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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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Vv. 28—33. Jacob bendijo a cada uno conforme a <strong>la</strong>s bendiciones que Dios tenía como objetivo<br />

otorgarles en tiempos posteriores. —Habló <strong>de</strong>l lugar <strong>de</strong> su sepultura <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un principio <strong>de</strong> fe en <strong>la</strong><br />

promesa <strong>de</strong> Dios, <strong>de</strong> que Canaán sería <strong>la</strong> heredad <strong>de</strong> su simiente en el momento <strong>de</strong>bido. Cuando<br />

hubo terminado sus bendiciones y sus encargos y, por tanto, su testimonio, se concentró en su tarea<br />

<strong>de</strong> morir. Encogió los pies en <strong>la</strong> cama, no sólo como uno que pacientemente se somete al golpe, sino<br />

como quien alegremente se acomoda para <strong>de</strong>scansar, ahora que estaba agotado. Entregó libremente<br />

su espíritu en <strong>la</strong> mano <strong>de</strong> Dios, el Padre <strong>de</strong> los espíritus. Si el pueblo <strong>de</strong> Dios es nuestro pueblo, <strong>la</strong><br />

muerte nos reunirá con ellos. Bajo el cuidado <strong>de</strong>l Pastor <strong>de</strong> Israel, nada nos faltará para el cuerpo o el<br />

alma. Permaneceremos firmes hasta que esté terminada nuestra obra; entonces, expiraremos nuestras<br />

almas en <strong>la</strong>s manos <strong>de</strong> Aquel cuya salvación hemos esperado, partiremos en paz y <strong>de</strong>jaremos tras<br />

nosotros una bendición para nuestros hijos.<br />

CAPÍTULO L<br />

Versículos 1—6. El duelo por Jacob. 7—14. Su funeral. 15—21. Los hermanos <strong>de</strong> José suplican su<br />

perdón—Él los consue<strong>la</strong>. 22—26. La instrucción <strong>de</strong> José respecto <strong>de</strong> sus huesos—su muerte.<br />

Vv. 1—6. Aunque los parientes y amista<strong>de</strong>s piadosos hayan vivido hasta una edad bien avanzada y<br />

estemos confiados <strong>de</strong> que se han ido a <strong>la</strong> gloria, po<strong>de</strong>mos sentir <strong>la</strong> pérdida y respetar su recuerdo<br />

llorándolos. La gracia no <strong>de</strong>struye, sino que purifica, mo<strong>de</strong>ra y regu<strong>la</strong> el afecto natural. El alma que<br />

se fue está fuera <strong>de</strong>l alcance <strong>de</strong> toda muestra <strong>de</strong> nuestro afecto pero es apropiado mostrar respeto al<br />

cuerpo, <strong>de</strong>l cual esperamos una resurrección gloriosa y gozosa, sea lo que sea que suceda con sus<br />

restos en este mundo. Así, pues, José mostró su fe en Dios y su amor por su padre. Mandó que el<br />

cuerpo fuera embalsamado o envuelto con especias para preservarlo. Vea cuán viles son nuestros<br />

cuerpos cuando el alma los ha abandonado: se ponen en muy poco tiempo fétidos y <strong>de</strong>sagradables.<br />

Vv. 7—14. El cuerpo <strong>de</strong> Jacob fue ve<strong>la</strong>do no sólo por su familia sino por los gran<strong>de</strong>s <strong>de</strong> Egipto.<br />

Ahora que conocían mejor a los hebreos, empezaron a respetarlos. Los que profesan <strong>la</strong> religión<br />

<strong>de</strong>ben proponerse eliminar, por sabiduría y amor, los prejuicios que muchos tienen en contra <strong>de</strong><br />

ellos. Los espectadores vieron esto como un l<strong>la</strong>nto gran<strong>de</strong>. La muerte <strong>de</strong> los hombres buenos es una<br />

pérdida en cualquier parte y <strong>de</strong>be ser gran<strong>de</strong>mente <strong>la</strong>mentada.<br />

Vv. 15—21. Diversos son los motivos que pudieron hacer que los hijos <strong>de</strong> Jacob siguieran en<br />

Egipto, a pesar <strong>de</strong> <strong>la</strong> visión profética que Abraham tuvo <strong>de</strong> su esc<strong>la</strong>vitud allá. Juzgando a José con el<br />

temperamento general <strong>de</strong> <strong>la</strong> naturaleza humana, pensaron que ahora él se vengaría <strong>de</strong> los que lo<br />

habían odiado y dañado sin causa. No siendo capaces <strong>de</strong> resistir ni <strong>de</strong> huir, intentaron ab<strong>la</strong>ndarlo<br />

humillándose. Le suplicaron como siervos <strong>de</strong>l Dios <strong>de</strong> Jacob. José se sintió muy afectado al ver el<br />

cumplimiento total <strong>de</strong> sus sueños. Les manda que no le teman a él sino a Dios; que se humillen ante<br />

el Señor y busquen el perdón divino. Les garantiza su propia bondad para con ellos. Véase que<br />

espíritu excelente era José y aprendamos <strong>de</strong> él a <strong>de</strong>volver bien por mal. Él los consoló y, para disipar<br />

todos sus temores, les habló amablemente. Los espíritu quebrantados <strong>de</strong>ben ser curados y animados.<br />

No sólo <strong>de</strong>bemos hacer el bien a quienes amamos y perdonamos; también <strong>de</strong>bemos hab<strong>la</strong>rles<br />

bondadosamente.<br />

Vv. 22—26. Al honrar a su padre, José tuvo días <strong>la</strong>rgos en <strong>la</strong> tierra que, por el presente, Dios le<br />

había dado. Cuando vio que se acercaba su muerte, consoló a sus hermanos con <strong>la</strong> seguridad <strong>de</strong>l<br />

regreso <strong>de</strong> ellos a Canaán en el <strong>de</strong>bido momento. Debemos conso<strong>la</strong>rnos unos a otros con <strong>la</strong>s mismas<br />

conso<strong>la</strong>ciones con que hemos sido conso<strong>la</strong>dos por Dios y animarlos a <strong>de</strong>scansar en <strong>la</strong>s promesas que

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