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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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pacientemente <strong>la</strong>s aflicciones que Dios le asigna. —Seamos agra<strong>de</strong>cidos que Dios nos haya dado a<br />

conocer los misterios ocultos por eda<strong>de</strong>s y generaciones y haya mostrado <strong>la</strong>s riquezas <strong>de</strong> su gloria<br />

entre nosotros. Al predicarse a Cristo entre nosotros preguntemos honestamente si Él habita y reina<br />

en nosotros; porque sólo esto pue<strong>de</strong> garantizar nuestra esperanza <strong>de</strong> su gloria. Debemos ser fieles<br />

hasta <strong>la</strong> muerte en medio <strong>de</strong> todas <strong>la</strong>s pruebas para recibir <strong>la</strong> corona <strong>de</strong> vida y alcanzar <strong>la</strong> meta <strong>de</strong><br />

nuestra fe: <strong>la</strong> salvación <strong>de</strong> nuestras almas.<br />

CAPÍTULO II<br />

Versículos 1—7. El apóstol expresa su amor a los creyentes, y su gozo en ellos. 8—17. Advierte<br />

contra los errores <strong>de</strong> <strong>la</strong> filosofía pagana; también contra <strong>la</strong>s tradiciones y ritos judaicos que<br />

fueron cumplidos en Cristo. 18—23. Contra adorar ángeles, y contra <strong>la</strong>s or<strong>de</strong>nanzas legales.<br />

Vv. 1—7. El alma prospera cuando conocemos c<strong>la</strong>ramente <strong>la</strong> verdad en Jesús. Entonces creemos no<br />

sólo con el corazón, sino que estamos dispuestos a confesar con <strong>la</strong> boca cuando se nos pida. El<br />

conocimiento y <strong>la</strong> fe enriquecen el alma. Mientras más fuerte es nuestra fe, y más cálido nuestro<br />

amor, más gran<strong>de</strong> será nuestro consuelo. Los tesoros <strong>de</strong> <strong>la</strong> sabiduría están ocultos, no <strong>de</strong> nosotros,<br />

sino para nosotros en Cristo. Fueron escondidos <strong>de</strong> los incrédulos orgullosos, pero exhibidos en <strong>la</strong><br />

persona y <strong>la</strong> re<strong>de</strong>nción <strong>de</strong> Cristo. —Nótese el peligro <strong>de</strong> <strong>la</strong>s pa<strong>la</strong>bras persuasivas: ¡cuántos se<br />

<strong>de</strong>struyen con los disfraces falsos y <strong>la</strong>s bel<strong>la</strong>s apariencias <strong>de</strong> principios malos y <strong>de</strong> <strong>la</strong>s prácticas<br />

impías! Estad vigi<strong>la</strong>ntes y temed a los que <strong>de</strong>sean seducir para cualquier mal, porque su propósito es<br />

corromperos. Todos los cristianos han recibido al Señor Jesucristo; al menos por profesión le<br />

aceptaron y le tomaron como suyo. No po<strong>de</strong>mos edificar ni crecer en Cristo si primero, no estamos<br />

arraigados o fundamentados en Él. Estando afirmados en <strong>la</strong> fe po<strong>de</strong>mos abundar y mejorar más y<br />

más en el<strong>la</strong>. Dios quita con justicia este beneficio a quienes no lo reciben con acción <strong>de</strong> gracias; con<br />

justicia, Dios requiere gratitud por sus misericordias.<br />

Vv. 8—17. Hay una filosofía que ejercita correctamente nuestras faculta<strong>de</strong>s <strong>de</strong> raciocinio: el<br />

estudio <strong>de</strong> <strong>la</strong>s obras <strong>de</strong> Dios, que nos lleva al conocimiento <strong>de</strong> Dios y confirma nuestra fe en Él. Pero<br />

hay una filosofía que es vana y engañosa; y aunque comp<strong>la</strong>ce <strong>la</strong>s fantasías <strong>de</strong> los hombres,<br />

obstaculiza <strong>la</strong> fe <strong>de</strong> ellos: tales son <strong>la</strong>s especu<strong>la</strong>ciones curiosas sobre cosas que no trascien<strong>de</strong>n o no<br />

nos interesan. Los que van por el camino <strong>de</strong>l mundo se han apartado <strong>de</strong> seguir a Cristo. En Él<br />

tenemos <strong>la</strong> sustancia <strong>de</strong> todas <strong>la</strong>s sombras <strong>de</strong> <strong>la</strong> ley ceremonial. Todos los <strong>de</strong>fectos <strong>de</strong> <strong>la</strong> ley están<br />

compensados en el evangelio <strong>de</strong> Cristo por su sacrificio completo por el pecado, y por <strong>la</strong> reve<strong>la</strong>ción<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> voluntad <strong>de</strong> Dios. Ser completo es estar equipado con todas <strong>la</strong>s cosas necesarias para <strong>la</strong><br />

salvación. Por esta so<strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra, ―completo‖ se indica que tenemos todo lo requerido en Cristo. ―En<br />

Él‖, no cuando miramos a Cristo como si estuviese lejos <strong>de</strong> nosotros, sino cuando tenemos a Cristo<br />

habitando y permaneciendo en nosotros. Cristo está en nosotros y nosotros en Él cuando por el po<strong>de</strong>r<br />

<strong>de</strong>l Espíritu, <strong>la</strong> fe obra en nuestros corazones por el Espíritu y somos unidos a nuestra Cabeza. La<br />

circuncisión <strong>de</strong>l corazón, <strong>la</strong> crucifixión <strong>de</strong> <strong>la</strong> carne, <strong>la</strong> muerte y sepultación al pecado y al mundo, y<br />

<strong>la</strong> resurrección a <strong>la</strong> novedad <strong>de</strong> vida, simbolizadas en el bautismo, y por fe obrada en nuestros<br />

corazones, <strong>de</strong>muestran que nuestros pecados han sido perdonados, y que estamos completamente<br />

liberados <strong>de</strong> <strong>la</strong> maldición <strong>de</strong> <strong>la</strong> ley. —Por medio <strong>de</strong> Cristo somos resucitados los que estábamos<br />

muertos en el pecado. La muerte <strong>de</strong> Cristo fue <strong>la</strong> muerte <strong>de</strong> nuestros pecados; <strong>la</strong> resurrección <strong>de</strong><br />

Cristo es <strong>la</strong> vivificación <strong>de</strong> nuestras almas. Cristo sacó <strong>de</strong>l camino <strong>la</strong> ley <strong>de</strong> <strong>la</strong>s or<strong>de</strong>nanzas que fue<br />

yugo para los judíos, y muro <strong>de</strong> separación para los gentiles. Las sombras huyeron cuando <strong>la</strong><br />

sustancia se hizo presente. Como todo mortal es culpable <strong>de</strong> muerte, por lo escrito en <strong>la</strong> ley, ¡qué<br />

espantosa es <strong>la</strong> situación <strong>de</strong> los impíos réprobos que pisotean <strong>la</strong> sangre <strong>de</strong>l Hijo <strong>de</strong> Dios, que es lo

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