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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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también un Dios que servir, y almas que cuidar? La religión no nos saca <strong>de</strong> nuestros negocios en el<br />

mundo, pero nos dirige en ellos. El orgullo, el prejuicio y el pecado <strong>de</strong>jan fuera <strong>la</strong>s verda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> Dios<br />

hasta que su gracia les hace camino en el entendimiento y los afectos; solo el Señor te pue<strong>de</strong> abrir el<br />

corazón para que recibas y creas su pa<strong>la</strong>bra. Debemos creer en Jesucristo; no hay acceso a Dios<br />

como Padre sino por el Hijo como Mediador.<br />

Vv. 16—24. Aunque es el padre <strong>de</strong> <strong>la</strong>s mentiras Satanás, <strong>de</strong>c<strong>la</strong>ra <strong>la</strong>s verda<strong>de</strong>s más importantes<br />

cuando por el<strong>la</strong>s pue<strong>de</strong> servir sus propósitos. Mucha maldad hacen a los siervos verda<strong>de</strong>ros <strong>de</strong> Cristo<br />

los impíos y falsos predicadores <strong>de</strong>l evangelio, que son confundidos con aquellos por los<br />

observadores indiferentes. Quienes hacen el bien sacando <strong>de</strong>l pecado a los hombres, pue<strong>de</strong>n esperar<br />

ser insultados como alborotadores <strong>de</strong> <strong>la</strong> ciudad. Mientras enseñen a los hombres a temer a Dios, a<br />

creer en Cristo, a abandonar el pecado y llevar vidas santas, serán acusados <strong>de</strong> enseñar ma<strong>la</strong>s<br />

costumbres.<br />

Vv. 25—34. No son pocos ni pequeños los consuelos <strong>de</strong> Dios para sus siervos que sufren.<br />

¡Cuánto más felices son los cristianos verda<strong>de</strong>ros que sus prósperos enemigos! Des<strong>de</strong> lo profundo y<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>la</strong>s tinieb<strong>la</strong>s <strong>de</strong>bemos c<strong>la</strong>mar a Dios. No hay lugar, no hay tiempo que sean malos para orar si<br />

el corazón va a ser elevado a Dios. Ningún problema, por penoso que sea, <strong>de</strong>be impedirnos a<strong>la</strong>bar.<br />

Se <strong>de</strong>muestra que el cristianismo es <strong>de</strong> Dios en que nos obliga a ser rectos con nuestra vida. —Pablo<br />

gritó fuerte para que el carcelero escuchara, y hacerle obe<strong>de</strong>cer, diciendo: No te hagas daño. Todas<br />

<strong>la</strong>s advertencias <strong>de</strong> <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra <strong>de</strong> Dios contra el pecado y todas sus apariencias, y todas sus<br />

aproximaciones, tienen esta ten<strong>de</strong>ncia. Hombre, mujer, no te hagas daño; no te hieras, porque nadie<br />

más pue<strong>de</strong> herirte; no peques, porque nada pue<strong>de</strong> herirte sino eso. Aun con referencia al cuerpo se<br />

nos advierte contra los pecados que lo dañan. La gracia que convierte cambia el lenguaje <strong>de</strong> <strong>la</strong> gente<br />

al <strong>de</strong> <strong>la</strong> buena gente y <strong>de</strong> los buenos ministros. —¡Qué grave es <strong>la</strong> pregunta <strong>de</strong>l carcelero! Su<br />

salvación se convierte en su gran interés; lo que yace más cerca <strong>de</strong> su corazón es lo que antes distaba<br />

más <strong>de</strong> sus pensamientos. Está preocupado por su alma preciosa. Los que están enteramente<br />

convencidos <strong>de</strong> su pecado y verda<strong>de</strong>ramente interesados en su salvación, se entregarán a Cristo.<br />

Aquí está el resumen <strong>de</strong> todo el evangelio, el pacto <strong>de</strong> gracia en pocas pa<strong>la</strong>bras: Cree en el Señor<br />

Jesucristo y serás salvo, tú y tu casa. —El Señor bendijo tanto <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra que el carcelero fue <strong>de</strong><br />

inmediato ab<strong>la</strong>ndado y humil<strong>la</strong>do. Los trató con bondad y compasión, y al profesar fe en Cristo fue<br />

bautizado en ese nombre, con su familia. El Espíritu <strong>de</strong> gracia obró una fe tan fuerte en ellos, que<br />

disipó toda duda ulterior; y Pablo y Si<strong>la</strong>s supieron por el Espíritu, que Dios había hecho una obra en<br />

ellos. Cuando los pecadores así se convierten, amarán y honrarán a los que antes <strong>de</strong>spreciaban y<br />

odiaban, y procurarán aminorar los sufrimientos que antes <strong>de</strong>seaban acrecentar. Cuando los frutos <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> fe empiezan a aparecer, los terrores serán sustituidos por <strong>la</strong> confianza y el gozo en Dios.<br />

Vv. 35—40. Aunque Pablo estaba dispuesto a sufrir por <strong>la</strong> causa <strong>de</strong> Cristo, y sin ningún <strong>de</strong>seo <strong>de</strong><br />

vengarse, prefirió no partir llevando <strong>la</strong> acusación equivocada <strong>de</strong> haber merecido un castigo, por<br />

tanto, pidió ser <strong>de</strong>spedido <strong>de</strong> manera honorable. No fue una mera cuestión <strong>de</strong> honor en que el apóstol<br />

insistió, sino <strong>de</strong> justicia, y no para él tanto como para su causa. Cuando se da <strong>la</strong> disculpa apropiada,<br />

los cristianos nunca <strong>de</strong>ben expresar enojo personal ni insistir estrictamente en <strong>la</strong>s reparaciones<br />

personales. El Señor los hará más que vencedores en todo conflicto; en lugar <strong>de</strong> ser ap<strong>la</strong>stados por<br />

sus sufrimientos, ellos se volverán conso<strong>la</strong>dores <strong>de</strong> sus hermanos.<br />

CAPÍTULO XVII

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