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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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y <strong>la</strong> sangre; y Aquel que conoce nuestro ser no rehusará quitar<strong>la</strong> como respuesta a <strong>la</strong>s oraciones <strong>de</strong><br />

su pueblo. —Cualquiera haya sido <strong>la</strong> oscuridad <strong>de</strong> los creyentes veterotestamentarios en cuanto a <strong>la</strong><br />

fe, su confianza ante el trono <strong>de</strong> <strong>la</strong> gracia pue<strong>de</strong> explicarse sólo porque mediante los sacrificios y el<br />

servicio <strong>de</strong> su ley habían visto los privilegios <strong>de</strong>l evangelio más c<strong>la</strong>ramente <strong>de</strong> lo que generalmente<br />

se imagina. Id al mismo lugar, invocad el nombre y los méritos <strong>de</strong> Jesús, y no rogaréis, no podéis<br />

rogar en vano. —Comúnmente, don<strong>de</strong> hay un corazón <strong>de</strong> gracia, hay un ojo que llora. Acepta, oh<br />

Señor, <strong>la</strong>s lágrimas que <strong>de</strong>rramó nuestro bendito Re<strong>de</strong>ntor en los días <strong>de</strong> su carne por nosotros, que<br />

<strong>de</strong>bemos llorar por nuestros hermanos o por nosotros mismos.<br />

Vv. 137—144. Dios nunca hizo, y nunca pue<strong>de</strong> hacer, mal a nadie. Las promesas son fielmente<br />

cumplidas por el que <strong>la</strong>s hizo. —El celo contra el pecado <strong>de</strong>be constreñirnos a hacer lo que podamos<br />

en su contra; por lo menos, que hagamos más en <strong>la</strong> religión. Nuestro amor por <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra <strong>de</strong> Dios es<br />

prueba <strong>de</strong> nuestro amor por Dios, porque está diseñada para hacernos partícipes <strong>de</strong> su santidad. —La<br />

real excelencia <strong>de</strong> los hombres siempre los rebaja ante sus propios ojos. Cuando somos pequeños y<br />

<strong>de</strong>spreciados tenemos más necesidad <strong>de</strong> recordar los preceptos <strong>de</strong> Dios, para que los tengamos como<br />

apoyo. —La ley <strong>de</strong> Dios es <strong>la</strong> verdad, <strong>la</strong> norma <strong>de</strong> santidad, <strong>la</strong> reg<strong>la</strong> <strong>de</strong> <strong>la</strong> felicidad, pero es sólo <strong>la</strong><br />

obediencia <strong>de</strong> Cristo <strong>la</strong> que justifica al creyente. —Las penas son a menudo <strong>la</strong> suerte <strong>de</strong> los santos en<br />

este valle <strong>de</strong> lágrimas; ellos están apesadumbrados por múltiples tentaciones. Hay <strong>de</strong>licias en <strong>la</strong><br />

pa<strong>la</strong>bra <strong>de</strong> Dios que los santos disfrutan frecuente y dulcemente, cuando están en problemas y<br />

angustias. —Esta es <strong>la</strong> vida eterna: conocer a Dios y a Jesucristo a quien Él envió, Juan xvii, 3.<br />

Vivamos aquí <strong>la</strong> vida <strong>de</strong> <strong>la</strong> fe y <strong>la</strong> gracia, y seamos llevados a <strong>la</strong> gloriosa vida en el más allá.<br />

Vv. 145—152. Las súplicas <strong>de</strong> todo corazón son presentadas sólo por quienes <strong>de</strong>sean <strong>la</strong><br />

salvación <strong>de</strong> Dios y que aman sus mandamientos. ¿Adón<strong>de</strong> irá el hijo sino a su padre? Sálvame <strong>de</strong><br />

mis pecados, mis corrupciones, mis tentaciones, <strong>de</strong> todos los obstáculos en mi camino, para que yo<br />

pueda guardar tus testimonios. —Los cristianos que disfrutan <strong>de</strong> salud no <strong>de</strong>ben tolerar que <strong>la</strong>s<br />

primeras horas <strong>de</strong> <strong>la</strong> mañana se vayan sin sacarles el mejor provecho. La esperanza en <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra <strong>de</strong><br />

Dios nos da ánimos para continuar orando. Mejor es quitarle tiempo al sueño que no hal<strong>la</strong>r tiempo<br />

para orar. Tenemos acceso a Dios a toda hora y si nuestros primeros pensamientos <strong>de</strong> <strong>la</strong> mañana son<br />

<strong>de</strong> Dios: nos ayudarán a mantenernos en su temor durante todo el día. —Hazme vivaz y alegre. Dios<br />

sabe lo que necesitamos y lo que es bueno para nosotros y nos vivificará. —Si estamos ocupados en<br />

el servicio <strong>de</strong> Dios, no tenemos que temer a los que tratan <strong>de</strong> colocarse tan lejos como puedan <strong>de</strong>l<br />

alcance <strong>de</strong> <strong>la</strong>s con<strong>de</strong>nas y mandamientos <strong>de</strong> su ley. —Cuando el problema está cerca, Dios está<br />

cerca. Nunca Él está lejos para buscarlo. Todos sus mandamientos son verdad. Y <strong>la</strong>s promesas <strong>de</strong><br />

Dios se cumplirán. Todos los que han confiado en Dios hal<strong>la</strong>rán que Él es fiel.<br />

Vv. 153—160. Mientras más nos aferremos a <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra <strong>de</strong> Dios, como nuestra reg<strong>la</strong> y nuestro<br />

apoyo, más seguridad tenemos <strong>de</strong> liberación. —Cristo es el Abogado <strong>de</strong> su pueblo, su Re<strong>de</strong>ntor. Los<br />

que fueron vivificados por su Espíritu y su gracia, cuando estaban muertos en sus <strong>de</strong>litos y pecados,<br />

necesitan frecuentemente que <strong>la</strong> obra <strong>de</strong> gracia sea revivida en ellos, conforme a <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

promesa. —El impío no sólo no cumple los estatutos <strong>de</strong> Dios; ni siquiera los buscan. Se ha<strong>la</strong>gan a sí<br />

mismos con que van al cielo, pero mientras más tiempo persistan en el pecado, más se aleja <strong>de</strong> ellos<br />

el cielo. —Las misericordias <strong>de</strong> Dios son tiernas; son fuente que nunca pue<strong>de</strong> ser agotada. El<br />

salmista ruega <strong>la</strong> gracia vivificante <strong>de</strong> Dios que revive. El hombre constante en el camino <strong>de</strong> su<br />

<strong>de</strong>ber no tiene que temer a nadie, aunque tenga muchos enemigos. —Los que en verdad odian el<br />

pecado, lo odian como pecado, como transgresión <strong>de</strong> <strong>la</strong> ley <strong>de</strong> Dios y quebrantamiento <strong>de</strong> su pa<strong>la</strong>bra.<br />

—Nuestra obediencia comp<strong>la</strong>ce a Dios, y a nosotros, únicamente cuando proviene <strong>de</strong> un principio <strong>de</strong><br />

amor. —Todos los que reciben, en toda edad, <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra <strong>de</strong> Dios con fe y amor, encuentran que es<br />

fiel todo lo que dice en el<strong>la</strong>.

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