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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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Vv. 1—13. Ahora, los discípulos contemp<strong>la</strong>ron algo <strong>de</strong> <strong>la</strong> gloria <strong>de</strong> Cristo, como <strong>de</strong>l unigénito <strong>de</strong>l<br />

Padre. Tenía el propósito <strong>de</strong> sostener <strong>la</strong> fe <strong>de</strong> ellos cuando tuvieran que presenciar su crucifixión; les<br />

daría una i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> <strong>la</strong> gloria preparada para ellos, cuando fueran transformados por su po<strong>de</strong>r y fueran<br />

hechos como Él. —Los apóstoles quedaron sobrecogidos por <strong>la</strong> visión gloriosa. Pedro pensó que era<br />

más <strong>de</strong>seable seguir allí, y no volver a bajar para encontrarse con los sufrimientos, <strong>de</strong> los cuales<br />

tenía tan poca disposición para oír. En esto no sabía lo que <strong>de</strong>cía. Nos equivocamos si esperamos un<br />

cielo aquí en <strong>la</strong> tierra. Sean cuales sean los tabernáculos que nos propongamos hacer para nosotros<br />

en este mundo, siempre <strong>de</strong>bemos acordarnos <strong>de</strong> pedirle permiso a Cristo. Aún no había sido ofrecido<br />

el sacrificio sin el cual <strong>la</strong>s almas <strong>de</strong> los hombres pecadores no pue<strong>de</strong>n ser salvadas; había servicios<br />

importantes que Pedro y sus hermanos <strong>de</strong>bían cumplir. —Mientras Pedro hab<strong>la</strong>ba, una nube bril<strong>la</strong>nte<br />

los cubrió, señal <strong>de</strong> <strong>la</strong> presencia y gloria divina. Des<strong>de</strong> que el hombre pecó, y oyó <strong>la</strong> voz <strong>de</strong> Dios en<br />

el huerto, <strong>la</strong>s apariciones <strong>de</strong>sacostumbradas <strong>de</strong> Dios han sido terribles para el hombre. Cayeron<br />

postrados en tierra hasta que Jesús les dio ánimo; cuando miraron alre<strong>de</strong>dor vieron sólo a su Señor<br />

como lo veían corrientemente. Debemos pasar por diversas experiencias en nuestro camino a <strong>la</strong><br />

gloria, y cuando regresamos al mundo <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> participar en un medio <strong>de</strong> gracia, <strong>de</strong>bemos tener<br />

cuidado <strong>de</strong> llevar a Cristo con nosotros, y entonces que sea nuestro consuelo que Él está con<br />

nosotros.<br />

Vv. 14—21. El caso <strong>de</strong> los hijos afligidos <strong>de</strong>be presentarse a Dios con oración ferviente y fiel.<br />

Cristo curó al niño. Aunque <strong>la</strong> gente era perversa y Cristo era provocado, <strong>de</strong> todas maneras, atendió<br />

al niño. Cuando fal<strong>la</strong>n todas <strong>la</strong>s <strong>de</strong>más ayudas y socorros, somos bienvenidos a Cristo, po<strong>de</strong>mos<br />

confiar en Él y en su po<strong>de</strong>r y bondad. —Véase aquí una señal <strong>de</strong>l esfuerzo <strong>de</strong> Cristo como nuestro<br />

Re<strong>de</strong>ntor. Da aliento a los padres a llevar sus hijos a Cristo, cuyas almas están bajo el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong><br />

Satanás; Él es capaz <strong>de</strong> sanarlos y está tan dispuesto como po<strong>de</strong>roso es. No sólo llevadlos a Cristo<br />

con oración, sino llevadlos a <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra <strong>de</strong> Cristo; a los medios por los cuales se <strong>de</strong>rriban <strong>la</strong>s<br />

fortalezas <strong>de</strong> Satanás en el alma. —Bueno es que <strong>de</strong>sconfiemos <strong>de</strong> nosotros mismos y nuestra fuerza,<br />

pero es <strong>de</strong>sagradable para Cristo cuando <strong>de</strong>sconfiamos <strong>de</strong> cualquier po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>rivado <strong>de</strong> Él u otorgado<br />

por Él. También había algo en <strong>la</strong> enfermedad que dificultaba <strong>la</strong> curación. El po<strong>de</strong>r extraordinario <strong>de</strong><br />

Satanás no <strong>de</strong>be <strong>de</strong>salentar nuestra fe, sino estimu<strong>la</strong>rnos a un mayor fervor al orar a Dios para que<br />

sea aumentada. ¡Nos maravil<strong>la</strong>mos al ver que Satanás tenía <strong>la</strong> posesión corporal <strong>de</strong> este joven, <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

niño, cuando tiene <strong>la</strong> posesión espiritual <strong>de</strong> todo hijo <strong>de</strong> Adán <strong>de</strong>s<strong>de</strong> <strong>la</strong> caída!<br />

Vv. 22, 23. Cristo sabía perfectamente todas <strong>la</strong>s cosas que le ocurrirían, pero emprendió <strong>la</strong> obra<br />

<strong>de</strong> nuestra re<strong>de</strong>nción, lo cual <strong>de</strong>muestra fuertemente su amor. ¡Qué humil<strong>la</strong>ción exterior y gloria<br />

divina fue <strong>la</strong> vida <strong>de</strong>l Re<strong>de</strong>ntor! Toda su humil<strong>la</strong>ción terminó en su exaltación. Aprendamos a<br />

soportar <strong>la</strong> cruz, a <strong>de</strong>spreciar <strong>la</strong>s riquezas y los honores mundanos y a estar contentos con su<br />

voluntad.<br />

Vv. 24—27. Pedro estaba seguro <strong>de</strong> que su Maestro estaba listo para hacer lo justo. Cristo habló<br />

primero <strong>de</strong> darle pruebas <strong>de</strong> que no se podía escon<strong>de</strong>r <strong>de</strong> Él ningún pensamiento. Nunca <strong>de</strong>bemos<br />

renunciar a nuestro <strong>de</strong>ber por temor a ofen<strong>de</strong>r, pero a veces tenemos que negarnos a nosotros<br />

mismos en nuestros intereses mundanos para no ofen<strong>de</strong>r. —Sin embargo, el dinero estaba en el pez;<br />

el único que sabe todas <strong>la</strong>s cosas podía saberlo y sólo el po<strong>de</strong>r omnipotente podía llevarlo al anzuelo<br />

<strong>de</strong> Pedro. —El po<strong>de</strong>r y <strong>la</strong> pobreza <strong>de</strong> Cristo <strong>de</strong>ben mencionarse juntos. Si somos l<strong>la</strong>mados por <strong>la</strong><br />

provi<strong>de</strong>ncia a ser pobres como nuestro Señor, confiemos en su po<strong>de</strong>r y nuestro Dios satisfará toda<br />

nuestra necesidad, conforme a sus riquezas en gloria por Cristo Jesús. En <strong>la</strong> senda <strong>de</strong> <strong>la</strong> obediencia,<br />

en el curso, quizá, <strong>de</strong> nuestra vocación habitual, como ayudó a Pedro, así nos ayudará. Si se<br />

presentara una emergencia repentina, que no estamos preparados para enfrentar, no recurramos al<br />

prójimo sin antes buscar a Cristo.

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