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Comentario de la Biblia Matthew Henry

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Joaquín. Sin duda es legal que los príncipes y los gran<strong>de</strong>s hombres edifiquen, embellezcan y <strong>de</strong>coren<br />

casas; pero los que agrandan sus casas haciéndo<strong>la</strong>s suntuosas, tienen que ve<strong>la</strong>r muy cuidadosamente<br />

contra <strong>la</strong>s obras <strong>de</strong> <strong>la</strong> vanagloria. Edificó su casa por <strong>la</strong> injusticia, con dinero obtenido injustamente.<br />

Y él <strong>de</strong>fraudó a sus obreros en sus pagas. Dios nota el mal hecho por el más gran<strong>de</strong> a los pobres<br />

siervos y trabajadores, y pagará con justicia a los que no pagan con justicia a los que emplean. El<br />

más gran<strong>de</strong> <strong>de</strong> los hombres <strong>de</strong>be mirar como prójimo suyo al más vil y ser justo con ellos <strong>de</strong> manera<br />

coherente. Joaquín fue injusto y no tomó conciencia <strong>de</strong>l <strong>de</strong>rramamiento <strong>de</strong> sangre inocente. La<br />

codicia, que es <strong>la</strong> raíz <strong>de</strong> todo mal, estaba en el fondo <strong>de</strong> todo. Los hijos que <strong>de</strong>sprecian los modales<br />

anticuados <strong>de</strong> sus padres, corrientemente no alcanzan su excelencia real. Joaquín sabía que su padre<br />

halló que el camino <strong>de</strong>l <strong>de</strong>ber era el camino <strong>de</strong>l consuelo pero él no iba a andar en sus huel<strong>la</strong>s. Él<br />

morirá sin ser <strong>la</strong>mentado, odiado por oprimir y ser cruel.<br />

Vv. 20—30. Se <strong>de</strong>scribe al estado judío bajo un concepto triple. Muy altivo en el día <strong>de</strong> paz y<br />

seguridad. Muy temeroso ante <strong>la</strong> a<strong>la</strong>rma <strong>de</strong> trastorno. Muy <strong>de</strong>primido bajo <strong>la</strong> presión <strong>de</strong>l trastorno.<br />

Muchos no se avergüenzan nunca <strong>de</strong> sus pecados hasta que son llevados por ellos al último extremo.<br />

—El rey terminará sus días en <strong>la</strong> esc<strong>la</strong>vitud. Los que se piensan que son sellos <strong>de</strong> <strong>la</strong> diestra <strong>de</strong> Dios<br />

no <strong>de</strong>ben sentirse seguros, sino temer ser sacados <strong>de</strong> allí. —El rey judío y su familia serán llevados a<br />

Babilonia. Sabemos dón<strong>de</strong> nacimos pero no sabemos dón<strong>de</strong> moriremos; basta con que lo sepa<br />

nuestro Dios. Que sea nuestro afán morir en Cristo, entonces todo será bueno para nosotros don<strong>de</strong><br />

quiera que muramos, aunque sea en un país lejano. —El rey judío será <strong>de</strong>spreciado. Hubo un tiempo<br />

en que se <strong>de</strong>leitaban en él. Pero todos aquellos en quienes Dios no se comp<strong>la</strong>ce, serán tan<br />

menoscabados en uno u otro momento, que los hombres no se comp<strong>la</strong>cerán en ellos. —Quienquiera<br />

que no tenga hijos, es el Señor quien lo ha establecido así; y los que no se cuidan <strong>de</strong> hacer el bien en<br />

sus días, no pue<strong>de</strong>n tener esperanzas <strong>de</strong> prosperar. —¡Qué poca es <strong>la</strong> gran<strong>de</strong>za terrenal para confiar<br />

en el<strong>la</strong>, o <strong>la</strong> familia floreciente para regocijarse en el<strong>la</strong>! Pero los que oyen <strong>la</strong> voz <strong>de</strong> Cristo y le<br />

siguen, tienen vida eterna y no perecerán jamás, ni habrá enemigo que los saque <strong>de</strong> sus manos<br />

omnipotentes.<br />

CAPÍTULO XXIII<br />

Versículos 1—8. La restauración <strong>de</strong> los judíos a su propia tierra. 9—22. La maldad <strong>de</strong> sacerdotes y<br />

profetas <strong>de</strong> Judá.—El pueblo l<strong>la</strong>mado a no escuchar <strong>la</strong>s falsas promesas. 28—32. Amenazas a<br />

los que dicen ser inspirados. 33—40. También a los que se bur<strong>la</strong>n <strong>de</strong> <strong>la</strong> profecía verda<strong>de</strong>ra.<br />

Vv. 1—8. ¡Ay <strong>de</strong> los que fueron puestos para apacentar al pueblo <strong>de</strong> Dios, pero no se interesan por<br />

hacerles el bien! He aquí una pa<strong>la</strong>bra <strong>de</strong> consuelo para <strong>la</strong>s ovejas <strong>de</strong>scuidadas. Aunque sólo que<strong>de</strong><br />

un remanente <strong>de</strong>l rebaño <strong>de</strong> Dios, los hal<strong>la</strong>rá y serán llevados a sus habitaciones anteriores. —Se<br />

hab<strong>la</strong> <strong>de</strong> Cristo como <strong>de</strong> renuevo <strong>de</strong> <strong>la</strong> familia <strong>de</strong> David. Él mismo es justo y, por medio <strong>de</strong> Él, todo<br />

su pueblo es hecho justo. Cristo romperá el po<strong>de</strong>r usurpado por Satanás. Toda <strong>la</strong> simiente espiritual<br />

<strong>de</strong>l creyente Abraham y <strong>de</strong> Jacob que oraba, será protegida y será salvada <strong>de</strong> <strong>la</strong> culpa y <strong>de</strong>l dominio<br />

<strong>de</strong>l pecado. En los días <strong>de</strong>l gobierno <strong>de</strong> Cristo en el alma, ésta vive tranqui<strong>la</strong>. —Aquí se hab<strong>la</strong> <strong>de</strong> Él<br />

como Jehová justicia nuestra. Él es tan justicia nuestra como ninguna criatura pue<strong>de</strong> serlo. Su<br />

obediencia hasta <strong>la</strong> muerte es <strong>la</strong> justicia justificadora <strong>de</strong> los creyentes y <strong>de</strong> su <strong>de</strong>recho a <strong>la</strong> dicha<br />

celestial. Su santificación, como fuente <strong>de</strong> toda su obediencia personal, es el efecto <strong>de</strong> su unión con<br />

Él, y <strong>de</strong> <strong>la</strong> investidura <strong>de</strong>l Espíritu. Por este nombre todo creyente verda<strong>de</strong>ro lo l<strong>la</strong>mará e invocará.<br />

No tenemos nada que alegar sino esto, Cristo ha muerto, sí, más bien, ha resucitado; y lo hemos<br />

tomado como nuestro Señor. —Esta justicia que ha obrado para <strong>la</strong> satisfacción <strong>de</strong> <strong>la</strong> ley y <strong>la</strong> justicia,<br />

es nuestra; es una dádiva libre dada a nosotros, por medio <strong>de</strong>l Espíritu <strong>de</strong> Dios, que <strong>la</strong> pone sobre

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