flor <strong>de</strong>l tallo o un racimo <strong>de</strong><br />

uvas <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida; eso significa <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra. Él pue<strong>de</strong> reprimir al más osado: puesto que no hay<br />

contienda con Dios, nuestra sabiduría, como nuestro <strong>de</strong>ber es someternos a Él. Busquemos su favor<br />

como porción nuestra y encomen<strong>de</strong>mos todo nuestro interés a Él.<br />

SALMO LXXVII<br />

Versículos 1—10. Los problemas y tentación <strong>de</strong>l salmista. 11—20. Se anima recordando <strong>la</strong> ayuda<br />

<strong>de</strong> Dios para su pueblo.<br />

Vv. 1—10. Los días difíciles <strong>de</strong>ben ser días <strong>de</strong> oración; cuando parece que Dios se aleja <strong>de</strong> nosotros<br />

<strong>de</strong>bemos buscarlo hasta que lo hallemos. En su día difícil el salmista no buscó <strong>la</strong> diversión o el<br />

entretenimiento; buscó a Dios, su favor y gracia. Quienes tienen problemas mentales <strong>de</strong>ben orar para<br />

alejarlos. —Él meditó el problema; los métodos que <strong>de</strong>bieron aliviarlo sólo aumentaron su pesar.<br />

Cuando se acordó <strong>de</strong> Dios fue sólo <strong>la</strong> justicia e ira divina. Su espíritu estaba abrumado y hundido<br />

bajo el peso. Que el recuerdo <strong>de</strong> <strong>la</strong>s conso<strong>la</strong>ciones perdidas no nos haga <strong>de</strong>sagra<strong>de</strong>cidos <strong>de</strong> lo que<br />

quedó. En particu<strong>la</strong>r, él l<strong>la</strong>ma a recordar <strong>la</strong>s conso<strong>la</strong>ciones con que se sostuvo en pesares anteriores.<br />

—Este es el lenguaje <strong>de</strong> un alma adolorida y solitaria, que anda en tinieb<strong>la</strong>s; caso común aun entre<br />

quienes temen al Señor, Isaías i, 10. Nada hiere y <strong>la</strong>cera más que pensar que Dios está airado. El

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