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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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Vv. 5—19. Los cercanos a Cristo preguntan con mucha curiosidad cuándo será <strong>la</strong> gran<br />

<strong>de</strong>so<strong>la</strong>ción. Respon<strong>de</strong> c<strong>la</strong>ra y completamente en <strong>la</strong> medida que era necesario para enseñarles su<br />

<strong>de</strong>ber; porque todo conocimiento es <strong>de</strong>seable en <strong>la</strong> medida que sea para poner por obra. Aunque los<br />

juicios espirituales son los más corrientes <strong>de</strong> los tiempos <strong>de</strong>l evangelio, Dios también hace uso <strong>de</strong> los<br />

juicios temporales. Cristo les dice qué cosas duras van a sufrir por amor <strong>de</strong> su nombre y les exhorta a<br />

soportar sus pruebas, y seguir con su obra, a pesar <strong>de</strong> <strong>la</strong> oposición que encontrarán. —Dios estará<br />

con vosotros, y os reconocerá y os asistirá. Esto se cumplió notablemente <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l<br />

<strong>de</strong>rramamiento <strong>de</strong>l Espíritu Santo, por el cual Cristo dio sabiduría y elocuencia a sus discípulos.<br />

Aunque seamos per<strong>de</strong>dores por Cristo no seremos ni po<strong>de</strong>mos ser per<strong>de</strong>dores para Él al fin. Nuestro<br />

<strong>de</strong>ber e interés en todo tiempo, especialmente en los peligros <strong>de</strong> prueba, es garantizar <strong>la</strong> seguridad <strong>de</strong><br />

nuestras almas. Mantenemos <strong>la</strong> posesión <strong>de</strong> nuestras almas por <strong>la</strong> paciencia cristiana y <strong>de</strong>jamos fuera<br />

todas aquel<strong>la</strong>s impresiones que nos harían per<strong>de</strong>r el carácter.<br />

Vv. 20—28. Po<strong>de</strong>mos ver ante nosotros una profecía muy parecida a <strong>la</strong>s <strong>de</strong>l Antiguo Testamento<br />

que, juntas con su gran objeto, abarcan o dan un vistazo a un objeto más cercano <strong>de</strong> importancia para<br />

<strong>la</strong> Iglesia. Habiendo dado una i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> los tiempos <strong>de</strong> los siguientes treinta y ocho años, Cristo<br />

muestra que todas esas cosas terminarán en <strong>la</strong> <strong>de</strong>strucción <strong>de</strong> Jerusalén y <strong>la</strong> completa dispersión <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

nación judía; lo cual será tipo y figura <strong>de</strong> <strong>la</strong> segunda venida <strong>de</strong> Cristo. —Los judíos dispersos a<br />

nuestro alre<strong>de</strong>dor predican <strong>la</strong> verdad <strong>de</strong>l cristianismo y <strong>de</strong>muestran que <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras <strong>de</strong> Jesús no<br />

pasarán aunque el cielo y <strong>la</strong> tierra pasarán. También nos recuerdan que oremos por los tiempos en<br />

que <strong>la</strong> verda<strong>de</strong>ra Jerusalén y <strong>la</strong> espiritual no serán ya más pisoteadas por los gentiles, y cuando<br />

judíos y gentiles sean vueltos al Señor. —Cuando Cristo vino a <strong>de</strong>struir a los judíos, vino a redimir a<br />

los cristianos que eran perseguidos y oprimidos por ellos; y entonces tuvieron reposo <strong>la</strong>s iglesias.<br />

Cuando venga a juzgar al mundo, redimirá <strong>de</strong> sus tribu<strong>la</strong>ciones a todos los suyos. Tan<br />

completamente cayeron los juicios divinos sobre los judíos que su ciudad es puesta como ejemplo<br />

ante nosotros para mostrar que los pecados no pasarán sin castigo; y que los terrores <strong>de</strong>l Señor y<br />

todas sus amenazas contra los pecadores que no se han arrepentido se llevarán a cabo, así como su<br />

pa<strong>la</strong>bra sobre Jerusalén fue verdad y gran<strong>de</strong> su ira contra el<strong>la</strong>.<br />

Vv. 29—38. Cristo dice a sus discípulos que observen <strong>la</strong>s señales <strong>de</strong> los tiempos para que<br />

juzguen por ellos. Les encarga que consi<strong>de</strong>ren cercana <strong>la</strong> ruina <strong>de</strong> <strong>la</strong> nación judía. Sin embargo, esta<br />

raza y familia <strong>de</strong> Abraham no será <strong>de</strong>sarraigada; sobrevivirá como nación y será hal<strong>la</strong>da según fue<br />

profetizado, cuando sea reve<strong>la</strong>do el Hijo <strong>de</strong>l Hombre. —Les advierte contra estar confiados en su<br />

sensualidad. Este mandamiento es dado a todos los discípulos <strong>de</strong> Cristo. Cuidaos <strong>de</strong> no ser<br />

abrumados por <strong>la</strong>s tentaciones ni traicionados por vuestras propias corrupciones. No po<strong>de</strong>mos estar a<br />

salvo si estamos carnalmente seguros. Nuestro peligro es que nos sobrevenga el día <strong>de</strong> <strong>la</strong> muerte y el<br />

juicio cuando no estemos preparados. No sea que cuando seamos l<strong>la</strong>mados a encontrarnos con<br />

nuestro Señor, lo que <strong>de</strong>biera estar más cerca <strong>de</strong> nuestros corazones sea lo que esté más lejos <strong>de</strong><br />

nuestros pensamientos. Pues así será para <strong>la</strong> mayoría <strong>de</strong> los hombres que habitan <strong>la</strong> tierra y que<br />

únicamente piensan <strong>la</strong>s cosas terrenales y no tienen comunicación con el cielo. Será terror y<br />

<strong>de</strong>strucción para ellos. —Aquí véase <strong>la</strong> que <strong>de</strong>biera ser nuestra mira para ser tenidos por dignos <strong>de</strong><br />

escapar <strong>de</strong> todas esas cosas; para que cuando los juicios <strong>de</strong> Dios estén por todos <strong>la</strong>dos, nosotros no<br />

estemos en <strong>la</strong> ca<strong>la</strong>midad común, o que no sea para nosotros lo que es para los <strong>de</strong>más. ¿Se pregunta<br />

cómo pue<strong>de</strong> ser hal<strong>la</strong>do digno <strong>de</strong> comparecer ante Cristo en aquel día? Los que nunca han buscado a<br />

Cristo, que ahora vayan a Él; los que nunca se han humil<strong>la</strong>do por sus pecados, que empiecen ahora;<br />

los que ya han empezado, que sigan y se conserven humil<strong>de</strong>s. Por tanto, ve<strong>la</strong> y ora siempre. Sé alerta<br />

contra el pecado; alerta en todo <strong>de</strong>ber, y aprovecha al máximo toda oportunidad <strong>de</strong> hacer el bien. Ora<br />

siempre: serán tenidos por dignos <strong>de</strong> vivir una vida <strong>de</strong> a<strong>la</strong>banza en el otro mundo los que viven una<br />

vida <strong>de</strong> oración en este mundo. Empecemos, empleemos y concluyamos cada día atendiendo a <strong>la</strong>

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