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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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Vv. 7—12. La belleza <strong>de</strong> hombres o mujeres a menudo resulta ser una trampa, tanto para ellos<br />

mismos como para los <strong>de</strong>más. Esto prohíbe el orgullo por el<strong>la</strong> y exige una constante vigi<strong>la</strong>ncia<br />

contra <strong>la</strong> tentación que <strong>la</strong> acecha. Tenemos mucha necesidad <strong>de</strong> hacer un pacto con nuestro ojos, no<br />

sea que los ojos infecten el corazón. Cuando <strong>la</strong> lujuria ha conseguido el po<strong>de</strong>r, se sacrifican <strong>la</strong><br />

<strong>de</strong>cencia, <strong>la</strong> fama y <strong>la</strong> conciencia. La esposa <strong>de</strong> Potifar <strong>de</strong>mostró que su corazón estaba totalmente<br />

<strong>de</strong>dicado al mal. Cuando comprendió que no podía vencer a José con los problemas y tribu<strong>la</strong>ciones<br />

<strong>de</strong>l mundo, pues en medio <strong>de</strong> el<strong>la</strong>s, él aún se aferraba a sus principios, Satanás lo asaltó con p<strong>la</strong>ceres<br />

que han producido más <strong>de</strong>strucción que lo anterior. Pero José por <strong>la</strong> gracia <strong>de</strong> Dios, fue capacitado<br />

para resistir y superar <strong>la</strong> tentación; y su escape fue un ejemplo tan gran<strong>de</strong> <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r divino como <strong>la</strong><br />

liberación <strong>de</strong> los tres muchachos <strong>de</strong>l horno <strong>de</strong> fuego. Este pecado era el que más fácilmente hubiera<br />

podido perturbarlo. La tentadora era su ama, una cuyo favor le hubiera hecho progresar; su máximo<br />

peligro era rechazar<strong>la</strong> y se convirtiera en su enemiga. El tiempo y el lugar favorecían <strong>la</strong> tentación. A<br />

todo esto había que agregar <strong>la</strong> instigación constante y frecuente. La todopo<strong>de</strong>rosa gracia <strong>de</strong> Dios<br />

capacitó a José para vencer este ataque <strong>de</strong>l enemigo. Presenta como argumento lo que <strong>de</strong>bía, tanto a<br />

Dios como a su amo. Estamos obligados por honor como por <strong>la</strong> justicia y <strong>la</strong> gratitud, a no hacer mal<br />

en nada a quienes confían en nosotros, por muy secreto que esto pudiera hacerse. Él no iba a ofen<strong>de</strong>r<br />

a su Dios. José aduce tres argumentos. —1. Consi<strong>de</strong>ra quién era tentado. Uno que está en el pacto<br />

<strong>de</strong> Dios, que profesa <strong>la</strong> religión y <strong>la</strong> re<strong>la</strong>ción con Él. —2. Cuál era el pecado al que se le tentaba.<br />

Otros podrían mirarlo como poca cosa; pero José no lo pensó así. Hay que l<strong>la</strong>mar al pecado por su<br />

nombre, sin rebajar su importancia. Que los pecados <strong>de</strong> esta naturaleza siempre sean mirados como<br />

gran maldad, como excesivamente pecaminosos. —3. Contra quién fue tentado a pecar: contra<br />

Dios. El pecado es contra Dios, contra su naturaleza y su dominio, contra su amor y su propósito.<br />

Los que aman a Dios, por esta razón odian el pecado. La gracia <strong>de</strong> Dios capacitó a José para vencer<br />

<strong>la</strong> tentación eludiendo a <strong>la</strong> tentadora. No quiso quedarse a conversar con <strong>la</strong> tentación, sino que huyó<br />

<strong>de</strong> el<strong>la</strong> como quien escapa para salvar <strong>la</strong> vida. Si tenemos <strong>la</strong> intención <strong>de</strong> no hacer iniquidad,<br />

huyamos como un ave <strong>de</strong> <strong>la</strong> trampa, y como un ciervo <strong>de</strong>l cazador.<br />

Vv. 13—18. El ama <strong>de</strong> José, habiendo tratado en vano <strong>de</strong> hacerlo culpable, trató <strong>de</strong> vengarse <strong>de</strong><br />

él. Quienes han roto <strong>la</strong>s ataduras <strong>de</strong> <strong>la</strong> pru<strong>de</strong>ncia, nunca serán sujetos por los <strong>la</strong>zos <strong>de</strong> <strong>la</strong> verdad. No<br />

es cosa nueva que el mejor <strong>de</strong> los hombres sea acusado falsamente <strong>de</strong>l peor <strong>de</strong> los <strong>de</strong>litos por<br />

quienes son los peores <strong>de</strong>lincuentes. Bueno es que haya en el futuro un día <strong>de</strong> reve<strong>la</strong>ción en que<br />

todos aparecerán con su verda<strong>de</strong>ro carácter.<br />

Vv. 19—23. El amo <strong>de</strong> José creyó <strong>la</strong> acusación. Probablemente Potifar haya elegido <strong>la</strong> cárcel<br />

porque era lo peor, pero Dios tenía el propósito <strong>de</strong> abrir camino para que José recibiera honra. José<br />

era propiedad <strong>de</strong> su Dios y por Él fue honrado. Estaba lejos <strong>de</strong> todos sus amigos y parientes; no tenía<br />

nadie que le ayudara o conso<strong>la</strong>ra, pero el Señor estaba con José y le mostró misericordia. Los que<br />

tienen buena conciencia estando presos, allí tienen un buen Dios. Dios le favoreció ante el guardia <strong>de</strong><br />

<strong>la</strong> prisión; confió en él para que administrara los asuntos <strong>de</strong> <strong>la</strong> prisión. Un hombre bueno hará el bien<br />

don<strong>de</strong> esté y será una bendición aun estando en ca<strong>de</strong>nas y prisionero. —No olvi<strong>de</strong>mos mirar a Jesús<br />

a través <strong>de</strong> José, pues Él sufrió siendo tentado pero sin pecado, fue calumniado y perseguido y<br />

apresado, pero sin causa; aquel que por <strong>la</strong> cruz ascendió al trono. Que nosotros seamos capacitados<br />

para ir, sometiéndonos y sufriendo, por <strong>la</strong> misma senda al mismo lugar <strong>de</strong> gloria.<br />

CAPÍTULO XL<br />

Versículos 1—19. El copero y el pana<strong>de</strong>ro <strong>de</strong>l faraón en <strong>la</strong> prisión—Sus sueños interpretados por<br />

José. 20—23. La ingratitud <strong>de</strong>l jefe <strong>de</strong> los coperos.

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