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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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Vv. 7—10. Cristo nunca pone en peligro a su pueblo si no va con ellos. Somos dados a pensar<br />

que somos celosos por el Señor cuando, en realidad, somos celosos sólo por nuestra riqueza, crédito,<br />

comodidad y seguridad; por tanto, necesitamos probar nuestros principios. Nuestro día será<br />

prolongado hasta que nuestra obra esté hecha y finalizado nuestro testimonio. El hombre tiene<br />

consuelo y satisfacción mientras va en el camino <strong>de</strong> su <strong>de</strong>ber, según lo estipule <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra <strong>de</strong> Dios, y<br />

esté <strong>de</strong>terminado por <strong>la</strong> provi<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> Dios. Don<strong>de</strong> quiera que Cristo fue, anduvo en el día, y así<br />

nosotros si seguimos sus pasos. Si un hombre anda en el camino <strong>de</strong> su corazón, conforme al rumbo<br />

<strong>de</strong> este mundo, si consi<strong>de</strong>ra más sus razonamientos carnales que <strong>la</strong> voluntad y <strong>la</strong> gloria <strong>de</strong> Dios, cae<br />

en tentaciones y trampas. Tropieza porque no hay luz en él, porque <strong>la</strong> luz en nosotros es a nuestras<br />

acciones morales como <strong>la</strong> luz alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> nosotros es a nuestras acciones naturales.<br />

Vv. 11—16. Puesto que estamos seguros <strong>de</strong> resucitar al final, ¿por qué <strong>la</strong> esperanza que cree en<br />

<strong>la</strong> resurrección a <strong>la</strong> vida eterna, no nos facilita el sacarnos el cuerpo y morir, como si fuera sacarse <strong>la</strong><br />

ropa e irse a dormir? Cuando muere el cristiano verda<strong>de</strong>ro no hace sino dormir; <strong>de</strong>scansa <strong>de</strong> <strong>la</strong>s<br />

<strong>la</strong>bores <strong>de</strong>l día pasado. Sí, <strong>de</strong> aquí que <strong>la</strong> muerte sea mejor que dormir, porque dormir es sólo un<br />

<strong>de</strong>scanso breve, pero <strong>la</strong> muerte es el fin <strong>de</strong> todas <strong>la</strong>s preocupaciones y esfuerzos terrenales. Los<br />

discípulos pensaban que ahora no era necesario que Cristo fuera don<strong>de</strong> Lázaro y se expusiera Él<br />

junto con ellos. Así, a menudo, esperamos que <strong>la</strong> buena obra que somos l<strong>la</strong>mados a hacer, sea hecha<br />

por alguna otra mano si hay riesgos en hacer<strong>la</strong>. Pero cuando Cristo resucitó a Lázaro <strong>de</strong> entre los<br />

muertos, muchos fueron llevados a creer en Él; y se hizo mucho para perfeccionar <strong>la</strong> fe <strong>de</strong> los que<br />

creyeron. Vayamos a Él; <strong>la</strong> muerte no pue<strong>de</strong> separarnos <strong>de</strong>l amor <strong>de</strong> Cristo ni ponernos fuera <strong>de</strong>l<br />

alcance <strong>de</strong> su l<strong>la</strong>mado. —Como Tomás, los cristianos <strong>de</strong>ben animarse unos a otros en tiempos<br />

difíciles. La muerte <strong>de</strong>l Señor Jesús <strong>de</strong>be darnos <strong>la</strong> disposición <strong>de</strong> morir cuando Dios nos l<strong>la</strong>me.<br />

Vv. 17—32. Aquí había una casa don<strong>de</strong> estaba el temor <strong>de</strong> Dios y sobre <strong>la</strong> cual reposaba su<br />

bendición, pero fue hecha casa <strong>de</strong> duelo. La gracia evita el duelo en el corazón, pero no el <strong>de</strong> <strong>la</strong> casa.<br />

—Cuando Dios, por su gracia y provi<strong>de</strong>ncia, viene a nosotros por caminos <strong>de</strong> misericordia y<br />

consuelo, como Marta, <strong>de</strong>bemos salir por fe, esperanza y oración a encontrarlo. Cuando Marta salió<br />

a encontrar a Jesús, María se quedó tranqui<strong>la</strong> en casa; anteriormente este temperamento fue<br />

ventajoso para el<strong>la</strong>, cuando <strong>la</strong> puso a los pies <strong>de</strong> Cristo para oír su pa<strong>la</strong>bra, pero en el día <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

aflicción, el mismo temperamento <strong>la</strong> dispuso a <strong>la</strong> me<strong>la</strong>ncolía. Sabiduría nuestra es ve<strong>la</strong>r contra <strong>la</strong><br />

tentación y usar <strong>la</strong>s ventajas <strong>de</strong> nuestro temperamento natural. —Cuando no sabemos qué pedir o<br />

esperar en particu<strong>la</strong>r, encomendémonos a Dios; <strong>de</strong>jémosle hacer lo que le p<strong>la</strong>zca. Para aumentar <strong>la</strong>s<br />

expectativas <strong>de</strong> Marta, nuestro Señor <strong>de</strong>c<strong>la</strong>ra que es <strong>la</strong> Resurrección y <strong>la</strong> Vida. Es <strong>la</strong> resurrección en<br />

todo sentido: fuente, sustancia, primicia, y causa <strong>de</strong> <strong>la</strong> resurrección. El alma redimida vive feliz<br />

<strong>de</strong>spués <strong>de</strong> <strong>la</strong> muerte y, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> <strong>la</strong> resurrección, el cuerpo y el alma son resguardados <strong>de</strong> todo mal<br />

para siempre. —Cuando leamos u oigamos <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra <strong>de</strong> Cristo sobre <strong>la</strong>s gran<strong>de</strong>s cosas <strong>de</strong>l otro<br />

mundo, <strong>de</strong>bemos preguntarnos ¿creemos esta verdad? Las cruces y los consuelos <strong>de</strong> esta época no<br />

nos impresionarían tan profundamente como lo hacen, si creyéramos como <strong>de</strong>bemos <strong>la</strong>s cosas <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

eternidad. —Cuando Cristo, nuestro Maestro, viene, nos l<strong>la</strong>ma. Él viene en su pa<strong>la</strong>bra y or<strong>de</strong>nanza, y<br />

nos l<strong>la</strong>ma a el<strong>la</strong>s, nos l<strong>la</strong>ma por el<strong>la</strong>s, y nos l<strong>la</strong>ma a sí mismo. Los que, en un día <strong>de</strong> paz, se ponen a<br />

los pies <strong>de</strong> Cristo para que les enseñe, pue<strong>de</strong>n, con consuelo, echarse a sus pies para hal<strong>la</strong>r su favor<br />

en un día <strong>de</strong> inquietud.<br />

Vv. 33—46. La tierna simpatía <strong>de</strong> Cristo por estos amigos afligidos se manifestó por <strong>la</strong> angustia<br />

<strong>de</strong> su Espíritu. Él es afligido en todas <strong>la</strong>s aflicciones <strong>de</strong> los creyentes. Su preocupación por ellos lo<br />

<strong>de</strong>muestra su bondadosa pregunta por los restos <strong>de</strong> su amigo fallecido. Él actúa en <strong>la</strong> forma y a <strong>la</strong><br />

manera <strong>de</strong> los hijos <strong>de</strong> los hombres, al ser hal<strong>la</strong>do a semejanza <strong>de</strong> hombre. Eso lo <strong>de</strong>mostró por sus<br />

lágrimas. Era varón <strong>de</strong> dolores y experimentado en quebranto. Las lágrimas <strong>de</strong> compasión se parecen<br />

a <strong>la</strong>s <strong>de</strong> Cristo, pero éste nunca aprobó esa sensibilidad <strong>de</strong> <strong>la</strong> cual se enorgullecen tantos <strong>de</strong> los que

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