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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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SALMO XXXI<br />

Versículos 1—8. Confianza en Dios. 9—18. Orar en dificulta<strong>de</strong>s. 19—24. A<strong>la</strong>banza por <strong>la</strong> bondad<br />

<strong>de</strong> Dios.<br />

Vv. 1—8. La fe y <strong>la</strong> oración <strong>de</strong>ben ir juntas, porque <strong>la</strong> oración <strong>de</strong> fe es <strong>la</strong> oración que prevalece.<br />

David entregó su alma a Dios en forma especial. Y con sus pa<strong>la</strong>bras, versículo 5, nuestro Señor Jesús<br />

dio su último aliento en <strong>la</strong> cruz, e hizo <strong>de</strong> su alma una ofrenda voluntaria por el pecado, entregando<br />

su vida como rescate. Pero aquí David es un hombre confundido y con problemas. Su mejor parte es<br />

su gran cuidado por su alma, por su espíritu. Muchos piensan que si están confundidos por sus<br />

asuntos mundanos y se multiplican sus preocupaciones, pue<strong>de</strong>n ser excusados si <strong>de</strong>scuidan su alma;<br />

pero somos los más interesados por cuidar <strong>de</strong> nuestra alma para que el hombre interior no sufra<br />

daño, aunque el hombre exterior se <strong>de</strong>shaga. La re<strong>de</strong>nción <strong>de</strong>l alma es tan preciosa, que hubiera<br />

cesado para siempre, si Cristo no <strong>la</strong> hubiera emprendido. —Habiendo confiado en <strong>la</strong> misericordia <strong>de</strong><br />

Dios, uno se alegra y regocija en eso. Dios mira nuestra alma cuando estamos atribu<strong>la</strong>dos, para ver si<br />

se humil<strong>la</strong> por el pecado y mejora por <strong>la</strong> aflicción. Todo creyente enfrentará peligros y liberaciones,<br />

hasta que sea librado <strong>de</strong> <strong>la</strong> muerte, su postrer enemigo.<br />

Vv. 9—18. Las aflicciones <strong>de</strong> David lo hicieron varón <strong>de</strong> dolores. Aquí era tipo <strong>de</strong> Cristo que<br />

estaba experimentado en quebrantos. David reconoce que sus aflicciones eran merecidas por sus<br />

pecados, pero Cristo sufrió por los nuestros. Los amigos <strong>de</strong> David no se animaron a socorrerlo. No<br />

pensemos que es raro si nos abandonan, pero asegurémonos <strong>de</strong> un Amigo en el cielo que no fal<strong>la</strong>.<br />

Con toda seguridad Dios or<strong>de</strong>nará y dispondrá todo en <strong>la</strong> mejor forma para quienes también<br />

encomiendan su espíritu en su mano. El tiempo <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida está en <strong>la</strong>s manos <strong>de</strong> Dios, que lo a<strong>la</strong>rga o<br />

acorta, lo amarga o endulza, conforme al consejo <strong>de</strong> su voluntad. El camino <strong>de</strong>l hombre no está en sí,<br />

ni en <strong>la</strong>s manos <strong>de</strong> nuestros amigos, ni en <strong>la</strong>s manos <strong>de</strong> nuestros enemigos, sino en <strong>la</strong>s <strong>de</strong> Dios. —<br />

Con esta fe y confianza pi<strong>de</strong> al Señor que lo salve por amor a sus misericordias, no por algún mérito<br />

<strong>de</strong> él. Profetiza que serán silenciados quienes reprochan y hab<strong>la</strong>n mal <strong>de</strong>l pueblo <strong>de</strong> Dios. Hay un día<br />

veni<strong>de</strong>ro en que el Señor ejecutará juicio contra ellos. Mientras tanto, <strong>de</strong>bemos <strong>de</strong>dicarnos a hacer el<br />

bien, si es posible, para silenciar <strong>la</strong> ignorancia <strong>de</strong> los necios.<br />

Vv. 19—24. En lugar <strong>de</strong> rendirnos a <strong>la</strong> impaciencia o al <strong>de</strong>sencanto cuando somos atribu<strong>la</strong>dos,<br />

<strong>de</strong>bemos volver nuestros pensamientos a <strong>la</strong> bondad <strong>de</strong>l Señor para con quienes le temen y confían en<br />

Él. Todo llega a los pecadores a través <strong>de</strong> <strong>la</strong> dádiva maravillosa <strong>de</strong>l unigénito Hijo <strong>de</strong> Dios, para ser<br />

<strong>la</strong> expiación por los pecados. No se rinda nadie a <strong>la</strong> incredulidad o al pensar, en circunstancias<br />

<strong>de</strong>salentadoras, que han sido cortados <strong>de</strong> <strong>de</strong><strong>la</strong>nte <strong>de</strong> los ojos <strong>de</strong>l Señor, y entregados al orgullo <strong>de</strong> los<br />

hombres. Señor, perdona nuestras quejas y temores; aumenta nuestra fe, paciencia, amor y gratitud;<br />

enséñanos a regocijarnos en <strong>la</strong> tribu<strong>la</strong>ción y en <strong>la</strong> esperanza. La liberación <strong>de</strong> Cristo, con <strong>la</strong><br />

<strong>de</strong>strucción <strong>de</strong> sus enemigos, <strong>de</strong>biera fortalecer y conso<strong>la</strong>r los corazones <strong>de</strong> los creyentes sometidos<br />

a todas sus aflicciones <strong>de</strong> aquí abajo, para que habiendo sufrido valientemente con su Maestro,<br />

puedan entrar triunfantes a su gozo y gloria.<br />

SALMO XXXII<br />

Versículos 1, 2. La felicidad <strong>de</strong>l pecador perdonado. 3—7. La <strong>de</strong>sdicha anterior al consuelo que<br />

siguió a <strong>la</strong> confesión <strong>de</strong> pecados. 8—11. Instrucción para los pecadores, estímulo para los<br />

creyentes.

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