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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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Vv. 27—31. Finalmente, llegó el tiempo en que Israel <strong>de</strong>bía morir. Israel, príncipe <strong>de</strong> Dios, tuvo<br />

po<strong>de</strong>r sobre el Ángel y prevaleció, pero <strong>de</strong> todos modos <strong>de</strong>bía morir. José le dio pan para que no<br />

muriera <strong>de</strong> hambre pero eso no le garantizaba el no morir <strong>de</strong> viejo o por enfermedad. Murió<br />

gradualmente; su ve<strong>la</strong> se fue quemando pau<strong>la</strong>tinamente hasta el cabo, <strong>de</strong> modo que viera acercarse el<br />

tiempo. Ventajoso es ver que <strong>la</strong> muerte se acerca antes que <strong>la</strong> sintamos para ser impulsados a hacer,<br />

con todas nuestras fuerzas, lo que nuestras manos encuentren para hacer. Sin embargo, <strong>la</strong> muerte no<br />

está lejos <strong>de</strong> ninguno <strong>de</strong> nosotros. Al ver que se acercaba su día, <strong>la</strong> preocupación <strong>de</strong> Jacob era su<br />

entierro; no <strong>la</strong> pompa <strong>de</strong> éste sino ser sepultado en Canaán, porque era <strong>la</strong> tierra prometida. Era tipo<br />

<strong>de</strong>l cielo, <strong>la</strong> patria mejor, que c<strong>la</strong>ramente dijo esperar, Hebreos xi, 14. Nada ayudará mejor a hacer<br />

más cómodo el lecho <strong>de</strong> muerte que <strong>la</strong> perspectiva cierta <strong>de</strong>l reposo en <strong>la</strong> Canaán celestial. Hecho<br />

esto, Israel se apoyó en <strong>la</strong> cabecera <strong>de</strong> <strong>la</strong> cama, adoró a Dios, como se explica, ver Hebreos xi, 21, y<br />

le dio gracias por todos sus favores; en <strong>de</strong>bilidad se apoyó por sí mismo y expresó su disposición a<br />

<strong>de</strong>jar el mundo. Aun quienes vivieron <strong>de</strong> <strong>la</strong> provisión <strong>de</strong> José, y hasta Jacob, que le era tan querido,<br />

<strong>de</strong>bían morir. Pero Cristo Jesús nos da el pan verda<strong>de</strong>ro para que podamos comer y vivir por<br />

siempre. Cuando nos acerquemos a <strong>la</strong> muerte vayamos a Él y rindámonos y quien nos sostuvo<br />

durante <strong>la</strong> vida, nos saldrá al encuentro y nos hará entrega <strong>de</strong> <strong>la</strong> salvación eterna.<br />

CAPÍTULO XLVIII<br />

Versículos 1—7. José visita a su padre moribundo. 8—22. Jacob bendice a los hijos <strong>de</strong> José.<br />

Vv. 1—7. El lecho <strong>de</strong> muerte <strong>de</strong>l creyente con <strong>la</strong>s oraciones y consejos <strong>de</strong> <strong>la</strong> persona moribunda es<br />

a<strong>de</strong>cuado para impresionar seriamente a los jóvenes, a los dados a los p<strong>la</strong>ceres, y los prósperos:<br />

haremos bien en ir con los hijos en tales ocasiones, si pue<strong>de</strong> hacerse apropiadamente. Si le p<strong>la</strong>ce al<br />

Señor es muy <strong>de</strong>seable que nuestro testimonio <strong>de</strong> moribundo se refiera a su verdad, a su fi<strong>de</strong>lidad y a<br />

lo p<strong>la</strong>centero <strong>de</strong> sus caminos. Uno <strong>de</strong>biera <strong>de</strong>sear vivir así, como para dar energía y peso a nuestras<br />

exhortaciones en el lecho <strong>de</strong> muerte. Todo creyente verda<strong>de</strong>ro es ben<strong>de</strong>cido en su muerte, pero no<br />

todos se van igualmente llenos <strong>de</strong> consuelos espirituales. —Jacob adoptó a los dos hijos <strong>de</strong> José. Que<br />

ellos no sucedan a su padre en su po<strong>de</strong>r y gran<strong>de</strong>za en Egipto, sino que triunfen en el marco <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

herencia <strong>de</strong> <strong>la</strong> promesa hecha a Abraham. Así, pues, el viejo patriarca moribundo enseña a estos<br />

jóvenes a que unan su suerte con el pueblo <strong>de</strong> Dios. Los nombra para que cada uno sea cabeza <strong>de</strong><br />

una tribu. Son dignos <strong>de</strong> doble honor quienes, por <strong>la</strong> gracia <strong>de</strong> Dios, pasan por alto <strong>la</strong>s tentaciones <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> riqueza y el favor mundano para abrazar <strong>la</strong> religión en <strong>de</strong>sgracia y pobreza. Jacob hará que Efraín<br />

y Manases sepan que es mejor ser <strong>de</strong> baja condición en este mundo y estar en <strong>la</strong> iglesia, que ser altos<br />

y estar fuera <strong>de</strong> el<strong>la</strong>.<br />

Vv. 8—22. Los dos buenos hombres dan gloria a Dios en su conso<strong>la</strong>ción. José dice: ―Ellos son<br />

mis hijos, los que Dios me ha dado‖. Jacob dice: ―Dios me ha mostrado tu simiente‖. Las<br />

conso<strong>la</strong>ciones son doblemente dulces para nosotros cuando <strong>la</strong>s vemos venir <strong>de</strong> <strong>la</strong> mano <strong>de</strong> Dios. Él<br />

no sólo evita nuestros temores sino que exce<strong>de</strong> nuestras esperanzas. Jacob menciona el cuidado que<br />

<strong>la</strong> divina provi<strong>de</strong>ncia tuvo con él todos sus días. En su tiempo había tenido una buena cantidad <strong>de</strong><br />

dificulta<strong>de</strong>s, pero Dios le evitó el mal <strong>de</strong> sus problemas. Ahora que está muriendo se mira a sí mismo<br />

como redimido <strong>de</strong> sus pecados y sus pesares para siempre. Cristo, el Ángel <strong>de</strong>l pacto redime <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

maldad. Nos libra <strong>de</strong> <strong>la</strong> miseria y <strong>de</strong>l peligro, por el po<strong>de</strong>r divino, que viene a través <strong>de</strong>l rescate por<br />

<strong>la</strong> sangre <strong>de</strong> Cristo, en <strong>la</strong>s Escrituras usualmente se l<strong>la</strong>ma re<strong>de</strong>nción. —Al ben<strong>de</strong>cir a los hijos <strong>de</strong><br />

José, Jacob intercambia sus manos. José está dispuesto a mantener a su primogénito, y pudo haber<br />

removido <strong>la</strong>s manos <strong>de</strong> su padre. Pero Jacob actuó no por error ni por afecto parcial a uno más que al<br />

otro; pero sí a través <strong>de</strong> un espíritu profético, y por el Divino consejo. Dios, está bendiciendo a su

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