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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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Versículos 1—11. El <strong>de</strong>sagrado <strong>de</strong> Dios por el pecado. 12—22. Los sufrimientos y <strong>la</strong>s oraciones <strong>de</strong>l<br />

salmista.<br />

Vv. 1—11. Nada inquietará tanto el corazón <strong>de</strong> un hombre bueno como sentir <strong>la</strong> ira <strong>de</strong> Dios. La<br />

manera <strong>de</strong> tener el corazón tranquilo es mantenernos en el amor <strong>de</strong> Dios. Sin embargo, el sentido <strong>de</strong><br />

culpa es <strong>de</strong>masiado pesado para soportarlo; y hundirá al hombre en <strong>la</strong> <strong>de</strong>sesperación y <strong>la</strong> ruina a<br />

menos que lo quite <strong>la</strong> misericordia perdonadora <strong>de</strong> Dios. —Si no hubiera pecado en nuestra alma, no<br />

habría dolor en nuestros huesos, ni enfermedad en nuestros cuerpos. La culpa <strong>de</strong>l pecado es una<br />

carga para toda <strong>la</strong> creación, que gime bajo el<strong>la</strong>. Es una carga para los pecadores mismos, cuando<br />

están trabajados y cargados por el<strong>la</strong>, y será una carga <strong>de</strong> ruina cuando los hunda en el infierno.<br />

Cuando nos damos cuenta <strong>de</strong> nuestra verda<strong>de</strong>ra condición, valoramos, buscamos y obe<strong>de</strong>cemos al<br />

Buen Médico. Pero muchos <strong>de</strong>jan que sus heridas apesten, porque tardan en ir a su Amigo<br />

misericordioso. En cualquier momento que estamos enfermos en nuestros cuerpos, <strong>de</strong>bemos recordar<br />

cómo ha sido <strong>de</strong>shonrado Dios, en nuestros cuerpos y por ellos. —Los gemidos in<strong>de</strong>cibles no le son<br />

ocultos a quien escudriña el corazón y conoce <strong>la</strong> mente <strong>de</strong>l Espíritu. En sus sufrimientos David fue<br />

un tipo <strong>de</strong> <strong>la</strong>s agonías <strong>de</strong> Cristo, <strong>de</strong>l Cristo en su cruz, sufriendo y abandonado.<br />

Vv. 12—22. Los malos odian <strong>la</strong> bondad, aunque se beneficien con el<strong>la</strong>. David parece referirse a<br />

Cristo en <strong>la</strong>s quejas que efectúa <strong>de</strong> sus enemigos. Pero nuestros enemigos nos hacen mal real sólo<br />

cuando nos alejan <strong>de</strong> Dios y <strong>de</strong> nuestro <strong>de</strong>ber. El problema <strong>de</strong>l verda<strong>de</strong>ro creyente se hace útil;<br />

apren<strong>de</strong> a esperar a su Dios y no procurará alivio <strong>de</strong> parte <strong>de</strong>l mundo ni <strong>de</strong> sí mismo. —Mientras<br />

menos notemos <strong>la</strong> maldad y los daños que nos hacen, más consultaremos con <strong>la</strong> paz <strong>de</strong> nuestra<br />

mente. Las aflicciones <strong>de</strong> David fueron castigo y consecuencia <strong>de</strong> sus transgresiones, mientras Cristo<br />

sufrió por nuestros pecados y sólo por los nuestros. ¿Qué <strong>de</strong>recho pue<strong>de</strong> tener un pecador para<br />

rendirse a <strong>la</strong> impaciencia o a <strong>la</strong> ira, cuando misericordiosamente le corrigen sus pecados? —David<br />

era muy sensible a <strong>la</strong>s obras presentes <strong>de</strong> <strong>la</strong> corrupción en él. Los hombres buenos han estado a<br />

punto <strong>de</strong> caer cuando ponen sus penas continuamente <strong>de</strong><strong>la</strong>nte <strong>de</strong> sí, pero, al poner siempre a Dios<br />

por <strong>de</strong><strong>la</strong>nte, han mantenido su firmeza. Si estamos verda<strong>de</strong>ramente arrrepentidos <strong>de</strong>l pecado, eso nos<br />

hará pacientes en <strong>la</strong> aflicción. —Nada se acerca más al corazón <strong>de</strong>l creyente afligido que estar bajo<br />

<strong>la</strong> aprehensión <strong>de</strong> que Dios lo abandone; tampoco hay cosa que salga <strong>de</strong>l corazón con más<br />

sentimiento que <strong>la</strong> oración: ―No te alejes <strong>de</strong> mí‖. El Señor socorrerá pronto a los que confían en Él<br />

como su salvación.<br />

SALMO XXXIX<br />

Versículos 1—6. David hab<strong>la</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> fragilidad <strong>de</strong>l hombre. 7—13. Pi<strong>de</strong> perdón y liberación.<br />

Vv. 1—6. Si surge en <strong>la</strong> mente un pensamiento malo, hay que suprimirlo. La vigi<strong>la</strong>ncia <strong>de</strong>l hábito es<br />

<strong>la</strong> rienda <strong>de</strong> <strong>la</strong> cabeza; <strong>la</strong> vigi<strong>la</strong>ncia <strong>de</strong> los actos es <strong>la</strong> mano sobre <strong>la</strong> rienda. Cuando no po<strong>de</strong>mos<br />

separarnos <strong>de</strong> los impíos, <strong>de</strong>bemos recordar que ellos vigi<strong>la</strong>n nuestras pa<strong>la</strong>bras y <strong>la</strong>s cambian, si<br />

pue<strong>de</strong>n, para nuestra <strong>de</strong>sventaja. A veces pue<strong>de</strong> ser necesario guardar silencio y hab<strong>la</strong>r ni siquiera<br />

pa<strong>la</strong>bras buenas; pero, en general, estamos mal cuando nos retenemos <strong>de</strong> iniciar discursos<br />

edificantes. —La impaciencia es un pecado que tiene su causa <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> nosotros mismos y esta es,<br />

<strong>la</strong> cavi<strong>la</strong>ción; y tiene sus malos efectos en nosotros, y eso es nada menos que enar<strong>de</strong>cerse. —En su<br />

mejor salud y prosperidad, todo hombre es pura vanidad, no pue<strong>de</strong> vivir por mucho tiempo; pue<strong>de</strong><br />

morir pronto. Esta es una verdad indudable, pero estamos poco dispuestos a creer<strong>la</strong>. Por tanto,<br />

oremos que Dios ilumine nuestras mentes por su Espíritu Santo y llene nuestros corazones con su<br />

gracia, para que cada día y hora podamos estar preparados para <strong>la</strong> muerte.

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