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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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Salvador sufriente y oremos en fe que no seamos entregados a <strong>la</strong>s manos <strong>de</strong> nuestros enemigos.<br />

Animémonos unos a otros a esperar en el Señor con paciente esperanza y oración ferviente.<br />

SALMO XXVIII<br />

Versículos 1—5. Una oración en <strong>la</strong> angustia. 6—9. Acción <strong>de</strong> gracias por <strong>la</strong> liberación.<br />

Vv. 1—5. David es muy ferviente para orar. Obsérvese su fe en <strong>la</strong> oración: Dios es mi roca sobre<br />

quien edifico mi esperanza. Los creyentes no <strong>de</strong>ben <strong>de</strong>scansar hasta que hayan recibido alguna señal<br />

<strong>de</strong> que sus oraciones son escuchadas. Pi<strong>de</strong> no ser contado con los impíos. Sálvame <strong>de</strong> ser enredado<br />

en <strong>la</strong>s trampas que han puesto para mí. Sálvame <strong>de</strong> ser infectado con sus pecados y <strong>de</strong> hacer lo que<br />

ellos hacen. Señor, nunca <strong>de</strong>jes que para mi seguridad yo use <strong>la</strong>s artes <strong>de</strong> engaño y traición que ellos<br />

usan para mi <strong>de</strong>strucción. Los creyentes temen el camino <strong>de</strong> los pecadores; los mejores son sensibles<br />

al peligro que corren <strong>de</strong> ser <strong>de</strong>scaminados: todos <strong>de</strong>bemos orar fervorosamente a Dios por su gracia<br />

para salvaguardarnos. Los que tienen el cuidado <strong>de</strong> no participar con los pecadores en sus pecados,<br />

tienen razón para esperar que no recibirán sus p<strong>la</strong>gas. —Él hab<strong>la</strong> <strong>de</strong> los justos juicios <strong>de</strong>l Señor sobre<br />

los obradores <strong>de</strong> perversidad, versículo 4. Este no es lenguaje <strong>de</strong> pasión ni <strong>de</strong> venganza. Es una<br />

profecía <strong>de</strong> que ciertamente llegará el día en que Dios castigue a todo hombre que persista en sus<br />

ma<strong>la</strong>s obras. Los pecadores serán responsables no sólo por el mal que han hecho, sino por el mal que<br />

concibieron y por lo que hicieron para concretarlo. El <strong>de</strong>sprecio por <strong>la</strong>s obras <strong>de</strong>l Señor es <strong>la</strong> causa<br />

<strong>de</strong>l pecado <strong>de</strong> los pecadores, y llega a ser <strong>la</strong> causa <strong>de</strong> su ruina.<br />

Vv. 6—9. ¿Ha oído Dios nuestras súplicas? Entonces bendigamos su nombre. El Señor es mi<br />

fortaleza, me sostiene, y me conduce a través <strong>de</strong> todos mis servicios y sufrimientos. El corazón que<br />

verda<strong>de</strong>ramente cree, a su <strong>de</strong>bido tiempo se regocijará en gran manera; tenemos que esperar gozo y<br />

paz al creer. Dios tendrá <strong>la</strong> acción <strong>de</strong> gracias por ello: así <strong>de</strong>bemos expresar nuestra gratitud. —Los<br />

santos se regocijan en el consuelo <strong>de</strong> los <strong>de</strong>más, como en el propio: no aprovechamos menos <strong>la</strong> luz<br />

<strong>de</strong>l sol y <strong>la</strong> luz <strong>de</strong>l rostro <strong>de</strong> Dios porque los <strong>de</strong>más participan <strong>de</strong> el<strong>la</strong>s. —El salmista concluye con<br />

una oración breve, pero <strong>de</strong> gran alcance. El pueblo <strong>de</strong> Dios es su heredad, preciosa a sus ojos. Pi<strong>de</strong><br />

que Dios los salve; que los bendiga con todo bien, especialmente con <strong>la</strong> abundancia <strong>de</strong> sus<br />

or<strong>de</strong>nanzas que son alimento para el alma. Y que dirija sus acciones y gobierne sus asuntos para<br />

siempre. También, que los levante para siempre; no sólo a los <strong>de</strong> esta edad, sino a su pueblo <strong>de</strong> toda<br />

edad veni<strong>de</strong>ra; que los levante tan alto como el cielo. Allí y sólo allí serán elevados los santos para<br />

siempre, para no volver a hundirse o <strong>de</strong>primirse jamás. Sálvanos, Señor Jesús, <strong>de</strong> nuestros pecados;<br />

bendícenos, tú Hijo <strong>de</strong> Abraham, con <strong>la</strong> bendición <strong>de</strong> <strong>la</strong> justicia; aliméntanos, tú, buen Pastor <strong>de</strong> <strong>la</strong>s<br />

ovejas, y elévanos por siempre <strong>de</strong>l polvo. Oh, tú, que eres <strong>la</strong> resurrección y <strong>la</strong> vida.<br />

SALMO XXIX<br />

Exhortación a glorificar a Dios.<br />

Los po<strong>de</strong>rosos y honorables <strong>de</strong> <strong>la</strong> tierra están especialmente obligados a honrar y adorar a Dios;<br />

pero, ay, pocos intentan adorarlo en <strong>la</strong> belleza <strong>de</strong> <strong>la</strong> santidad. Cuando vamos a Él como el re<strong>de</strong>ntor<br />

<strong>de</strong> pecadores, en arrepentimiento, fe y amor, Él acepta nuestros <strong>de</strong>fectuosos servicios, perdona el<br />

pecado que los alcanza y aprueba <strong>la</strong> medida <strong>de</strong> santidad que el Espíritu Santo nos capacita para

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