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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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Versículos 1—15. José consue<strong>la</strong> a sus hermanos y envía por su padre. 16—24. El faraón confirma<br />

<strong>la</strong> invitación <strong>de</strong> José—Los regalos <strong>de</strong> José para sus hermanos. 25—28. Jacob recibe <strong>la</strong> noticia<br />

<strong>de</strong> que José está vivo.<br />

Vv. 1—15. José <strong>de</strong>jó hab<strong>la</strong>r a Judá y escuchó todo lo que tenía que <strong>de</strong>cir. Halló a sus hermanos<br />

humil<strong>la</strong>dos por sus pecados, consi<strong>de</strong>rados él, pues Judá lo mencionó dos veces en su discurso,<br />

respetuosos <strong>de</strong> su padre y muy tiernos con su hermano Benjamín. Ahora estaban preparados para el<br />

consuelo que les daría, i<strong>de</strong>ntificándose. José or<strong>de</strong>nó a todos sus siervos que se fueran. Así Cristo se<br />

da a conocer Él mismo, y expresa su amorosa bondad a su pueblo, fuera <strong>de</strong> <strong>la</strong> vista y <strong>de</strong> los oídos <strong>de</strong>l<br />

mundo. José <strong>de</strong>rramó lágrimas <strong>de</strong> ternura y fuerte afecto y con estas borró <strong>la</strong> austeridad con que se<br />

había comportado con sus hermanos hasta ese momento. Esto representa <strong>la</strong> compasión divina hacia<br />

los que vuelven arrepentidos. ―Yo soy José, vuestro hermano‖. Esto los humil<strong>la</strong>ría más aun por su<br />

pecado <strong>de</strong> ven<strong>de</strong>rlo, pero los alentaría a esperar un buen trato. Así, pues, cuando Cristo quiso<br />

convencer a Pablo dijo: ―Yo soy Jesús‖, y cuando conso<strong>la</strong>ba a sus discípulos, <strong>de</strong>cía: ―Yo soy, no<br />

temáis‖. Cuando Cristo se manifiesta a su pueblo, les anima a acercarse a Él con un corazón sincero.<br />

José lo hace así y les muestra que, sea lo que ellos pensaran hacer contra él, Dios lo había usado para<br />

bien. Los pecadores <strong>de</strong>ben dolerse y enojarse consigo mismos, aunque Dios saque algo bueno <strong>de</strong> sus<br />

pecados, pues eso no es mérito <strong>de</strong> ellos. Es muy impactante <strong>la</strong> concordancia <strong>de</strong> todo esto con el caso<br />

<strong>de</strong>l pecador, al manifestarse Cristo a su alma. En este re<strong>la</strong>to él no piensa que el pecado sea un mal<br />

menor sino mayor; y, <strong>de</strong> todos modos, está tan armado contra <strong>la</strong> <strong>de</strong>sesperación que llega a<br />

regocijarse en lo que Dios ha obrado, mientras que tiemb<strong>la</strong> pensando en los peligros y <strong>la</strong> ruina <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

cual ha escapado. José promete cuidar <strong>de</strong> su padre y <strong>de</strong> toda <strong>la</strong> familia. Deber <strong>de</strong> los hijos es, si <strong>la</strong><br />

necesidad <strong>de</strong> sus padres lo requiere en cualquier momento, mantenerlos y darles lo mejor que<br />

puedan; esto es mostrar <strong>la</strong> piedad en casa, 1 Timoteo v, 4. Después que José hubo abrazado a<br />

Benjamín, los acarició a todos ellos y, luego, sus hermanos conversaron libremente con él <strong>de</strong> todos<br />

los asuntos <strong>de</strong> <strong>la</strong> casa <strong>de</strong> su padres. Después <strong>de</strong> <strong>la</strong>s señales <strong>de</strong> <strong>la</strong> verda<strong>de</strong>ra reconciliación con el<br />

Señor Jesús, sigue <strong>la</strong> dulce comunión con Él.<br />

Vv. 16—24. El faraón fue amable con José y sus familiares por amor a él. Egipto compensaría<br />

<strong>la</strong>s pérdidas <strong>de</strong> <strong>la</strong> mudanza <strong>de</strong> ellos. Así, los que van a recibir <strong>de</strong> Cristo su gloria celestial, no<br />

<strong>de</strong>bieran tener consi<strong>de</strong>ración <strong>de</strong> <strong>la</strong>s cosas <strong>de</strong> este mundo. Lo mejor <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>leites solo es ceniza; no<br />

po<strong>de</strong>mos estar seguros <strong>de</strong> ellos mientras estemos aquí, y mucho menos, llevarlos con nosotros. No<br />

pongamos nuestra vista o el corazón en el mundo; hay cosas mejores para nosotros en <strong>la</strong> tierra<br />

bendita don<strong>de</strong> se fue Cristo, nuestro José, a prepararnos un lugar. José <strong>de</strong>spidió a sus hermanos con<br />

una a<strong>de</strong>vertencia apropiada: ―No riñáis por el camino‖. Sabía que eran <strong>de</strong>masiado dados a pelearse<br />

y, habiendo perdonado a todos, les hace este encargo, <strong>de</strong> no pelearse entre sí. Esta or<strong>de</strong>n nos ha dado<br />

nuestro Señor Jesús, que nos amemos unos a otros y que pase lo que pase o que haya pasado, no<br />

peleemos. Puesto que somos hermanos, todos tenemos el mismo Padre. Todos somos culpables y, en<br />

lugar <strong>de</strong> pelear unos con otros, tenemos razón para reñirnos a nosotros mismos. Somos o esperamos<br />

ser, perdonados por Dios, a quien todos hemos ofendido y, por tanto, <strong>de</strong>biéramos estar listos para<br />

perdonarnos unos a otros. Estamos ―en el camino‖, un camino a través <strong>de</strong> <strong>la</strong> tierra <strong>de</strong> Egipto, don<strong>de</strong><br />

tenemos muchos ojos sobre nosotros que procuran aprovecharse <strong>de</strong> nosotros, un camino que lleva a<br />

<strong>la</strong> Canaán celestial don<strong>de</strong> esperamos estar por siempre en perfecta paz.<br />

Vv. 25—28. Oír que José está vivo es una noticia <strong>de</strong>masiado buena para ser verda<strong>de</strong>ra; Jacob se<br />

afligió pues no lo cree. Nosotros nos afligimos porque no creemos. A <strong>la</strong> <strong>la</strong>rga se convence Jacob <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> verdad. Jacob estaba viejo, y no esperaba vivir mucho más. Dice: ―Que mis ojos se refresquen con<br />

esta visión antes que se cierren y, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> eso, no necesito otra cosa para hacerme feliz en este<br />

mundo‖. —He aquí, Jesús se manifiesta a Sí mismo como Hermano y Amigo ante quienes una vez<br />

lo <strong>de</strong>spreciaron y fueron sus enemigos. Él les asegura su amor y <strong>la</strong>s riquezas <strong>de</strong> su gracia. Les manda

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