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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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orando, que mantenga lo que oigamos y sepamos. La paz es dada para todo bien, y Cristo nos ha<br />

guiado a todo lo que es real y verda<strong>de</strong>ramente bueno, a todo lo bueno prometido: <strong>la</strong> paz mental a<br />

partir <strong>de</strong> nuestra justificación ante Dios. Cristo l<strong>la</strong>ma su paz a esto, porque Él mismo es nuestra paz.<br />

La paz <strong>de</strong> Dios difiere ampliamente <strong>de</strong> <strong>la</strong> <strong>de</strong> los fariseos o hipócritas, como se <strong>de</strong>muestra por sus<br />

efectos santos y humil<strong>la</strong>ntes.<br />

Vv. 28—31. Cristo eleva <strong>la</strong>s expectativas <strong>de</strong> sus discípulos a algo que está más allá <strong>de</strong> lo que<br />

pensaban que era su mayor dicha. Ahora su tiempo era poco, por tanto, les habló <strong>la</strong>rgamente.<br />

Cuando lleguemos a enfermarnos, y a morirnos, po<strong>de</strong>mos ser incapaces <strong>de</strong> hab<strong>la</strong>r mucho a quienes<br />

nos ro<strong>de</strong>en: el consejo bueno que tengamos que dar, démoslo mientras estamos sanos. Fíjese en <strong>la</strong><br />

perspectiva <strong>de</strong> un conflicto inminente que tenía Cristo, no sólo con los hombres, sino con <strong>la</strong>s<br />

potesta<strong>de</strong>s <strong>de</strong> <strong>la</strong>s tinieb<strong>la</strong>s. Satanás tiene algo en nosotros con que nos <strong>de</strong>ja perplejos, porque todos<br />

pecamos, pero cuando quiere perturbar a Cristo, nada pecaminoso hal<strong>la</strong> que le sirva. La mejor<br />

prueba <strong>de</strong> nuestro amor al Padre es que hagamos como Él nos manda. Regocijémonos en <strong>la</strong>s<br />

victorias <strong>de</strong>l Salvador sobre Satanás, el príncipe <strong>de</strong> este mundo. Copiemos el ejemplo <strong>de</strong> su amor y<br />

obediencia.<br />

CAPÍTULO XV<br />

Versículos 1—8. Cristo <strong>la</strong> Vid verda<strong>de</strong>ra. 9—17. Su amor por sus discípulos. 18—25. Anuncio <strong>de</strong><br />

odio y persecución. 26, 27. Promesa <strong>de</strong>l Conso<strong>la</strong>dor.<br />

Vv. 1—8. Jesucristo es <strong>la</strong> Vid, <strong>la</strong> Vid verda<strong>de</strong>ra. La unión <strong>de</strong> <strong>la</strong> naturaleza divina con <strong>la</strong> humana, y<br />

<strong>la</strong> plenitud <strong>de</strong>l Espíritu que hay en Él, recuerdan <strong>la</strong> raíz <strong>de</strong> <strong>la</strong> vida que fructifica por <strong>la</strong> humedad <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

buena tierra. Los creyentes son los pámpanos <strong>de</strong> esta Vid. La raíz no se ve y nuestra vida está<br />

escondida con Cristo; <strong>la</strong> raíz sustenta al árbol, le difun<strong>de</strong> <strong>la</strong> savia, y en Cristo están todos los<br />

sustentos y provisiones. Los pámpanos <strong>de</strong> <strong>la</strong> vid son muchos, pero al unificarse en <strong>la</strong> raíz no son sino<br />

una so<strong>la</strong> vid; <strong>de</strong> este modo, todos los cristianos verda<strong>de</strong>ros, aunque disten entre sí en cuanto a lugar y<br />

opinión, se unen en Cristo. Los creyentes, como los pámpanos <strong>de</strong> <strong>la</strong> vid, son débiles e incapaces <strong>de</strong><br />

permanecer, sino como nacieron. —El Padre es el Dueño <strong>de</strong> <strong>la</strong> vid. Nunca hubo un dueño tan sabio,<br />

tan cuidadoso con su viña como Dios por su Iglesia que, por eso, <strong>de</strong>be prosperar. Debemos ser<br />

fructíferos. Esperamos uvas <strong>de</strong> una vid, y <strong>de</strong>l cristiano esperamos un temperamento, una disposición<br />

y una vida cristiana. Debemos honrar a Dios y hacer el bien, esto es, llevar fruto. Los estériles son<br />

cortados. Hasta <strong>la</strong>s ramas fructíferas necesitan poda, porque, en el mejor <strong>de</strong> los casos, tenemos i<strong>de</strong>as,<br />

pasiones y humores que requieren ser quitados, cosa que Cristo ha prometido hacer por su pa<strong>la</strong>bra,<br />

Espíritu y provi<strong>de</strong>ncia. Si se usan medios drásticos para avanzar <strong>la</strong> santificación <strong>de</strong> los creyentes,<br />

ellos estarán agra<strong>de</strong>cidos por ellos. La pa<strong>la</strong>bra <strong>de</strong> Cristo se da a todos los creyentes; y hay en esa<br />

pa<strong>la</strong>bra una virtud que limpia al obrar <strong>la</strong> gracia y <strong>de</strong>shacer <strong>la</strong> corrupción. Mientras más fruto <strong>de</strong>mos,<br />

más abundaremos en lo que es bueno, y más glorificado será nuestro Señor. —Para fructificar<br />

<strong>de</strong>bemos permanecer en Cristo, <strong>de</strong>bemos estar unidos a Él por <strong>la</strong> fe. El gran interés <strong>de</strong> todos los<br />

discípulos <strong>de</strong> Cristo es mantener constante <strong>la</strong> <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> Cristo y <strong>la</strong> comunión con Él. Los<br />

cristianos verda<strong>de</strong>ros hal<strong>la</strong>n, por experiencia, que toda interrupción <strong>de</strong>l ejercicio <strong>de</strong> su fe hace que<br />

mengüen los afectos santos, revivan sus corrupciones y <strong>la</strong>ngui<strong>de</strong>zcan sus conso<strong>la</strong>ciones. Los que no<br />

permanecen en Cristo, aunque florezcan por un tiempo en <strong>la</strong> profesión externa, llegan, no obstante, a<br />

nada. El fuego es el lugar más a<strong>de</strong>cuado para <strong>la</strong>s ramas marchitas; no son buenas para otra cosa.<br />

Procuremos vivir más simplemente <strong>de</strong> <strong>la</strong> plenitud <strong>de</strong> Cristo, y crecer más fructíferos en todo buen<br />

<strong>de</strong>cir y hacer, para que sea pleno nuestro gozo en Él y en su salvación.

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