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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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Versículos 1—6. Cristo reprueba el juicio apresurado. 7—11. Exhortaciones a <strong>la</strong> oración. 12—14.<br />

El camino angosto y el ancho. 15—20. Contra los falsos profetas. 21—29. Sed hacedores <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

pa<strong>la</strong>bra, no sólo oidores.<br />

Vv. 1—6. Debemos juzgarnos a nosotros mismos, y juzgar nuestros propios actos, pero sin hacer <strong>de</strong><br />

nuestra pa<strong>la</strong>bra una ley para nadie. No <strong>de</strong>bemos juzgar duramente a nuestros hermanos sin tener<br />

base. No <strong>de</strong>bemos hacer lo peor <strong>de</strong> <strong>la</strong> gente. Aquí hay una reprensión justa para todos los que pelean<br />

con sus hermanos por faltas pequeñas, mientras ellos se permiten <strong>la</strong>s gran<strong>de</strong>s. Algunos pecados son<br />

como motas, mientras otros son como vigas; algunos son como un mosquito, y otros son como un<br />

camello. No es que haya pecado pequeño; si es como mota o una astil<strong>la</strong>, está en el ojo; si es un<br />

mosquito está en <strong>la</strong> garganta; ambos son dolorosos y peligrosos, y no po<strong>de</strong>mos estar bien ni<br />

cómodos hasta que salgan. Lo que <strong>la</strong> caridad nos enseña a l<strong>la</strong>mar no más que paja en el ojo ajeno, el<br />

arrepentimiento y <strong>la</strong> santa tristeza nos enseñará a l<strong>la</strong>marlo viga en el nuestro. Extraño es que un<br />

hombre pueda estar en un estado pecaminoso y miserable, y no darse cuenta <strong>de</strong> eso, como un<br />

hombre que tiene una viga en su ojo y no <strong>la</strong> toma en cuenta; pero el dios <strong>de</strong> este mundo les ciega el<br />

entendimiento. —Aquí hay una buena reg<strong>la</strong> para los que juzgan: primero refórmate a ti mismo.<br />

Vv. 7—11. La oración es el medio <strong>de</strong>signado para conseguir lo que necesitamos. Orad; orad a<br />

menudo; haced <strong>de</strong> <strong>la</strong> oración vuestra ocupación, y sed serios y fervientes en ello. Pedid, como un<br />

mendigo pi<strong>de</strong> limosna. Pedid como el viajero pregunta por el camino. Buscad como se busca una<br />

cosa <strong>de</strong> valor que perdimos; o como el merca<strong>de</strong>r que busca per<strong>la</strong>s buenas. L<strong>la</strong>mad como l<strong>la</strong>ma a <strong>la</strong><br />

puerta el que <strong>de</strong>sea entrar en casa. El pecado cerró y echó l<strong>la</strong>ve a <strong>la</strong> puerta contra nosotros; por <strong>la</strong><br />

oracióñ l<strong>la</strong>mamos. —Sea lo que sea por lo que oréis, conforme a <strong>la</strong> promesa, os será dado si Dios ve<br />

que es bueno para vosotros, y ¿qué más querrías tener? Esto está hecho para aplicarlo a todos los que<br />

oran bien; todo el que pi<strong>de</strong>, recibe, sea judío o gentil, joven o viejo, rico o pobre, alto o bajo, amo o<br />

sirviente, docto o indocto, todos por igual son bienvenidos al trono <strong>de</strong> <strong>la</strong> gracia, si van por fe. —Se<br />

explica comparándolo con los padres terrenales y su aptitud para dar a sus hijos lo que pi<strong>de</strong>n. Los<br />

padres suelen ser neciamente afectuosos, pero Dios es omnisciente; Él sabe lo que necesitamos, lo<br />

que <strong>de</strong>seamos, y lo que es bueno para nosotros. Nunca supongamos que nuestro Padre celestial nos<br />

pediría que oremos y, luego, se negaría oír o darnos lo que nos perjudica.<br />

Vv. 12—14. Cristo vino a enseñarnos, no sólo lo que tenemos que saber y creer, sino lo que<br />

tenemos que hacer; no sólo para con Dios, sino para con los hombres; no sólo para con los que son<br />

<strong>de</strong> nuestro partido y <strong>de</strong>nominación, sino para con los hombres en general, con todos aquellos que nos<br />

re<strong>la</strong>cionemos. Debemos hacer a nuestro prójimo lo que nosotros mismos reconocemos que es bueno<br />

y razonable. En nuestros tratos con los hombres <strong>de</strong>bemos ponernos en el mismo caso y en <strong>la</strong>s<br />

circunstancias que aquellos con quienes nos re<strong>la</strong>cionamos, y actuar en conformidad con ello. —No<br />

hay sino dos caminos: el correcto y el errado, el bueno y el malo; el camino al cielo y el camino al<br />

infierno; todos vamos caminando por uno u otro: no hay un lugar intermedio en el más allá; no hay<br />

un camino neutro. Todos los hijos <strong>de</strong> los hombres somos santos o pecadores, buenos o malos. —<br />

Fijaos en que el camino <strong>de</strong>l pecado y <strong>de</strong> los pecadores que <strong>la</strong> puerta es ancha y está abierta. Podéis<br />

entrar por esta puerta con todas <strong>la</strong>s lujurias que <strong>la</strong> ro<strong>de</strong>an; no frena apetitos ni pasiones. Es un<br />

camino ancho; hay muchas sendas en este; hay opciones <strong>de</strong> caminos pecaminosos. Hay multitu<strong>de</strong>s<br />

en este camino. Pero, ¿qué provecho hay en estar dispuesto a irse al infierno con los <strong>de</strong>más, porque<br />

ellos no irán al cielo con nosotros? El camino a <strong>la</strong> vida eterna es angosto. No estamos en el cielo tan<br />

pronto como pasamos por <strong>la</strong> puerta angosta. Hay que negar el yo, mantener el cuerpo bajo control, y<br />

mortificar <strong>la</strong>s corrupciones. Hay que resistir <strong>la</strong>s tentaciones diarias; hay que cumplir los <strong>de</strong>beres.<br />

Debemos ve<strong>la</strong>r en todas <strong>la</strong>s cosas y andar con cuidado; y tenemos que pasar por mucha tribu<strong>la</strong>ción.<br />

No obstante, este camino nos invita a todos; lleva a <strong>la</strong> vida; al consuelo presente en el favor <strong>de</strong> Dios,<br />

que es <strong>la</strong> vida <strong>de</strong>l alma; a <strong>la</strong> bendición eterna, cuya esperanza al final <strong>de</strong> nuestro camino <strong>de</strong>be

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